lunes, 25 de enero de 2021

La evolución de la tarea ante la educación virtual.

Mencionar la palabra tarea para un estudiante constituye un elemento común, sabido y mencionaría que hasta cultural: (Profesor:) “… jóvenes y como tarea de hoy tendremos…”; (estudiantes:) “¿Para la próxima clase, profesor…?”

Reforzado por – al llegar a la casa – (mamá:) “Hijo, ¿Qué te dejaron de tarea?”; el padre más tarde, (padre:) “…hijo, ¿ya hiciste la tarea?”

Vocablo que ha transcurrido con el tiempo, prácticamente inamovible, de generación en generación, acción que facilita acepciones genéricas como: 1. Lo que orienta el profesor al terminar la clase; 2. Lo que los padres exigen al estudiante que realice al llegar de la escuela.       

No obstante analicemos una definición más clara de esta palabra, tarea: 1. Labor o trabajo que realiza alguien (como son las propias del hogar, las cuales debieran ser atendidas por todos los miembros de la familia) y 2. Trabajo que debe hacerse en tiempo limitado.

Sencillamente el profesor dicta o presenta la tarea (diapositiva, escribe en la pizarra o señala páginas del libro y el o los números de los ejercicios a realizar); hasta aquí hecho que se ejecuta o lleva a cabo con la Educación presencial (o convencional) donde se requiere y exige la presencia obligatoria del alumno en el aula, donde el aprendizaje es dirigido mediante un profesor, quien en su función más tradicional es explicar, aclarar y comunicar ideas y experiencias.

Pero, ¿y ante la Educación remota o virtual? Al no ser presencial cara a cara, cambian las herramientas en que se apoya el docente, pasando a la modalidad asincrónica, entiéndase comunicación que se establece entre personas de manera diferida en el tiempo, es decir, cuando no existe coincidencia temporal o no hay intervención de las dos partes, en nuestro caso estudiante y profesor, que no están unos frentes a otro como puede ser un aula, laboratorio, sino distantes entre sí: cada cual en su casa en el mejor de los casos.

¿Cómo hacerle llegar la tarea, entonces? En la educación remota o virtual, para lo cual una condición vital es contar con recursos tecnológicos como son la conexión vía internet, computadora de escritorio, laptop u ordenador, así como celular, de modo tal que el estudiante reciba la tarea, a través de: correo electrónico (e-mail), foros (donde se discuten los contenidos de un tema específico), Wiki(s) [1] alude al nombre que recibe una comunidad virtual, cuyas páginas son editadas directamente desde el navegador, donde los mismos usuarios crean, modifican, corrigen o eliminan contenidos que, habitualmente, comparte. Por ejemplo: Wikipedia, un proyecto donde se desarrolla una enciclopedia libre en Internet.

Otras vías resultan los blog (sitio web que recopila cronológicamente textos, artículos[2] cortos con contenido actualizado y novedoso sobre temas específicos o libres, e impresiones de uno o varios usuarios sobre una temática común.)

Indiscutiblemente que para su aplicación de cualquiera de las vías antes mencionadas, tanto el docente como el estudiante deberán poseer conocimientos – competencias digitales – habilidades, necesarias para una adecuada comunicación y cumplimento exitoso de la tarea.

A lo anterior se sumará una correcta planificación, orden y no uso excesivo de una u otra esencialmente por parte del docente. Como hemos mencionado anteriormente y en más de un ocasión, las exigencias para las y los profesores ante la Educación remota o virtual es enorme, de aquí la necesidad que las instituciones capaciten formalmente al profesorado.



[1] El término wiki​ (palabra que proviene del hawaiano wiki, «rápido»)​

[2] Estos artículos se conocen en inglés como "post" o publicaciones en español

lunes, 18 de enero de 2021

Una nueva “cepa” de Evaluación ante el Covid (o no) Parte II y final

En el artículo anterior analizábamos cambios posibles de como evaluar en línea o de forma remota, donde sugeríamos darle más peso a la evaluación formativa y menos la sumativa, estableciendo para ello como una primera estrategia de hacer uso de exámenes “finales”, ser éstos enviados por email o LMS en forma individual estableciendo un plazo de tiempo cerrado para su entrega, teniendo en cuenta que no se pueden usar las mismas preguntas para una prueba presencial que para una virtual, no puede ser puramente memorística, tampoco pueden ser del tipo test, sino preguntas que requieran reflexionar, teniendo en cuenta además establecer un sistema para resolver las dudas que surjan a los estudiantes durante la prueba, por ejemplo: Un foro de consulta o un chat. 

Otras opciones, que llamamos “cepas”(1)  para la evaluación en línea serían: la sustitución del examen final por una videoconferencia profesor/alumno; recurrir a la autentificación basada en reconocimiento facial. Profundicemos en ellas. 

Pruebas basadas en una videoconferencia profesor-alumno: en esta ocasión será necesario optar por preguntas que nos permitan validar o verificar que el estudiante ha seguido el curso, eligiendo para ello también alguna pregunta que permita sintetizar los contenidos que se han estudiado, evitando siempre las preguntas memorísticas.

