lunes, 26 de abril de 2021

Calidad versus pandemia. Parte I.

Hay quienes consideran que el planeta cambió a partir de la pandemia surgida a finales del 2019, u en la medida que avanzaba “rompiendo fronteras”, hasta provocar un “congelamiento” prácticamente total en la vida cotidiana, desde quedarse en casa, y trabajar desde ella (que conocemos como teletrabajo), con consecuencias nefatas causando el desempleo de muchos, pérdidas económicas en rubros (casi ninguno excluyente) como el sector turístico,  automovilístico, reducción de las exportaciones e importaciones ante el cierre de fronteras (por mar, tierra y aire), caída del producto interno bruto (PIB), en fin un mundo de caos, con la pérdida de millones de seres queridos (aproximadamente 3 millones, con fecha 16 de abril 2021) y contagiados (más de 137 millones, desde el 22 de enero al 15 de abril del 2021[1]) que continúan con nuevos rebrotes u olas, a pesar de las vacunas existentes[2], cuyo ideal es que quedemos globalmente inmunizados.

No queda duda que la Educación también fue y es afectada, provocando cambios significativos en ¿cómo enseñar?, ¿a través de qué enseñar?, ¿cómo evaluar?, en el caso del personal docente, a lo que sumo ¿cómo aprender?, ¿a través de qué aprender?, ¿cómo me evaluarán? En el rol del estudiante. A lo anterior se suma la organización docente, ¿en el mismo horario que en modo presencial?, ¿grupos numerosos de estudiantes por clase?, ¿estudiantes con los recursos TIC necesarios para el aprendizaje electrónico?

Estas y otras interrogantes, donde el 2020, constituyó prácticamente un año de entrenamiento, del cual deberían sacarse las mejores lecciones, siendo un escenario ideal el que regresemos a la normalidad, pero pareciera ser que al menos en América Latina, nos demoraremos un tanto al ser casi totalmente dependiente de la adquisición de vacunas por la vía que fuese.

Se me ocurren algunos consejos (tips) necesarios de lo que el docente – con políticas de apoyo bien definidas por la institución - podría modificar en su labor cotidiana:

o   La estructura de la clase debe cambiar. Habrá de cambiar el formalismo de introducción – desarrollo – conclusiones.

En un principio – como premisa - el docente tendrá que dedicar parte del tiempo de su clase a conocer de sus estudiantes con qué recursos TIC cuentan (celulares, tabletas, computadoras, conexión, etc.); condiciones en el hogar para recibir las clases, quienes de la familia lo apoyan en el momento de la clase o extracurricularmente (según el subnivel de educación)

No puede prevalecer la rigidez de todo lo que se programe, se imparta, siendo necesario establecer márgenes de flexibilidad para la clase, donde el estudiante realmente pueda comprender y aplicar, de aquí un giro en la metodología de abordar lo esencial (definiciones, fórmulas, ilustraciones, ejercicios que no conduzcan a modelos de repetición, sin razonamiento alguno, todo esto como material complementario previo), ¡es necesario ganar tiempo!, dado que es muy complejo estar dos, tres horas ante una pantalla de un medio electrónico para ambos: profesor - estudiante.

Se requerirá de partir de ejemplos prácticos, de la vida cotidiana, donde asumimos que el estudiante (siempre los tiene) conocimientos básicos del tema a desarrollar, siendo ésta la clave “mágica” en el desarrollo de la clase; en el caso de las conclusiones, deberán partir de los estudiantes más avezados, pero a la vez discutidas en el seno de la clase (bien con antelación a nivel de equipos) y discutidas (sincrónica o asincrónicamente en la clase siguiente)

No todo el peso puede caer sobre el docente, ni deberá prevalecer la exposición por parte del mismo, de aquí que su rol cambia.

Disculpen se me acaba la página, continuaremos…



[1] Tomado de https://es.statista.com

[2] A fecha de 29 de marzo de 2021, se habían registrado más de 300 vacunas candidatas para prevenir el coronavirus a nivel mundial. De estas, cinco vacunas basadas en el virus inactivado, cuatro basadas en vectores virales no replicantes, dos basadas en ARN y una basada en subunidades proteicas se encontraban ya en uso.

lunes, 19 de abril de 2021

El fiel en las clases híbridas.

Partamos de la definición de dos de los términos del nombre del artículo de hoy, comenzando por fiel y no refiriéndome a fidelidad, sino a esa “aguja que juega en la alcoba o caja de las balanzas y romanas, y se pone vertical cuando hay perfecta igualdad en los pesos – realmente masas - comparados”

Entiéndase, si en el plato de una balanza de laboratorio coloco un vidrio reloj que contiene 5 gramos de sal común, en el plato contrario, las pesas que ubiquemos habrán de sumar el mismo valor y la aguja del fiel, deber marcar cero.

