lunes, 30 de diciembre de 2019

No es nostalgia…


Soy un crítico del uso excesivo de las redes sociales, a través de las diferentes plataformas, pensando en el gran tiempo que se pierde en ver y ver, comentar y comentar, sin embargo me parece que Diciembre resulta un mes diferente el cual comprende – a diferencia de los meses anteriores de nuestro calendario – fechas tan necesarias, como el día de la navidad y el último día del año.

¿Por qué necesarias? Las considero momentos oportunos para recibir y compartir citas acompañadas de los mejores deseos muy pro positivos, aspirando a lograr en el próximo año lo que no pudimos lograr en el período que termina o al menos mantener valores muy relacionados con la familia y acciones: amor, dinero, salud y otros.

Para los que ya nos han caído algunos almanaques encimas el amor y la salud, sobre todo esta última suele priorizarse ya que la “máquina perfecta” (nuestro cuerpo) requiere de alguna reparación biológica – un familiar muy allegado me comenta “a los adultos mayores, sino nos duele algo, es que estamos muertos”- con la aspiración de durar más y más, a pesar que cada persona la ve y la vive de una manera completamente diferente, porque las circunstancias de cada una son completamente diferentes a las de los demás.

En las redes al menos – como cómplice de hacer lo que detesto, reitero el uso del tiempo, más cuando esperamos en función de alguna gestión – suelo apreciar y compartir las imágenes de las belleza de mi país, más cuando estamos fuera de la tierra que nos vio nacer. ¿Alguna justificación o argumento al respecto?

Ajeno a las noticias de índole político donde se reciben infinitos comentarios de bandos contrarios que sobresaturan con noticias llenas de titulares, con la alta probabilidad de ser falsos positivos (concepto que está conformado por dos términos que nos refieren un escenario de verdad que no termina siendo y tal y que suele aplicarse en diversos contextos tales como en la política, la estadística, en informática, en medicina, entre los más corrientes)

Noticias que humanamente, en particular en la política - suelen separar familias, distanciarlas – y que simplemente pierden ambas partes, respetando obviamente criterios que en ocasiones logrando algo de exactitud, se requiere escuchar “las dos caras de la moneda”, no con el afán de vencer uno u otro, sino acercarse a la posible realidad de lo que sucede.

No presto la atención en los problemas sociales – siempre existirán fundamentalmente la inequidad –, dificultades como calles deterioradas, basura acumulada en la calle, edificios a punto de colapsar, escasez y otras que no son exclusivas de un país, es que acaso ¿las sociedades o problemas sociales, no resultan complejos?

Pasando la página (entiéndase los tres párrafos anteriores) “¿…argumento al respecto?”, que aprecio de mi país: el ámbito cultural (los colores de mi bandera ondeando, mi gente en la calle donde se grafican las costumbres, no puedo olvidar los platos típicos, qué decir de la música, que hace bailar al que no puede o no quiere, los símbolos patrios, el color azul del cielo y el mar, retomar el hablado y sus modismos, sonrío silenciosamente cuando escucho una palabra que hacía muchos años no escuchaba, que decir cuando apreciamos programas televisivos actuales y de antaño que me traen mayor número de gratitudes, que de nostalgias.

Todos estos recuerdos vivos, forman partes del año que termina y de los nuevos años por vivir; espero que usted que vive fuera de su país por cualquiera fuese la razón, dedique no hoy que acaba el año, sino siempre recordar a los suyos siempre.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Rostros


Posiblemente – dada las fiestas navideñas y fin de año – sea significativo el número de personas a nivel global que recurran a la toma de fotos, vídeos, los cuales suelen compartirse a través de las redes sociales. Para tener un noción en cuanto a número de celulares – recurso tecnológico que ha desplazado, cámaras, teléfonos convencionales, etc. – en el mundo se planea un estimado de 5.000 millones al finalizar 2017, equivalente a un 66% de la población mundial.

Situación que se incrementa de tener en cuenta las tarjetas SIM (acrónimo en inglés de Subscriber Identity Module, entiéndase módulo de identificación de abonado) que responde a una tarjeta inteligente desmontable, lo que ascendería a que 7.800 millones, el 103% de los habitantes del planeta “puedan” tomar fotos.

Fotos de familia, de amigos/as, de colectivos de trabajo, personales (llamadas autofoto, ​ autorretrato o selfi, también conocida con las voces inglesas selfie o selfy) que para algunos críticos lo consideran una enfermedad (“selfitis”) provocado por el deseo compulsivo obsesivo para tomar fotos de uno mismo y publicarlos en los medios sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y para llenar un vacío en la intimidad, aunque en lo personal no me preocupa y que con el tiempo, la madurez dicha compulsión se reduce.

