lunes, 30 de diciembre de 2019

No es nostalgia…


Soy un crítico del uso excesivo de las redes sociales, a través de las diferentes plataformas, pensando en el gran tiempo que se pierde en ver y ver, comentar y comentar, sin embargo me parece que Diciembre resulta un mes diferente el cual comprende – a diferencia de los meses anteriores de nuestro calendario – fechas tan necesarias, como el día de la navidad y el último día del año.

¿Por qué necesarias? Las considero momentos oportunos para recibir y compartir citas acompañadas de los mejores deseos muy pro positivos, aspirando a lograr en el próximo año lo que no pudimos lograr en el período que termina o al menos mantener valores muy relacionados con la familia y acciones: amor, dinero, salud y otros.

Para los que ya nos han caído algunos almanaques encimas el amor y la salud, sobre todo esta última suele priorizarse ya que la “máquina perfecta” (nuestro cuerpo) requiere de alguna reparación biológica – un familiar muy allegado me comenta “a los adultos mayores, sino nos duele algo, es que estamos muertos”- con la aspiración de durar más y más, a pesar que cada persona la ve y la vive de una manera completamente diferente, porque las circunstancias de cada una son completamente diferentes a las de los demás.

En las redes al menos – como cómplice de hacer lo que detesto, reitero el uso del tiempo, más cuando esperamos en función de alguna gestión – suelo apreciar y compartir las imágenes de las belleza de mi país, más cuando estamos fuera de la tierra que nos vio nacer. ¿Alguna justificación o argumento al respecto?

Ajeno a las noticias de índole político donde se reciben infinitos comentarios de bandos contrarios que sobresaturan con noticias llenas de titulares, con la alta probabilidad de ser falsos positivos (concepto que está conformado por dos términos que nos refieren un escenario de verdad que no termina siendo y tal y que suele aplicarse en diversos contextos tales como en la política, la estadística, en informática, en medicina, entre los más corrientes)

Noticias que humanamente, en particular en la política - suelen separar familias, distanciarlas – y que simplemente pierden ambas partes, respetando obviamente criterios que en ocasiones logrando algo de exactitud, se requiere escuchar “las dos caras de la moneda”, no con el afán de vencer uno u otro, sino acercarse a la posible realidad de lo que sucede.

No presto la atención en los problemas sociales – siempre existirán fundamentalmente la inequidad –, dificultades como calles deterioradas, basura acumulada en la calle, edificios a punto de colapsar, escasez y otras que no son exclusivas de un país, es que acaso ¿las sociedades o problemas sociales, no resultan complejos?

Pasando la página (entiéndase los tres párrafos anteriores) “¿…argumento al respecto?”, que aprecio de mi país: el ámbito cultural (los colores de mi bandera ondeando, mi gente en la calle donde se grafican las costumbres, no puedo olvidar los platos típicos, qué decir de la música, que hace bailar al que no puede o no quiere, los símbolos patrios, el color azul del cielo y el mar, retomar el hablado y sus modismos, sonrío silenciosamente cuando escucho una palabra que hacía muchos años no escuchaba, que decir cuando apreciamos programas televisivos actuales y de antaño que me traen mayor número de gratitudes, que de nostalgias.

Todos estos recuerdos vivos, forman partes del año que termina y de los nuevos años por vivir; espero que usted que vive fuera de su país por cualquiera fuese la razón, dedique no hoy que acaba el año, sino siempre recordar a los suyos siempre.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Rostros


Posiblemente – dada las fiestas navideñas y fin de año – sea significativo el número de personas a nivel global que recurran a la toma de fotos, vídeos, los cuales suelen compartirse a través de las redes sociales. Para tener un noción en cuanto a número de celulares – recurso tecnológico que ha desplazado, cámaras, teléfonos convencionales, etc. – en el mundo se planea un estimado de 5.000 millones al finalizar 2017, equivalente a un 66% de la población mundial.

Situación que se incrementa de tener en cuenta las tarjetas SIM (acrónimo en inglés de Subscriber Identity Module, entiéndase módulo de identificación de abonado) que responde a una tarjeta inteligente desmontable, lo que ascendería a que 7.800 millones, el 103% de los habitantes del planeta “puedan” tomar fotos.