¿Y en el caso de híbrido? El primero que nos viene a la mente, cuando estudiamos biología (enseñanza media superior o bachillerato y en el caso de las carreras universitarias vinculadas a la salud) es cuando se procrea un animal o vegetal por dos individuos de distinta especie o descendiente de padres genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter.

Si nos salimos de ese campo y nos trasladamos a otro ejemplo es el caso de los autos que pueden funcionar tanto con combustible como con electricidad.

Hasta aquí todo bien, pero ¿y en el caso de las clases híbridas? cuya salida a “la luz” surge a partir de una respuesta institucional (ministerio o secretarías de educación o universidades) públicas o privadas al desarrollo de las clases en tiempos de pandemia.

Muchas modalidades han sido “experimentadas”, por ejemplo: en los grados terminales (últimos años de bachillerato) en que los estudiantes por ser “mayores” se supone que están más comprometidos, al acercarse su graduación, más madurez.

En la enseñanza universitaria resulta algo similar, donde el compromiso es más inclusive; estos asisten en modo presencial un par de días a la semana y el resto remoto o virtual, aunque todo depende de la naturaleza de la carrera en función de clases donde sea alto el componente práctico.

En los menores – preescolar o kínder, primaria – lo que más afecta o incide es la ausencia de las relaciones entre los propios estudiantes y por ende el debilitamiento de la socialización, a lo anterior se suma la no necesaria preparación académica de los padres en apoyar a sus hijos, el factor tiempo de estar en una sesión de 4 a 5 horas a la par; las condiciones en el hogar, condiciones que llamo TIC (conexión, dispositivo, etc.)

Pero basta que – desfavorablemente - sin importar la edad, ni el nivel de educación, que “aparezca” un estudiante con síntomas de gripe, fiebre, tos, para que provoque “un alto en el camino” y las instituciones recurran a un plan B, no necesariamente previsto, recurriendo a que las clases se trasladen a la modalidad remota, donde el aula se convierte “mágicamente” en ¿comedor, cuarto, sala?, a lo que se suma la inercia del mismo horario, posiblemente lo más fácil, atado a las horas clases programadas por el docente y por el cual se les paga.

Como suele suceder, quienes cambian o se adaptan primero a los cambios es el mundo empresarial – no podemos olvidar que, en el mundo universitario, los cambios curriculares se deben a lo que las empresas requieren, necesitan – pero lo anterior no resta en ningún momento que la Educación, espere pacientemente a que la pandemia concluya lo antes posible para volver a la normalidad y aquí no ha pasado nada y regresar al plan A.


Es necesario que los pedagogos, expertos, indaguen y propongan las mejores opciones, que se estudian las mejores experiencias, sin trasladar automáticamente un modelo X, dado que cada entorno es diferente y me refiero desde país, hasta la escuela. Por lo visto el fiel, en clases, aún no marca cero al estar “sus platos” totalmente desbalanceados.

¿Y del profesorado? Imposible olvidar, pero sobre esto lo abordaremos en otra publicación.

lunes, 12 de abril de 2021

+ - 1

La evaluación siempre ha sido un factor vital, estrechamente ligado a la educación, al menos desde que vamos a la escuela, donde siendo pequeños, los padres asisten rigurosamente (temerosamente algunos y otros más confiados) a las reuniones para la entrega de boletines de notas y de conducta.

Con la edad y el paso del niño o niña a preadolescente y luego adolescente, un tanto cambian las reglas del juego, tal vez se "alejan algo" de los resultados numéricos y se limitan a indagar en, ¿Cómo vas en las notas?

Ya cuando pasan al mundo universitario y sobre todo en primer año -período de incertidumbre, de certeza o no en la carrera seleccionada, de adaptabilidad, de inmadurez a algo de madurez - prácticamente se disipa el vínculo: familia - estudiante. Experiencias tendrán muchas mis ex compañeros, yo aprovecho para contarle, una personal.

Nos encontrábamos en el proceso de aplicación de los exámenes a estudiantes de nuevo ingreso en las asignaturas de matemática y español (no siendo obligatorios), que dependiendo de los resultados y de ser aprobados, a los estudiantes se les convalidaban la clase regular del período; de quedar aplazados se les remitían a los llamados cursos propedéuticos con el objetivo de garantizarles las herramientas básicas necesarias para una y otra asignatura.

Si bien el propósito era estimularlos, realmente los resultados eran desalentadores. "Caían como moscas"; En una ocasión saliendo de mi oficina, coincidí con un grupo de estudiantes provenientes de la biblioteca donde expresaban o mal expresaban que habían quedado aplazados, por !un mísero punto!