En esta ocasión me referiré a las autofotos o fotos de los colectivos de trabajo, donde no necesariamente existen las mismas relaciones que en una familia funcional, en el cual existen diferentes áreas – todo dependerá del tamaño del colectivo – y que no suelen ser ocasionales estos “recuerdos gráficos”, es posible que se vean en el comedor, en el parqueo, en búsqueda del bus o ruta en la parada próxima al centro de trabajo, en fin poca cohesión donde tal vez la institución o entidad es la propia responsable de no haber logrado formar ese colectivo, empoderándola como parte de la misma.

Si usted analiza una de las fotos, sus rostros, cada uno ellos pudieran ser la imagen donde se describe su estado emocional (de ello se encarga la Morfopsicología), y fundamentalmente a partir de la sonrisa – donde alguien mencionó previamente: “miren el pajarito, whisky” – de la cual si bien se han llegado a distinguir aproximadamente unos 18 tipos de sonrisa, solo destacaremos seis.

La cómplice: sonrisa en la que no siempre se muestran los dientes pero en la que se percibe una mirada diferente; La de bienvenida: sonrisa amplia, sincera y educada; La seductora: acompañada de una intensa mirada; La incómoda: apenas levanta la comisura de los labios, si logra alcanzar la sonrisa, ésta realmente se convierte en una mueca; La confiada: corresponde a las personas que ya han trabajado mucho su manera de sonreír, y su expresión facial siempre será la misma y la fotográfica: muestra con gratitud toda su dentadura, sonrisa que suele ser forzada y muy amplia (también llamada sonrisa cheese o sonrisa botox)

Para terminar me queda la foto del ausente, no importa su rostro, pero si en el caso que este fuese por casualidad el del director, gerente, que no tuvo la “gentileza” de retratarse con el colectivo, es posible que no sea una persona querida, luego lo mejor que hizo fue no salir en la foto.

¿Por cierto cuál es su tipo de sonrisa? ¿Tiene dudas? Recurra al espejo y verifíquelo o busque en las fotos compartidas, como quedó.

lunes, 16 de diciembre de 2019

¿Un nuevo matrimonio?



La decisión de aceptar a su pareja para toda una vida, a veces no resulta tan sencillo como pensamos, sobretodo cuando ya se ha estado casado, lo cual indiscutiblemente resulta una derrota de dos personas que apostaron alguna vez a no equivocarse y sin embargo la relación falló. 

Comúnmente cuando hay una separación – no tratando en este momento el factor hijos producto de la relación - para ambos, hombre y mujer, donde suelen crearse diferentes escenarios, donde todo dependerá del entorno en el momento de la separación.


Ella que trabaja, todo una profesional, por tanto no tendrá ninguna dependencia económica del ex – esposo, a lo anterior se suma si tiene su propio hogar, por tanto él a “la calle”. Que aunque parece sencillo, a veces no lo es, ya todo dependerá del tiempo, de las costumbres, de los hábitos establecidos en el periodo que haya durado la relación anterior. Él obviamente tendrá las mismas opciones, aunque a veces los “machos” suelen no aceptar “la derrota” y tratan de convertir la “nueva vida” en un bacanal. 

Pasa el tiempo, adultos al fin y al cabo, donde ambos tienen igual derecho a buscar una nueva pareja. Las estadísticas demuestran que el 75% de la gente divorciada, vuelve a casarse en el plazo de cinco años. La soledad, dice un refrán que es mala consejera. ¿Luego? Estar “listo o lista”, implica factores muy importantes. En primer lugar, es necesario estar seguro de que usted y su pareja se aman verdaderamente. Segundo, debe haberse tomado el tiempo necesario para tratar correctamente todas las cuestiones emocionales, sufridas antes y después del divorcio. 

Tercero, debe tener muy en claro la razón por la cual desea estar nuevamente en pareja. Cuarto, debe preguntarse si ya está preparado (en todo sentido) para trabajar y esforzarse por cuidar su nueva pareja.

Si su ex-pareja no le fue fiel, tanto emocional como físicamente, es muy posible que no pueda confiar en una nueva persona. De esta forma, se vive permanentemente condicionado por las experiencias previas. Por otra parte, existen los prejuicios sociales los que nos llevan a estar en pareja, sin estar enamorados. Es muy posible que, inducido por la sociedad, usted piense, "no soy feliz en soledad" o "hay algo mal en mí si no estoy en pareja". 

Esto es completamente erróneo: hay mucha gente feliz que vive sola, sobre todo en los tiempos que corren. La plenitud y la felicidad no pueden provenir únicamente de una pareja, y los lazos afectivos tienen éxito solo cuando quienes los integran, ya son felices y se sienten completos y satisfechos con sí mismos. 

Debo recordarle que la idea del cuento de hadas –en la que usted encuentra a su príncipe (o princesa) soñados, con los que vivirá feliz por siempre-, es solo eso: un cuento. Siempre existirá competencia, desafíos, y desacuerdos ocasionales. Y por mucho que confíe en una persona para formar una pareja exitosa, usted deberá examinar fría y racionalmente si está o no preparado para realizar el compromiso y esfuerzo que conlleva dicha relación. ¿Cumple usted los cuatro puntos para una nueva pareja? ¿Sí?, ¿No? ¡Piénselo mejor! 

lunes, 9 de diciembre de 2019

¿Gustos, personalidades diferentes?


