lunes, 28 de agosto de 2023

El difícil arte de opinar.

He sido testigo como expositor o conferencista a través de diversas plataformas en el campo de la educación, pero también como invitado, donde tengo la percepción, que cuesta que los participantes opinen.

De aquí algunas interrogantes, ¿no agradó?, ¿no logré motivar?, ¿fue sencillamente un compromiso de asistir virtualmente y como suelen hacer los estudiantes, apagar la cámara y solo activar el micrófono?, ¿temor escénico, ante una opinión en el seno de los participantes?

El desarrollo de clases bajo la modalidad virtual, conocido como Webinar, que se generaliza en diversos subsistemas de educación (enseñanza primaria,  media, bachillerato, superior, técnica), prácticamente resulta nueva, a partir de la suspensión de clases presenciales (2020 - ) prácticamente en todo el globo terráqueo, donde el retorno del docente y estudiantes en un aula de clase físicamente, oscila, ante nuevas olas o bien garantizando las medidas básicas de higienización (distanciamiento, lavado de manos, mascarillas y otras)

Modalidad que ha permeado a padres de familia, tutores, que en muchos casos genera desconocimiento por el uso de la tecnología (ante la diferencia entre generaciones), o la realidad de no poder apoyar a los estudiantes cuando están recibiendo las clases sea en el horario regular o en el momento que el estudiante disponga al estar “colgadas” las mismas en la “nube”

Y, ¿cómo lograr que opinen, que participen? Cualquiera sea la modalidad empleada, sería un elemento básico conocer a quien “tengo delante” (sentado en una silla presencial o virtual), por lo de aquí la necesidad de conocer el perfil de los mismos.

Colegio o instituto de procedencia, centro privado o estatal, la aplicación - previa - de un diagnóstico que permita conocer al docente, las fortalezas y debilidades del estudiante; en el caso de niveles superiores, entiéndase universidad (maestrías, posgrados, especializaciones), se requiere, como parte del perfil, empresa para que la cual trabaja, responsabilidad, país de procedencia, entre otros.

Logrado lo anterior, podrá permitir a quién imparte la clase, “navegar” en un contexto un tanto más familiar versus lo desconocido, no dando “palos a ciega” de con quien se comunica.

Una comunicación fluida – entre ambos actores - permitirá al docente valorar un cierto nivel de comprensión “en vivo”, de como se va desarrollando el proceso de enseñanza – aprendizaje; que, de no lograrlo, la retroalimentación será nula y por ende con un cierto matiz de frustración para el que la imparte.

¿Qué hacer si nos encontramos ante un 0 - 10 % de participación? Habrá que reflexionar, que nos faltó. ¿Intercalar las preguntas a los participantes y no al final de la exposición?, que en el caso del chat, que puede generarse en la medida que se va desarrollando la exposición, los estudiantes opinen y el docente controle para responder dichas opiniones, en el momento oportuno.

Por qué no, estimular al estudiante o bien – conocido el perfil de los mismos -, realizar preguntas directas, que conlleven a la discusión sobre la opinión de otro de los participantes; el empleo de preguntas que sirvan de “detonantes” y que por su naturaleza “reten” a su público.

Una clase, cualquiera sea la modalidad a emplear (presencial o virtual) o la forma de organización de la enseñanza (conferencia, clase práctica, laboratorio, seminario, visita de campo, etc.) que emplee, sino conlleva a un diálogo, entiéndase
“Conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas y comentarios de forma alternativa”; “Discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución”, pudiera resultar un real fracaso, al no establecerse una adecuada comunicación.

lunes, 21 de agosto de 2023

Si por un momento…

En las propias redes es común algo así como el reclamo de que tiempos atrás fueron mejores, cuando no nos “enredábamos”, donde los niños a la hora de jugar en el barrio, las relaciones eran muchos más saludables, sin conocer en este tiempo al menos en el campo de la educación, las competencias blandas/habilidades socio-emocionales tales como empatía, comunicación asertiva y efectiva, etc.

Para los varones bastaba con una pelota de trapo (compuesta de calcetines viejos enrollados), jugando a las 4 esquinas; que decir de la rayuela[1], y otros. En fin, una vida más sana.

En la escuela bajo el brazo o en la mochila se cargaba con los cuadernos, libros, donde no podían faltar los lápices de grafito, de colores, el borrador o goma de borrar, el cartabón, la regla, etc.; que decir de asistir a la biblioteca para buscar información y solucionar las tareas -por supuesto nada de asincrónico, todo presencial- donde el trabajo se hacía ¡EN EQUIPO!