Fotos de familia, de amigos/as, de colectivos de trabajo, personales (llamadas autofoto, ​ autorretrato o selfi, también conocida con las voces inglesas selfie o selfy) que para algunos críticos lo consideran una enfermedad (“selfitis”) provocado por el deseo compulsivo obsesivo para tomar fotos de uno mismo y publicarlos en los medios sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y para llenar un vacío en la intimidad, aunque en lo personal no me preocupa y que con el tiempo, la madurez dicha compulsión se reduce.

En esta ocasión me referiré a las autofotos o fotos de los colectivos de trabajo, donde no necesariamente existen las mismas relaciones que en una familia funcional, en el cual existen diferentes áreas – todo dependerá del tamaño del colectivo – y que no suelen ser ocasionales estos “recuerdos gráficos”, es posible que se vean en el comedor, en el parqueo, en búsqueda del bus o ruta en la parada próxima al centro de trabajo, en fin poca cohesión donde tal vez la institución o entidad es la propia responsable de no haber logrado formar ese colectivo, empoderándola como parte de la misma.

Si usted analiza una de las fotos, sus rostros, cada uno ellos pudieran ser la imagen donde se describe su estado emocional (de ello se encarga la Morfopsicología), y fundamentalmente a partir de la sonrisa – donde alguien mencionó previamente: “miren el pajarito, whisky” – de la cual si bien se han llegado a distinguir aproximadamente unos 18 tipos de sonrisa, solo destacaremos seis.

La cómplice: sonrisa en la que no siempre se muestran los dientes pero en la que se percibe una mirada diferente; La de bienvenida: sonrisa amplia, sincera y educada; La seductora: acompañada de una intensa mirada; La incómoda: apenas levanta la comisura de los labios, si logra alcanzar la sonrisa, ésta realmente se convierte en una mueca; La confiada: corresponde a las personas que ya han trabajado mucho su manera de sonreír, y su expresión facial siempre será la misma y la fotográfica: muestra con gratitud toda su dentadura, sonrisa que suele ser forzada y muy amplia (también llamada sonrisa cheese o sonrisa botox)

Para terminar me queda la foto del ausente, no importa su rostro, pero si en el caso que este fuese por casualidad el del director, gerente, que no tuvo la “gentileza” de retratarse con el colectivo, es posible que no sea una persona querida, luego lo mejor que hizo fue no salir en la foto.

¿Por cierto cuál es su tipo de sonrisa? ¿Tiene dudas? Recurra al espejo y verifíquelo o busque en las fotos compartidas, como quedó.

lunes, 16 de diciembre de 2019

¿Un nuevo matrimonio?



La decisión de aceptar a su pareja para toda una vida, a veces no resulta tan sencillo como pensamos, sobretodo cuando ya se ha estado casado, lo cual indiscutiblemente resulta una derrota de dos personas que apostaron alguna vez a no equivocarse y sin embargo la relación falló. 

Comúnmente cuando hay una separación – no tratando en este momento el factor hijos producto de la relación - para ambos, hombre y mujer, donde suelen crearse diferentes escenarios, donde todo dependerá del entorno en el momento de la separación.


Ella que trabaja, todo una profesional, por tanto no tendrá ninguna dependencia económica del ex – esposo, a lo anterior se suma si tiene su propio hogar, por tanto él a “la calle”. Que aunque parece sencillo, a veces no lo es, ya todo dependerá del tiempo, de las costumbres, de los hábitos establecidos en el periodo que haya durado la relación anterior. Él obviamente tendrá las mismas opciones, aunque a veces los “machos” suelen no aceptar “la derrota” y tratan de convertir la “nueva vida” en un bacanal. 

Pasa el tiempo, adultos al fin y al cabo, donde ambos tienen igual derecho a buscar una nueva pareja. Las estadísticas demuestran que el 75% de la gente divorciada, vuelve a casarse en el plazo de cinco años. La soledad, dice un refrán que es mala consejera. ¿Luego? Estar “listo o lista”, implica factores muy importantes. En primer lugar, es necesario estar seguro de que usted y su pareja se aman verdaderamente. Segundo, debe haberse tomado el tiempo necesario para tratar correctamente todas las cuestiones emocionales, sufridas antes y después del divorcio. 