A pesar de que estamos cansados de escuchar que el aspecto físico no es lo verdaderamente importante mientras que la personalidad sí lo es, los estudios demuestran que nos gusta mirar a las personas atractivas por simple placer estético, siendo mejores atendidas, mejor consideradas como personas (su belleza exterior se extiende a su interior: simpatía, competencia, bondad...), y se cree que tienen posibilidades de un futuro mejor y de ser más felices que las no atractivas.

Este comportamiento generalizado se observa desde la infancia, donde los niños guapos tienen más probabilidades de ser elegidos como amigos y menos de ser culpados por los profesores de mal comportamiento, por lo que posteriormente van a desarrollar una mayor confianza en sí mismos y una mayor autoestima.

También las personas consideradas por la mayoría atractivas va a influir en que les sea más fácil el relacionarse con otras personas y sean menos reservados a la hora de hacer amigos o parejas. Tienen más posibilidades puesto que saben que gustan mientras que sus amigos o parejas se van a sentir más valorados al ser "elegidos" entre una amplia oferta.  Existen una gran cantidad de características comunes entre las personas que establecen una relación íntima. La raza, la edad, la inteligencia, el nivel socio económico y educativo, la religión, los valores..., son características que solemos compartir con nuestras amistades y pareja.

Las personas solemos querer proseguir una relación con aquellas en las que encontramos similitudes, sobre todo en la personalidad. La teoría de que las complementariedades se atraen no está justificada, aunque sí puede pasar que en una pareja ambos miembros se vayan volviendo complementarios o desarrollen y se intercambien diferentes papeles según la ocasión (por ejemplo, ser un buen oyente cuando el otro necesita hablar).

La razón de que nos gusten las personas que comparten cosas con nosotros es la de que nos apoyan en nuestras convicciones. Pensamos que si el resto está de acuerdo con nosotros, nosotros debemos de estar en lo cierto. Esto nos agrada y hace que nos gusten esas personas que nos hacen sentir a gusto con nosotros mismos, también aquellas de las que recibimos halagos.

¿Y en el caso de las personas que no son semejantes en su actuar, en sus gustos? Simplemente habrá que ceder uno y otro. ¿No le gustan las películas de amor a usted y a ella sí? Llévela al cine, y aunque le trinen los dientes, tómele la mano y recuerdo años mozos. 

Posiblemente esa noche no duerma en el piso. Otro ejemplo crucial de discusión lo es el control remoto del televisor, que tenerlo a veces constituye un mal llamado poder.

¿Entonces? Hay dos opciones: O lo presta a su compañero (a) y usted se queda ahí, a su lado mostrando una real comprensión de estar junto con su pareja, no por lo que aprecia, sino por la posibilidad misma de compartir un agotador día de trabajo, junto a su ser querido o tal vez una opción más cara: comprar otro televisor, pero que a la larga (y a veces corta) usted perderá su propio espacio en lo referente a su puntos comunes de unión o intereses, con la persona a la cual ama o comparte, como parte de su vida. 

Recuerde que la felicidad responde a pequeñas acciones o manifestaciones a alcanzar. 




lunes, 2 de diciembre de 2019

¿Dialogar o discutir?


La interrogante del artículo de hoy nos conlleva no solo al significado de una palabra u otra, sino también a comunicarnos de forma satisfactoria, aunque no necesariamente se llegue a un voto “unánime” y sí al menos a un consenso. ¿Dialogar - Dialogo? 1. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. 2. Discusión o trato en busca de conformidad o unión. 


¿Discutir – Discusión? Contender y alegar razones contra el parecer de alguien. De darle una nueva lectura a las dos definiciones antes expuestas apreciamos términos como “… en busca de conformidad o unión” y por otra parte “…razones contra el parecer de alguien” que por lo visto nos da una señal de belicosidad, de agresividad, este segundo término.

¿Cómo solucionar lo anterior, qué “antibiótico” tomar? Una posible solución es recurrir a la empatía, o capacidad de situarnos en la piel del otro, y la asertividad, mediante la cual conseguimos trasmitir claramente nuestras opiniones, incluso las menos aceptadas por los demás, sin que hieran a nadie ni supongan agravio ni menoscabo para nuestros interlocutores.