Detuve al que llevaba "la voz cantante", lo saludé y tras los trámites protocolares - de respeto, de identificación - le pregunté lo del punto "miserable" y que ¿Cuál había sido su preparación real para el examen. Ninguna, me expresó.


Pero, ¿por qué se molesta?, !Profe, ... por un punto!; Le respondí "si te entiendo... tu nota fue de 69, ¿sí?, pero no estudiaste, le reclamé. ¿Y si hubieras obtenido 71? !Cool profe, cool!, fue su respuesta.

¿Cool?, un sinónimo de la palabra traducida al español - cool = frío -, era fresco, en mi caso, lo traduje algo así como conformista, "ya veré si en la próxima ocasión estudio un poco más...". Respuesta que catalogo como "perdida de tiempo, desechable para algunos jóvenes, mientras que para otros constituyen los primeros "escollos" en el mundo universitario.

¿Y para los padres, cuándo nos reclamaban de los resultados, enjuiciándonos que !TODOS, habían sido aplazados! Tratábamos de palear la respuesta, mostrándole con datos que no era cierto (obviamente con el mayor respeto) ya que si en un grupo de 20 estudiantes, 4 habían aprobados, por qué su hijo o hija, no eran de ese grupo reducido?

Inclusive, hubimos de conversar con varios de los estudiantes aprobados, y nos indicaban que se habían preparado inclusive con apoyo de tutores; también lo hicimos con otros cuyos resultados fueron bajos y reafirmaban su no preparación, o que nunca ni en el bachillerato, les agradaban los números, haciendo alusión a la matemática.

Apuesto a que aquel estudiante ya posiblemente graduado de la universidad, si la corta conversación que tuvimos, le sirvió para bien, en este momento en la maestría que cursa, se estará esforzando por el + - 100.

Nota: el término cool, procede del inglés, y que en esta ocasión, no es un acrónimo, sino un adjetivo traído directamente de esta lengua extranjera, donde su pronunciación en castellano es exactamente la misma que en el idioma anglosajón. 

lunes, 5 de abril de 2021

¡Cuando abandonan el nido!

No hace mucho viendo un documental sobre la naturaleza y los animales, “su modus vivendi” o manera de vivir, en particular visualizaba una serie de aves – de la misma especie – que volaban formando una V en el aire.

Por lo visto un líder al frente, que en ocasiones era suplantado por otro en función del cansancio del primero y así se remplazaban unos y otros en la propia manada.

¡Interesante y bella vista, además de cuanta inteligencia se desbordaba en el porqué de la formación, los cambios de puestos, las épocas del año que solían ser las mismas cada año, donde todo ello debía tener una respuesta!

Acaso, ¿migraban o emigraban? Analizando un tanto, ambas definiciones, encontraba lo siguiente: Migrar es trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente; emigrar, abandonar el propio país para establecerse en otro extranjero, o abandonar la residencia habitual en busca de mejores medios de vida dentro del propio país… y, ¿por qué lo hacían? Cambio en las condiciones climáticas, lo cual incidía en la búsqueda de la alimentación; ¿Por qué volaban con esa formación? La respuesta: para protegerse de otros depredadores.

Todo esto lo relacionaba con el comportamiento sobre todo de los jóvenes que migran o emigran e inclusive inmigrar para trasladarse a un país extranjero para radicarse en él o instalarse en un lugar distinto de donde vivía dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida.

Si estableciese un paralelismo entre las aves y los y las jóvenes cuando alcanzan en la generalidad de los casos la mayoría de edad (bien sea para migrar, emigrar o inmigrar) son hechos ¡casi idénticos!

Si bien ha de resultar muy difícil para los padres aceptar el que los hijos “vuelen”, soy del criterio que hay que entenderlo, claro, analizándolo tal vez como una especie de aliciente del porque lo hacen. ¿Conocer el mundo?, ¿la búsqueda de un trabajo que permita independizarse económicamente, aunque no necesariamente sea una carga para la familia?, ¿relaciones en el seno de la familia, que no son las mejores?, ¿la posibilidad de crear una nueva familia o no?

Evidentemente para las personas jóvenes que toman esta decisión, es un paso serio, que implica un proceso de madurez, de mucha reflexión, resultando imperioso la necesidad de ser escuchado y también escuchar la opinión de los padres.

¿Y el día que suceda, cuando el o ella migre? Estar al tanto (padres – hijos), de hacia dónde “vuela”, comunicarse y desearles lo mejor, porque tal vez, en alguna ocasión nosotros los padres tuvimos necesidad de migrar.