El tiempo ha de ser breve – siendo individual -, ya que no es un examen en línea, sino una validación de los conocimientos y habilidades del estudiante.

En el caso de realizar Pruebas con reconocimiento facial: Deben valorarse muy bien las diferentes opciones tecnológicas para escoger la mejor herramienta, siendo importante para ello brindar al estudiante previamente cómo funciona, qué datos se recogen, cuáles se procesan, cuáles se utilizan…; Es vital en todos estos casos con el uso de la tecnología, establecer un plan B por si surgen problemas con la tecnología o de cualquier otro tipo, recordando que no todos los estudiantes tienen acceso a recursos tecnológicos, así como conexiones “rápidas”.

De todo lo anterior no puedo deslindar el comportamiento del estudiante en cuanto a conectarse en línea debidamente, participar, la entrega de trabajos bajo la modalidad asincrónica conlleva a una alta responsabilidad, que debieran normarse, reglamentarse al menos en los primeros años de la universidad, así como el empleo de competencias digitales y blandas, las cuales deberán primeramente definirlas, darlas a conocer para posteriormente ser evaluadas.

Hube de trabajar en instituciones públicas y privadas, donde en las primeras la asistencia era voluntaria, no así en las privadas siendo obligatorias y normadas con determinados porcentajes donde perder la asignatura. No queda duda que la exigencia favorece la formación en valores del estudiantado.

Finalmente dejo claro que no existe una sola fórmula única, de aquí la necesidad que cada institución debe adaptar las ideas y propuestas a su modelo educativo, analizando cuáles son las actividades de aprendizaje, que mejor se adaptan a las asignaturas y a aquello que queremos que aprendan, similar en el caso de las herramientas tecnológicas. 

Es importante que no se deje atrás el proceso de aprendizaje con esta reflexión sobre la evaluación en línea. Les recuerdo que no se enseña para evaluar, sino para que nuestros discípulos aprendan a aplicar.

[1] Tomamos como alusión la palabra cepa, como mutación o cambio que pueden producirse en los virus como es el caso del COVID.


lunes, 11 de enero de 2021

Una nueva “cepa” de Evaluación ante el Covid (o no) Parte I

No cabe la duda que la pandemia ha cambiado prácticamente todo en nuestras sociedades, es un hecho real, tangible, pero si trato de particularizar dirigiendome específicamente a la Evaluación del estudiantado por parte de los docentes, el “sismo o terremoto” supera el valor de 7 en la escala Richter.

De caras presenciales o caras tras pantallas que oscilan desde 15.6 a 7 pulgadas, con la opción de ocultar pantalla y en el mejor de los casos ocultar micrófono; de la necesidad de sumar nuevas estrategias de enseñanza-aprendizaje ante (no necesariamente) la carencia de la disciplina que se requiere para recibir las clases. Les recuerdo que los celulares, su objetivo inicial fue el de comunicarse para conversar o dialogar inalámbricamente (1) , dar o recibir clases por esta vía resultaba un sueño impensable. 

Antes de valorar posibles recomendaciones que conduzcan a reflexiones, debo abordar ciertas definiciones, como son: Evaluación de los aprendizajes y tipos de evaluación. 

La Evaluación de los aprendizajes, considerado como un proceso sistemático de reflexión sobre la propia práctica, deberá sustentarse en el análisis de las características y logros de los estudiantes, en la atención a los ritmos de aprendizaje y fundamentalmente en el objeto concreto de la evaluación misma: el aprendizaje construido por los estudiantes.  Evaluación que debe ser contextualizada, cualitativa, cuantitativa, democrática, permanente y formativa, creativa y constructiva. 

En cuanto a tipos de Evaluación, tenemos tres tipos: Diagnóstica, formativa y sumativa, donde profundizaré en las dos últimas.  

La formativa, persigue un fin educativo, y se orienta hacia la mejora permanente del estudiante, a través de pruebas sistemáticas, donde el docente debe proporcionar por escrito – vía remota, lo cual incorporamos - sugerencias y/o orientaciones necesarias para superar sus desaciertos, con miras a mejorar la calidad de sus aprendizajes. Función: detectar errores, confusiones, dificultades, etc.

Mientras que la Sumativa, siendo la más tradicional utilizada por los profesores (donde suelen aplicarse en las evaluaciones parciales y finales en las que el estudiante alcanza la calificación de aprobado o reprobado), la cual resulta en muchos casos meramente reproductiva del conocimiento, NO promoviendo el desarrollo de competencias establecidas en los estudiantes. 

Definiciones que me conducen en sopesar, la viabilidad de una sobre otra, dándole mayor importancia a la ponderación en el caso de la formativa y la reducción significativa o total de pruebas finales o parciales (o largas, por su duración, que pueden comprender una o dos horas clases) por pruebas cortas (10, 15 minutos) y sistemáticas, lo que implica mayor frecuencia de evaluaciones, entiéndase un proceso de evaluación continua.