¿Cuántas veces llegamos a casa y sin que nadie de la familia haya tenido culpa alguna, nos auto maldecimos y maldecimos por alguna que otra contradicción banal, insustancial en el trabajo? ¿Motivos que nos llevaron al exabrupto? Estrés del mismo trabajo, la personalidad difícil del interlocutor, los problemas con los niños o con el o la cónyuge, o por cualquier otra razón,

¿Solución? Podemos decir lo que pensamos educada y equilibradamente, sin agredir a nadie ni molestar. Y todo ello, naturalmente, sin ceder en lo que consideramos fundamental  y evitar, así, que las (a veces inevitables) discusiones nos lleven a donde no queremos. Una primera constatación útil es que resulta muy difícil convencer a los demás.

Y la segunda, que en la mayoría de las ocasiones no es tan importante conseguirlo. Lo que sí reviste trascendencia es que podamos expresar y defender nuestras ideas y posiciones ante lo que se discute. Que se nos atienda y se nos entienda. 

En ocasiones, merece la pena discutir, porque estamos seguro, convencido que nuestra razón debe ser oída y contrastada y que perfectamente puede tener un impacto positivo acorde al tema tratado.

Es muy humano, la necesidad de mostrarnos y de hacer saber a los demás el lugar que ocupamos en el mundo. Porque tan sólo quien se expresa existe de verdad y (de vez en cuando, al menos) habremos de corroborar nuestra propia existencia. 

Partamos de una premisa básica, que guiará nuestra interacción con los demás: el hecho de que tengamos nuestra razón no equivale a que tengamos la razón. Ejercer la libertad de expresión nos debe conducir a respetar que la persona a quien hablamos tiene derecho a emitir sus opiniones, a defenderlas y a que sean escuchadas.

El hecho de vivir en sociedad, siendo la comunicación una de las funciones que nos convierte en personas, por lo que expresarnos con libertad y convicción, aunque genere alguna que otra discusión, da fe de que vivimos, de que pensamos, de que sentimos, de que somos diferentes.

Y, quizá lo más importante, exponer abiertamente nuestras ideas transmite al exterior la siempre feliz noticia de que nos interesa lo que piensan y sienten los demás.

lunes, 25 de noviembre de 2019

¿Por qué tantas asignaturas desaprobadas? (2da parte y final)

¿Cómo remediar tantas asignaturas desaprobadas? En la edición anterior hicimos referencia a que un elemento importante es que los padres y madres escuchen a sus hijos, no siendo este el único elemento que puede proporcionar un giro de 180 grados. ¿A cuáles otros podemos recurrir los padres y madres? La verdad es que encontrar estas causas no es fácil y menos hacerlo los padres solos. El problema del éxito escolar es complejo ya que es un tema donde influyen mucho las relaciones humanas y éstas son una asignatura difícil. 
La ayuda de los maestros suele ser muy valiosa siempre que los padres y madres vayamos a ellos con una actitud adecuada. Los y las docentes no poseen una “varita mágica” que asegure el éxito de sus estudiantes. Pero sí tienen datos del rendimiento del muchacho y observaciones de su comportamiento en clase. Ellos dan su versión, que puede ser muy objetiva, aunque no totalmente, pero es muy importante. Después, los padres, hemos de hacer los deberes a que nos hemos comprometido.

Porque de nada sirve hacer muchas visitas a la escuela o instituto si, cuando salimos de la entrevista, no apoyamos al menos, las tareas en casa. Es como ir al médico y no tomar las medicinas. Ayudar a los hijos a hacer los deberes en casa, valorando el trabajo individual que nuestro hijo ha de hacer fuera de la escuela. Enséñale a anotar en una agenda – por qué no en el propio celular - las tareas con precisión, a organizar el tiempo en casa (hacer horarios con tiempos de estudio y de descanso), proponerse metas cortas...
Suele darse el caso también que como causa de los malos resultados, el estudiante no tenga las habilidades creadas o formadas para el estudio, el cual puede lograrse con la ayuda extraescolar de un profesional que, individualmente, le enseñe a estudiar y le proporcione los conocimientos necesarios para cubrir las "lagunas" que seguramente tiene. Con frecuencia, el fracaso de un alumno se debe exclusivamente, por ejemplo, a un problema concreto de lectura.
Otro elemento a favor, es darles responsabilidades a los hijos en casa desde que son pequeños. La experiencia escolar demuestra que los alumnos que colaboran en casa responsablemente - ponen la mesa, sacan la basura, hacen la cama, colaboran en la limpieza..., suelen tener más éxito en los estudios que aquellos que no hacen nada.
Un estudiante pocas veces admite que no es capaz de sacar adelante una asignatura. Su orgullo y su amor propio le impiden reconocer su falta de habilidad para el estudio o su falta de conocimientos previos necesarios (lo que se conoce como "lagunas") para seguir aprendiendo, por lo que prefiere dar la imagen de vago antes que reconocer otros problemas, ya sean emocionales o intelectuales.

Los padres y madres, que somos los adultos responsables que tiene a su lado el estudiante para ayudarle, debemos tener el temple suficiente – inclusive a veces sin la preparación académica necesaria, por lo que puede recurrir a algunas de las recomendaciones realizadas - para ofrecer a nuestros hijos, ayudas y alternativas racionales que le permitan desarrollarse como persona de forma satisfactoria.

lunes, 11 de noviembre de 2019

La autoestima y la seguridad en si mismo.