Pasaron los años y llegó la tecnología, como parte de la revolución industrial 3 (1969), de la mano de la informática, donde comenzaron a programarse las máquinas, lo que desembocó una progresiva automatización; en el propio siglo XX, surgieron específicamente computadoras u ordenadores, celulares y tabletas[2].

Posteriormente y llegamos al actual siglo – donde solo han transcurrido 23 años – arribamos a la llamada Industria 4.0, o Cuarta Revolución Industrial[3], donde surgen las fábricas inteligentes y la gestión online de la producción, que a su vez se integran con las organizaciones y las personas; cambios dirigidos como mencionábamos, primeramente, a la industria y posteriormente en la educación.  

Revoluciones que suelen generar mayor productividad en todos los ámbitos (salud, educación, industria alimentaria, transporte, etc.), una vida mucho más dinámica, rápida, en gestiones, en resultados (aunque no para todos, productos de las brechas sociales, económicas), pero que también genera desempleo, donde máquinas suplantan a los seres humanos.

Pero es una realidad, la cual nos absorbe a todos y todo; como preámbulo, ¿qué hubiese sido sin la informática en el período pandémico del COVID-19, dónde prácticamente el planeta Tierra, “dejó de girar sobre su eje”, y en particular en el campo de la Educación, donde la tarea de docentes, estudiantes, padres de familia resultaron titánica.

Luego, ¿pelearnos con la informática?, IMPOSIBLE. La historia recoge que el impacto en las personas con la primera revolución industrial aparte de generar desempleo, provocó disminución del trabajo artesanal, uso de mano de obra infantil, migraciones del sector rural a la ciudad, que por lo visto tres revoluciones industriales después  continúan; pero no es todo, la tecnología nos ha traído aislamiento en niños y jóvenes, falta de comunicación, entiéndase individualidad y un sinnúmero de problemas sociales que prácticamente estamos descubriendo.

¿Qué hacer?, los docentes deberán ser preparados en el campo de la informática, manejar las diferentes aplicaciones, deberán establecerse normas en cuanto al uso de los medios tecnológicos y lo más importante – siendo la parte débil de la tecnología - es brindar amor, respeto, comprensión, afecto, escuchar y ser escuchado…, ¡ahí estará la solución!

Nota: esta solución no es nueva, por cierto, mis padres, profesores, me educaron con ella y no sabían mucho de las revoluciones industriales, luego… manos a la obra.



[1] En América Latina, solo por poner algunos ejemplos, se llama Pisé, La Semana o Avioncito en Venezuela, en Cuba se llama El Pon o Peregrina en Puerto Rico.

[2] Estas últimas salen al mercado en el año 2001 cuyo prototipo fue desarrollado por la empresa finlandesa Nokia, la Nokia 510 webtablet, de dos kilos y medio de peso y una pantalla táctil de diez pulgadas

[3] La primera revolución industrial (donde se construyó la máquina de vapor patentada por James Watt en 1769), significó el paso de una economía agrícola a una economía industrial. En resumen, supuso el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales vividas hasta ese momento. El concepto de Cuarta Revolución Industrial lo acuña en 2016 Klaus Schwab, el fundador del Foro Económico Mundial

lunes, 14 de agosto de 2023

Para gusto… incoloro.

Necesitaba desconectar un poco y salirme de la rutina de escribe, escribe y escribe…, esencialmente porque la “musa”[1] no aparecía o bajaba por ninguna parte, por lo que opté por visitar una sala de cine donde se proyectaba una película más de las tantas que oscilaba entre los géneros de terror – fantástico – aventura – comedia – acción – suspenso.

Si bien no soy crítico de cine, pero si (creo que) caigo dentro de la clasificación fans, analizando la misma, la primera hora, cumplió su cometido; tensión; pero la segunda hora de la misma, ya era de levantarme del asiento, porque las exageraciones de lo sobrenatural, ya no daba para más.

Sin embargo, opté por finalizarla, una hora más sentado bajo techo con aire acondicionado, en un asiento extensible, recuperar el costo de la inversión, bien valía la pena; además la tranquilidad de que en esa tanda, nos encontrábamos solamente una familia integrada por una abuela, hija y nieto, los tres mega tiburones y yo.

Le comenté el resultado a parte de mi familia, que no malgasten ni tiempo, ni dinero, pero obviamente era a modo de sugerencia, que tal vez para los nietos era admisible… en fin quedaba a criterio de ellos asistir o no[2].

Al día siguiente, con mi café programado para las 9 am después de 4 horas de haber ingerido el primero de la mañana – daba lectura al periódico (en un mundo complejo donde los seres humanos no logramos ponernos de acuerdo) y en la página donde se mezcla la cinematografía, con la farándula, una película sobre una muñeca, tras 17 días de estrenada superaba en ganancias la cifra de $1000 millones de dólares.