Otras alternativas en cuanto a estrategias podrían ser: De realizar algún examen final, considerarlo como una actividad más y no final que determine la promoción o no del estudiante; en el caso de realizar pruebas finales en línea o en modo remoto, pudieran emplearse las siguientes variantes. 

1. Ser enviadas por email o LMS en forma individual estableciendo un plazo de tiempo cerrado para su entrega, teniendo en cuenta que no se pueden usar las mismas preguntas para una prueba presencial que para una virtual, no puede ser puramente memorística, tampoco del tipo test, sino preguntas que requieran reflexionar.

Lo anterior acompañado por un sistema para resolver las dudas que surjan a los estudiantes durante la prueba, por ejemplo: Un foro de consulta o un chat. 

Otras “cepas” para la evaluación en línea serían: la sustitución del examen final por una videoconferencia profesor/alumno; recurrir a la autentificación basada en reconocimiento facial. 

Detalles que, por problemas de espacio, analizaremos en la próxima edición, luego …continuaremos

[1] La compañía Motorola en la década de los 80, generó el primer modelo de teléfono celular comercial, el DynaTac 8000X. Este tenía un peso de 870 gr. Y un costo de $3,995.00 dólares americanos

lunes, 4 de enero de 2021

La experiencia que nos deja…

Muchos han sido los cambios – diría que necesario – a raíz de la pandemia, donde prácticamente no hubo instituciones estatales y privadas que no se vieran afectadas, tales como: salud, economía, turismo, educación, transporte, entre otros.

En lo social, desempleo, para los que continuaron empleados: reducción del salario, así como de la jornada laboral, pasar a la modalidad de teletrabajo o modalidad remota desde la casa que en muchos casos las condiciones resultaban tal vez básicas o diría que precarias.


Súmale a lo anterior el estrés, la ansiedad, la incertidumbre ante la probabilidad del contagio, el confinamiento, los estudiantes en las casas, los padres en el mejor de los casos convertidos en “tutores”, tratando de apoyar a los mismos, donde necesariamente no estaban académicamente preparados y mucho menos en el campo de la tecnología.

Diría que toda esta situación vivida – y que por lo visto continúa, con la esperanza de las nuevas vacunas, lleguen a todos/as de forma gradual (¿un año, dos?) – nos conduce a experiencias que nos cambiaron nuestro comportamiento en un período de un año (muy corto para muchos) y que dada la rapidez conque sucedió todo, entiéndase la extensión de la pandemia con sus nuevas olas o rebrotes, me atrevería a asegurar que la atención a ¿qué modificar en cuanto a políticas, procedimientos, normas, reglamentos, leyes, decretos, capacitaciones, etc.? No fueron atendidas por las instancias que le correspondían – que en la generalidad de los casos dependían de los que deciden, generándose un vacío en la comunicación -, de aquí que trabajásemos prácticamente con el gran interés de hacer las cosas bien, con responsabilidad y disciplina en lo personal, predominando la creatividad, el trabajo en equipos.

Si lo particularizo, en el campo de la educación (sin menospreciar el sector salud), el esfuerzo fue extraordinario, ¿pero cuando regresemos a la supuesta “normalidad”, ¿qué sucederá?, ¿Dejarán de invertir más el Estado y las instituciones privadas En el sector de Educación? ¿volveremos a la modalidad presencial y en el peor de los casos a la tiza y pizarra o marcador, o el uso del data show o proyector presentando diapositivas tras diapositivas, con monólogos aburridos?, ¿ausencias de técnicas de enseñanza – aprendizajes sin tener en cuenta las competencias digitales y blandas o interpersonales?, ¿desaparecerá lo asincrónico, retornando a la “tarea” pura y simple?

El horario escolar ¿será el mismo?, clases por secciones, por ejemplo: de 7 am- 1:20 pm (6 horas continuas separadas por cambio de asignatura y un receso de unos 20 minutos), no respetando la llamada higiene escolar en la que se incluyen: carga general de estudio y trabajo, su alternancia con el descanso, además de factores de carácter físico (iluminación, ruido, temperatura, ventilación, características del mobiliario y de los materiales escolares), tenemos también los riesgos psicosociales afectados por grupos de clases con cantidad excesiva de estudiantes, que limitan la atención individual del estudiante, el aprendizaje mismo, el control de la disciplina, afectando significativamente el nivel de capacidad del docente.

De no analizarse todo lo antes mencionado con profundidad – por cierto, hay mucho más de que hablar o escribir – al igual que muchos consideran por las limitaciones que tuvimos en el año recién culminado, que fue un “año perdido”, simplemente involucionaremos y si bien se vio innegablemente afectada la calidad de la Educación, haremos extensible como una pandemia subliminal – que siempre afecta más a los países tercermundista – el bajo nivel de escolaridad, la carencia de mejores profesionales.

En fin, hay mucho porque trabajar más en Educación.