No hay nada como al despertar – tras una taza de café - o tras al regreso del trabajo o en un momento de descanso darle lectura a temas que nos haga reflexionar y posiblemente revisarnos a sí mismo o compartir con la familia, amigos, hijos, aspectos que nos permiten identificar los valores de nosotros, los seres humanos. ¿Comenzamos?

Todo niño o niña normal nace con el potencial necesario para alcanzar la salud mental, siendo indispensable para lograr este objetivo el poseer una autoestima elevada, que se fundamenta en la creencia del niño o niña de ser digno de amor y que importa por el hecho de existir, sintiendo que se valora y respeta su individualidad.

El niño o la niña poseen cualidades y recursos internos suficientes para gustarse a sí mismo. Desde que nace aprende a verse como considera que le ven las personas que le rodean. Su imagen la construye en función del lenguaje verbal y corporal, de las actitudes y los juicios que sobre él emiten las personas que considera importantes.

¿Alta o baja autoestima? Evidentemente las cualidades de una u otra deberán ser antagónicas: La autoestima alta surge de las experiencias positivas, produce en los niños y niñas seguridad, propia aceptación y la confianza suficiente para poder realizarse en todas las áreas de la vida, Las expectativas sobre sí mismos serán apropiadas, alcanzando en el futuro la estabilidad emocional; por el contrario la autoestima baja da lugar a la inseguridad, una escasa resistencia a la frustración, un bajo sentido de quien es y provoca ansiedad. El niño o la niña se sienten inepto y carece de motivación para relacionarse de forma positiva o comenzar nuevos aprendizajes. Suele ser una de las principales causas de las conductas desadaptadas en la infancia ya que cuando el niño o la niña tienen un concepto negativo de sí mismo, cree ser "malo" y adecua sus comportamientos a este juicio.
¿Qué hacer nosotros los padres y madres en este sentido? El y ella deberán considerarse aceptado y amado incondicionalmente. No basta con que le demos todo nuestro amor, debemos asegurarnos que él lo siente y experimenta. 

Tendrá que percibir que se respeta y acepta su individualidad. Aceptar al niño o la niña significa sobre todo no confundiendo el valor de su existencia con el de su comportamiento, tendrá que sentirse valioso, útil y capaz, vinculado a los grupos que pertenece (familia, clase, etc.) y recibir de éstos seguridad y confianza; interiorizando formas de conducta positivas; debe desarrollar seguridad interior para afrontar con éxito las dificultades que se le presenten.

Para ello se le pedirá que concluya las tareas que comience, se le asignarán responsabilidades en función de su edad y capacidad, no se hará nunca por el niño o la niña aquello que sea capaz de hacer solo, se le ayudará a aceptar las consecuencias de sus acciones y a medir sus posibilidades antes de comenzar una actividad; otra forma de lograr elevar su autoestima, será a través de su confirmación como individuo donde cada niño o niña es único e irrepetible y necesita sentirse distinto a los demás. Finalmente, deberá adquirir pautas de conducta y una escala de valores personales que le sirvan de referencia para que su forma de pensar y actuar adquiera coherencia, para que aprenda a distinguir el bien del mal. Padres, madres y posteriormente educadores, las personas cuya estima y aprobación buscarán con más esfuerzo, ya que posiblemente serán los modelos que intente imitar. 

¿Ha valorado usted, si sus hijos son de alta o baja estima?

lunes, 4 de noviembre de 2019

¡Disciplinar!