Tercero, debe tener muy en claro la razón por la cual desea estar nuevamente en pareja. Cuarto, debe preguntarse si ya está preparado (en todo sentido) para trabajar y esforzarse por cuidar su nueva pareja.

Si su ex-pareja no le fue fiel, tanto emocional como físicamente, es muy posible que no pueda confiar en una nueva persona. De esta forma, se vive permanentemente condicionado por las experiencias previas. Por otra parte, existen los prejuicios sociales los que nos llevan a estar en pareja, sin estar enamorados. Es muy posible que, inducido por la sociedad, usted piense, "no soy feliz en soledad" o "hay algo mal en mí si no estoy en pareja". 

Esto es completamente erróneo: hay mucha gente feliz que vive sola, sobre todo en los tiempos que corren. La plenitud y la felicidad no pueden provenir únicamente de una pareja, y los lazos afectivos tienen éxito solo cuando quienes los integran, ya son felices y se sienten completos y satisfechos con sí mismos. 

Debo recordarle que la idea del cuento de hadas –en la que usted encuentra a su príncipe (o princesa) soñados, con los que vivirá feliz por siempre-, es solo eso: un cuento. Siempre existirá competencia, desafíos, y desacuerdos ocasionales. Y por mucho que confíe en una persona para formar una pareja exitosa, usted deberá examinar fría y racionalmente si está o no preparado para realizar el compromiso y esfuerzo que conlleva dicha relación. ¿Cumple usted los cuatro puntos para una nueva pareja? ¿Sí?, ¿No? ¡Piénselo mejor! 

lunes, 9 de diciembre de 2019

¿Gustos, personalidades diferentes?


A pesar de que estamos cansados de escuchar que el aspecto físico no es lo verdaderamente importante mientras que la personalidad sí lo es, los estudios demuestran que nos gusta mirar a las personas atractivas por simple placer estético, siendo mejores atendidas, mejor consideradas como personas (su belleza exterior se extiende a su interior: simpatía, competencia, bondad...), y se cree que tienen posibilidades de un futuro mejor y de ser más felices que las no atractivas.

Este comportamiento generalizado se observa desde la infancia, donde los niños guapos tienen más probabilidades de ser elegidos como amigos y menos de ser culpados por los profesores de mal comportamiento, por lo que posteriormente van a desarrollar una mayor confianza en sí mismos y una mayor autoestima.

También las personas consideradas por la mayoría atractivas va a influir en que les sea más fácil el relacionarse con otras personas y sean menos reservados a la hora de hacer amigos o parejas. Tienen más posibilidades puesto que saben que gustan mientras que sus amigos o parejas se van a sentir más valorados al ser "elegidos" entre una amplia oferta.  Existen una gran cantidad de características comunes entre las personas que establecen una relación íntima. La raza, la edad, la inteligencia, el nivel socio económico y educativo, la religión, los valores..., son características que solemos compartir con nuestras amistades y pareja.

Las personas solemos querer proseguir una relación con aquellas en las que encontramos similitudes, sobre todo en la personalidad. La teoría de que las complementariedades se atraen no está justificada, aunque sí puede pasar que en una pareja ambos miembros se vayan volviendo complementarios o desarrollen y se intercambien diferentes papeles según la ocasión (por ejemplo, ser un buen oyente cuando el otro necesita hablar).

La razón de que nos gusten las personas que comparten cosas con nosotros es la de que nos apoyan en nuestras convicciones. Pensamos que si el resto está de acuerdo con nosotros, nosotros debemos de estar en lo cierto. Esto nos agrada y hace que nos gusten esas personas que nos hacen sentir a gusto con nosotros mismos, también aquellas de las que recibimos halagos.

¿Y en el caso de las personas que no son semejantes en su actuar, en sus gustos? Simplemente habrá que ceder uno y otro. ¿No le gustan las películas de amor a usted y a ella sí? Llévela al cine, y aunque le trinen los dientes, tómele la mano y recuerdo años mozos. 