Película anterior, ligado a una fuerte campaña de historias, tráiler o avances, donde primaba el color rosado, es decir todo un mercado de convencimiento – consumo muy bien planificado –, que conllevaba a una asistencia masiva de personas.

¿Realmente estoy equivocado en cuanto a mis gustos, cuando tropecé con la misma piedra una vez más al asistir a una película – la primera - tan incolora (sin color) e insípida (sin sabor) como el agua (a pesar que predominaba un entorno acuático) ?; ¿están acaso equivocados los cientos de miles, millones de personas que han asistido tras el juguete rosado donde a través de la misma se destaca la feminidad?

No queda dudas que en todo esto predomina el elemento gusto (y por lo visto los colores), por una parte y por otra la necesidad del entretenimiento – objetivo esencial del cine y de otros tantos medios audiovisuales –, donde por un momento de dos a tres horas, nos olvidamos de los problemas individuales y familiares, del uso del celular (¡espectacular!), a pesar de tensarnos a la espera que salga de la pantalla “el monstruo marino”.

¿Recuerdan que planteaba que la “musa” había desaparecido? Sin embargo, un “pececito” de 25 metros de largo fue en este caso el causante del presente artículo.

Les soy honesto, casi no he dormido la noche anterior, pero aquí está el artículo del cual usted es testigo.


[1] En la mitología griega, las musas son, según los escritores más antiguos, las divinidades inspiradoras de las artes: cada una de ellas está relacionada con ramas artísticas y del conocimiento.

[2] Las críticas no estuvieron del lado del tiburón gigante, ya que la película fue catalogada por algunos como predecible y carente de emociones auténticas. Sin embargo, a nivel global recaudó un poco más 145 millones de dólares. 

lunes, 7 de agosto de 2023

Una singular lista de cotejos

Siempre me gusta recurrir a las definiciones de una palabra a partir de la cual trato de ubicar no solo a lo que quiero llegar, sino también a evitar un posible error y en el mejor de los casos “construir” algo como puede ser este artículo, luego comencemos por lista y cotejo.

¿Lista? Convierten conceptos abstractos en tangibles y nos ayudan a poner nombre a nuestros pensamientos. Las mismas nos ayudan a organizar la información y podemos visualizar los patrones y las relaciones entre las diferentes ideas.

¿Cotejo? Comparación y examen de dos cosas para apreciar sus semejanzas y diferencias.

Y, ¿una lista de cotejo? La definición en este caso se convierte para los docentes en un instrumento de evaluación, cuya estructura – la más sencilla – muestra una serie de indicadores (acciones[1]), donde las posibles opciones son Si o No y puede añadirse una sección (observaciones) donde puede expresar algún u otro inconveniente.

Instrumento que al estudiantado debe ser presentado con antelación, para que conozca “las reglas del juego”; pero en este caso la singularidad que les propongo, es que a diferencia de las anteriores sea solo para usted a modo de organización.

Seleccionarás un tema y sobre la base del mismo comenzarás a escribir en INDICADORES las acciones a realizar, por ejemplo: Una actividad inusual, poco común, diferente a como los has venido haciendo – como es celebrar un cumpleaños a tu pareja.

Que en función del tema habrá que tener en cuenta, según mi propuesta algunos elementos tales como:  el factor económico (sería recomendable prever esta actividad con tiempo ahorrando) , la fecha, el lugar y reitero que sea diferente a los tradicionales, los rutinarios y otros como consultar a amistades en modo secreto que ayuden a enriquecer sus acciones; comienzo con mi propuesta de indicadores.

1.       Buscar en internet un bar - restaurante donde se pueda pasar un rato agradable inclusive bailar

2.       Solicitar el servicio de mariachis

3.       Seleccionar un regalo que sea distintivo: flores, chocolates.

4.      

¿Pero si su poder económico – al tener determinadas limitantes - no le permite algunas de las acciones propuestas anteriormente?

1.       Preparar una cena elaborada por usted. Nota: si no sabe cocinar, ¡aprenda!

2.       Comprar algunos globos o chimbombas.

3.       Regalar una flor (ya no el ramo), solicitada a un vecino o amistad.

4.       Buscar canciones previas en su celular.

5.      

Y otras muchas, las cuales dejo a su creatividad, pero recuerde haga la diferencia y no olvide a la hora de seleccionar en su lista (de cotejos) marcar Si, Si, Si, …



[1] Una lista de cotejo es un cuadro de doble entrada en el cual se anota en la columna izquierda una lista de criterios (palabras, frases u oraciones) que señalan con claridad las acciones, tareas, comportamientos, habilidades o actitudes que se desean evaluar de un proceso de aprendizaje.