Enseñar a un niño a comportarse de una manera aceptable es una parte esencial de su crianza. La disciplina varía con la edad y no hay una única manera de criar a los niños. Generalmente, los niños quieren complacer a sus padres. Los padres pueden integran este deseo de complacer a las actividades disciplinarias que les propongan a sus hijos. 
Cuando los padres demuestran su alegría y aprobación por algún comportamiento que les gusta, están reforzando el buen comportamiento de su hijo. El padre o madre no puede ser tan estricto que el niño o el adolescente no sientan el amor y la buena intención de estos, pero también el padre o madre deben tener control sobre sí mismos cuando están molestos o incómodos. Por ejemplo, si bien un grito de ¡no! puede atraer la atención de un niño pequeño que está a punto de cruzar la calle, también puede conseguir intranquilizar a un bebé que está llorando.
Cada familia espera un comportamiento diferente de sus hijos. A un niño se le puede permitir ir y venir cuando quiera, mientras que a otro se imponen unos horarios fijos para volver a casa cada día. Cuando los padres y los niños no están de acuerdo en estas reglas, deben tener un intercambio de ideas que les permita conocerse mejor. Sin embargo, los padres son los responsables de establecer las reglas y los valores de la familia.
Es más fácil evitar que un comportamiento indeseable empiece, que ponerle fin después. Es mejor colocar los objetos frágiles o valiosos fuera del alcance de los niños pequeños que castigarlos por romperlos. Los padres deben estimular la curiosidad dirigiéndola hacia actividades tales como hacer rompecabezas, aprender a pintar o leer.
Cambiar el comportamiento del niño puede ayudarle a obtener un mejor dominio de sí mismo, cosa que necesitará para ser más responsable y considerado con otras personas. Es por ello que los niños pequeños necesitan que sus padres les guíen y apoyen para comenzar el proceso de aprender a controlarse. Cuando los padres guían el proceso, el auto-control aumenta durante los años escolares. Los adolescentes pueden todavía experimentar y rebelarse, pero la mayor parte de ellos pasa por este período y llega a ser un adulto responsable, especialmente si desde temprana edad han experimentado un buen entrenamiento.
Está comprobado que las familias transmiten sus métodos de disciplina y sus expectativas a los niños de generación en generación. Cuando los intentos por disciplinar a un niño no tienen éxito, puede ser beneficioso consultar con alguien externo a la familia para que ofrezca sugerencias sobre la educación de nuestros hijos e hijas. 
¿Quién puede apoyarnos externamente? Los profesores, maestros los cuales nos pueden proporcionar elementos básicos de los problemas que debemos nosotros los padres y madres atender. ¿Por qué? 
Son las personas que conviven diariamente con nuestros hijos, no solo en el arte de brindar información científica para que la apliquen, sino también poseen el don de educar y orientar de forma adecuada la conducta, necesidades y aspiraciones, que de lograrlo de forma articulada padre – madre – escuela  podrá mejorarse el camino para que los niños aprendan lo que la sociedad espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de sí mismos. 
Por cierto, ¿cómo disciplina usted a sus hijos/as?

lunes, 28 de octubre de 2019

El trabajo, los hijos, el amor.

¡Seré tuya toda la vida! Esta breve introducción – algo cursi, por cierto – suele ser común tal vez, dentro de la gente joven y no tan joven (cuando se reavivan los sentimientos ante una nueva pareja al pasar de los años, sobre todo para aquellas y aquellos con algunos “almanaques arriba”, tienen derecho a dicha opción, ¿por qué no?) suelen manifestarse a su pareja, como señal de afecto, pasión, cariño, amor. La problemática es cuando el enamoramiento caduca, culmina, llega a su fin. Se ha comprobado científicamente que el enamoramiento en la pareja, suele concluir al cabo de los cuatro años aproximadamente, el cual coincide con el punto máximo de divorcios también de cuatro años, lo cual denota una relación directa: ausencia de enamoramiento igual divorcio.

¿Lo antes expuesto implica que no hay marcha atrás? En la medida que somos mayores (más edad) aprendemos que el “amor a primera vista” si bien es válido, justamente por ser “a primera”, posiblemente ella o él, que nos entra por los ojos, estará centrado fundamentalmente en el elemento físico y con menos énfasis en conocer un poco más, como es por “dentro”, entiéndase seriedad, responsabilidad, gustos, costumbres, hábitos, conducta moral, que no choca para nada, con un comportamiento juvenil, jovial, divertido. Estos “cabos sueltos” por supuesto serán hilvanados por el camino propio de la relación, que de alguna manera u otra se perfeccionan unos u otros producto de la búsqueda del equilibrio de la pareja, donde ambos deberán ceder. 

Así transcurre la vida y tras cuatro años o más, la relación de la pareja, puede que empiece a palidecer, (obviamente no estarán de acuerdo conmigo aquellos matrimonios que han pasado décadas y mantienen ese idilio, si así fuese) ¿motivos? Muchos: el factor hijo, se vuelve una realidad, constituyendo un elemento disociador de la propia pareja, sobre todo por el nivel de atención que merecen y que en la medida que crecen, que pareciera ser que podríamos independizarnos de ellos y ellas, no resulta tan sencillo, y para muestra un botón: No hace mucho me llamó una mamá solicitando  que por que su hijo, no estaba mas tiempo en la universidad, en función de sus estudios, que les exigiéramos más en los estudios de modo tal que eso le ayudara a controlarlo, porque ella ya no podía.   

Otro elemento que nos puede hacer “olvidar a nuestra pareja”, y por ende que debilite la relación, la “química” entre ambos, lo constituye el factor trabajo. Cuantas veces nos quedamos en la oficina, en la empresa, laborando y cuando nos damos cuenta el trabajo, han pasado mas de dos horas, en la elaboración de un documento, informe, crucial, que nos han pedido las autoridades y que “!de mañana no puede pasar!”. 