Posiblemente esa noche no duerma en el piso. Otro ejemplo crucial de discusión lo es el control remoto del televisor, que tenerlo a veces constituye un mal llamado poder.

¿Entonces? Hay dos opciones: O lo presta a su compañero (a) y usted se queda ahí, a su lado mostrando una real comprensión de estar junto con su pareja, no por lo que aprecia, sino por la posibilidad misma de compartir un agotador día de trabajo, junto a su ser querido o tal vez una opción más cara: comprar otro televisor, pero que a la larga (y a veces corta) usted perderá su propio espacio en lo referente a su puntos comunes de unión o intereses, con la persona a la cual ama o comparte, como parte de su vida. 

Recuerde que la felicidad responde a pequeñas acciones o manifestaciones a alcanzar. 




lunes, 2 de diciembre de 2019

¿Dialogar o discutir?


La interrogante del artículo de hoy nos conlleva no solo al significado de una palabra u otra, sino también a comunicarnos de forma satisfactoria, aunque no necesariamente se llegue a un voto “unánime” y sí al menos a un consenso. ¿Dialogar - Dialogo? 1. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. 2. Discusión o trato en busca de conformidad o unión. 


¿Discutir – Discusión? Contender y alegar razones contra el parecer de alguien. De darle una nueva lectura a las dos definiciones antes expuestas apreciamos términos como “… en busca de conformidad o unión” y por otra parte “…razones contra el parecer de alguien” que por lo visto nos da una señal de belicosidad, de agresividad, este segundo término.

¿Cómo solucionar lo anterior, qué “antibiótico” tomar? Una posible solución es recurrir a la empatía, o capacidad de situarnos en la piel del otro, y la asertividad, mediante la cual conseguimos trasmitir claramente nuestras opiniones, incluso las menos aceptadas por los demás, sin que hieran a nadie ni supongan agravio ni menoscabo para nuestros interlocutores.

¿Cuántas veces llegamos a casa y sin que nadie de la familia haya tenido culpa alguna, nos auto maldecimos y maldecimos por alguna que otra contradicción banal, insustancial en el trabajo? ¿Motivos que nos llevaron al exabrupto? Estrés del mismo trabajo, la personalidad difícil del interlocutor, los problemas con los niños o con el o la cónyuge, o por cualquier otra razón,

¿Solución? Podemos decir lo que pensamos educada y equilibradamente, sin agredir a nadie ni molestar. Y todo ello, naturalmente, sin ceder en lo que consideramos fundamental  y evitar, así, que las (a veces inevitables) discusiones nos lleven a donde no queremos. Una primera constatación útil es que resulta muy difícil convencer a los demás.

Y la segunda, que en la mayoría de las ocasiones no es tan importante conseguirlo. Lo que sí reviste trascendencia es que podamos expresar y defender nuestras ideas y posiciones ante lo que se discute. Que se nos atienda y se nos entienda. 

En ocasiones, merece la pena discutir, porque estamos seguro, convencido que nuestra razón debe ser oída y contrastada y que perfectamente puede tener un impacto positivo acorde al tema tratado.

Es muy humano, la necesidad de mostrarnos y de hacer saber a los demás el lugar que ocupamos en el mundo. Porque tan sólo quien se expresa existe de verdad y (de vez en cuando, al menos) habremos de corroborar nuestra propia existencia. 

Partamos de una premisa básica, que guiará nuestra interacción con los demás: el hecho de que tengamos nuestra razón no equivale a que tengamos la razón. Ejercer la libertad de expresión nos debe conducir a respetar que la persona a quien hablamos tiene derecho a emitir sus opiniones, a defenderlas y a que sean escuchadas.

El hecho de vivir en sociedad, siendo la comunicación una de las funciones que nos convierte en personas, por lo que expresarnos con libertad y convicción, aunque genere alguna que otra discusión, da fe de que vivimos, de que pensamos, de que sentimos, de que somos diferentes.

Y, quizá lo más importante, exponer abiertamente nuestras ideas transmite al exterior la siempre feliz noticia de que nos interesa lo que piensan y sienten los demás.