Posteriormente tomar un taxi – con el riesgo que ello implica – o un bus (peor) y llegar a casa con las completas, para un poco que calentar la cena y ya
extenuado, no escuchar las tareas y compromisos domésticos pendientes, los problemas de los hijos en la escuela, universidad, etc.  Todo lo anterior puede conducir a una rutina, que conduzca finalmente a que el amor “se apague” Si por casualidad usted o su pareja, se ve retratado aquí, piénselo. 

Está a tiempo, esta noche, aunque ya no nos quede dinero y estemos “palmado”, acueste a los niños temprano, el informe de mañana lo entrega en la tarde y recuerde los tiempos mozos. 

lunes, 21 de octubre de 2019

¿Sentimientos en la tercera edad?


Son varios los años en el que he utilizado parte de mi vida en escribir para lectores de medios escritos impresos y en formato digital (éste último relativamente reciente a través de las redes sociales), también a través de libros de textos en las áreas de ciencias naturales y sociales por más de 25 años para estudiantes de la enseñanza media.

¿Qué me ha permitido lo anterior? Primero haber cumplido un sueño y con ello una vocación incipiente desde casi los 16 años de edad, en un concurso para escritores de radio y televisión de mi país natal, quedando a nivel nacional en uno de los tres primeros lugares tras varias pruebas, pero lo que no llegó fue la carta para presentarme en la institución correspondiente.

¿Frustración? No, tal vez justificado por ser joven y buscar nuevos horizontes, además de los estudios universitarios, por ejemplo idiomas; pasaron los años – muchos – donde la experiencia de escribir, siempre siendo ¿aventurero, osado, emprendedor (término desconocido en la década del 90)? me permitió mis incipientes pininos - se refiere a los primeros pasos que se dan en alguna actividad, arte o ciencia, considerado un mexicanismo, es decir, una palabra propia del español de México) facilitados por algo un tanto semejante a lo que contaba en el segundo párrafo: una convocatoria para formación de escritores por un organismo a nivel internacional, llegando a ser seleccionado para representar a mi nueva casa (país) con una representación de 5 personas en un evento centroamericano.

Hoy décadas después con más tiempo, madurez, experiencia, condiciones una vida un poco más sosegada, menos estrés, dedicándome en un alto porcentaje a la escritura (nacida en la antigua Mesopotamia, y en concreto en el seno de la cultura sumeria, tres o cuatro mil años antes de Cristo, aunque en el caso particular de la primera gramática de la lengua castellana - y la primera de una lengua moderna europea -, publicada en 1492 por Antonio de Nebrija en Salamanca en su obra Grammatica) para lo cual me nutro fundamentalmente de un conjunto de insumos como son la lectura, la investigación, audiovisuales, recuerdos y sentimientos.

¿Sentimientos? Entiéndase, estado de ánimo o disposición emocional hacia una cosa, un hecho o una persona. Vista la definición y el nombre del artículo de hoy, la respuesta es sí. Hay personas que determinados hechos muy puntuales en la vida cotidiana (en los cuales me incluyo), nos hacen muy susceptibles donde fácilmente la respuesta se evidencia en una lágrima en una sonrisa (una u otra o ambas inclusive), por ejemplo: en el nacimiento de una hija/nieta; en la graduación de las mismas con el paso de los años, ante un familiar cercano que logra superar una enfermedad (con una combinación de ser escuchado por tus dioses y la aplicación de la ciencia), cuando cuentas con una persona que te ama y te lo demuestra en las buenas y las malas, en la ocasión que se toman decisiones difíciles y que con extraordinarios esfuerzos ante una nueva cultura logran vencer los obstáculos y llegan a posicionarse con trabajos honrados, dada la disciplina y perseverancia con los que nos educaron nuestros padres.

Pero no solo en el ámbito familiar, digamos un programa televisivo donde se compite musical o deportivamente y vence la persona o equipo a la cual en cuestiones de minutos, capítulos o temporada te ha sido el o los más afines. Todos estos hechos que en su conjunto constituyen tips (Nota: tip es un término inglés que puede traducirse como “consejo” o “sugerencia”, recomendaciones que se hacen respecto a un tema), que alimentan mi felicidad y las convierto periódicamente en letras y que hago llegar a mis lectores.

¿Mi intención? Hacerlos reflexionar y de ser posible que se vean inmersos en uno u otro de los párrafos y tal vez para arrancarles una lágrima, una sonrisa (o ambas)

lunes, 14 de octubre de 2019

Ah. ¡La Familia!

Parto de la premisa, que siempre es bueno recordar y sobre todo aquello que nos transmiten las mejores experiencias y aprendizajes, que de ser viables ser transmitido a hijos, nietos, padres, docentes, de aquí la siguiente anécdota. 

Un amigo de la infancia, vecino solíamos jugar bien en mi casa o en la suya con juguetes camioncito, aviones (casi imaginarios, ya que era muy rústicos, y con cierto deterioro), siempre siendo un poco observador y curioso (la semilla lejana de estudiar y graduarme como Licenciado en Pedagogía con mención en Química) una o más diferencias entre su familia y la mía eran las siguientes: cuando su papá se despedía para irse al trabajo, la mamá (Isabel) llamaba a sus hijos (realmente 5 niñas – dos de ellas gemelas - y un niño) para que se despidieran de Rolando padre; pero el detalle no se detenía ahí, igual sucedía al regreso del papá donde todos/as acudían con una alegría tal en la que se evidenciaba una educación de respeto y admiración.

Terminado ese culto (no a la personalidad) ya la mesa estaba casi lista – todos/as colaboraban en trasladar los alimentos de la cocina al comedor, papá Rolando en un extremo, su esposa a un costado y el resto de la multitudinaria familia de hijos (6) listos a deglutir los alimentos, a la espera de que papá comenzara. Allí, se abordaban aspectos vinculados a que tal el colegio de los más pequeños, de mamá Isabel que era docente y a él también le preguntaban sobre su trabajo (era controlador de vuelos en el aeropuerto, cuyas historias eran de soñar con aviones de verdad, lejos de los nuestros con que jugábamos)

Pero, ¿qué sucedía en mi casa, en mi familia a la hora de que mi padre se fuese o llegase del trabajo? El escenario era otro, somos 4 hermanos – una niña hermosa, pelirroja, pecosa -  y 3 varones yo el mayor), mi madre también trabajadora, pero… ambos  trabajaban en horarios diría complejo (mi padre de 10 am – 1 pm en un restaurante, excelente barman; mi madre más allá del trabajo de madre, de atención al hogar, en una industria de elaboración de productos farmacéuticos dentro de un horario diría más regular) lo que no permitía ni despedirlos cuando iban a sus trabajos respectivos, pero si a la cena, no estando papá, todos los hijos nos sentábamos a cenar a la vez, llevando la “batuta” (corto y fino palillo del cual se sirve la mayoría de los directores de orquesta para dirigir una obra), es decir la que llevaba los “pantalones” de la casa. 

El comedor no era tan amplio, unos comíamos con el plato en las manos, pero si era un espacio agradable para el intercambio de preguntas y respuestas y al final, entre los hermanos retirábamos los trastes (platos, cubiertos, vasos, etc.), botar en la basura los desechos (que no creo que eran muchos) y lavar los mismos; después correspondía sentarnos a ver la tele – en ocasiones con los pies recogidos - porque no cabíamos en la sala (recuerdo que una “silla” era el escalón para entrar a la cocina)

¿Qué había en común en toda esta extensa anécdota? La formación de valores desde pequeños, atención a los padres, colaboración, respeto, disciplina, EDUCACIÓN, proveniente del seno familiar. Hecho que se pierde – posiblemente, hoy en día – cuando se le otorga a la escuela, la “responsabilidad” de educar a los hijos. (CRASO ERROR); que decir de la ausencia de conversación a la hora de la cena, cuando cada cual está pendiente a un dispositivo (celular) cuya pantalla se ilumine, para ver ¡que es o quien es! 

Es más, es posible que alguno de los comensales esté ingiriendo alimentos con audífonos puestos. Les propongo algo – sí, a la familia - ¿sería posible a partir de hoy establecer una norma, donde queda totalmente prohibido el uso de celulares, al menos a la hora de la cena? Oigan bien: PROHIBIDO.

Les agradecería sus comentarios.

lunes, 7 de octubre de 2019

No todo el terreno está labrado…


Muchos son los factores que inciden en el bajo rendimiento de los estudiantes de primer año en la enseñanza universitaria: nivel que le antecede “un tanto más amigable” vinculado a la edad 14 – 16 años, siendo jóvenes con un cierto grado de inmadurez, ligado a las “grandes concesiones” que le permiten (algunos padres) en cuanto a excesiva tolerancia, disminución de la exigencia ante el estudio, así como el no otorgamiento de responsabilidades necesarias que les ayude a entender desde una temprana edad, el entorno social y económico.

Es poco probable que los padres deseen, que los problemas que ellos presentaron, la sufran sus descendientes.

¿Por qué toda esta introducción? Me apoyaré en una de las tantas anécdotas que a lo largo de décadas como docentes, nos suelen suceder, para aquellos que seleccionamos o no (donde no necesariamente nacimos con la vocación de ser profesor/a) ésta profesión tan digna.

Atendiendo – como ya conocen los que me siguen – el área de Estudios Generales, solía darle un seguimiento constante (durante años) al comportamiento de la enseñanza de la matemática básica y comunicación y lenguaje, tanto en los cursos de verano (duración de 4 semanas aproximadamente), como en los períodos semestrales (4 meses realmente); para estas etapas se realizaban acompañamientos a clases al personal docente, tras cada clase además de analizar el desarrollo de la clase con el propio profesor, de ser necesario conversábamos con los jóvenes la necesidad de esforzarse y de forma general señalábamos el no cumplimiento de las tareas, evitar el uso de celulares (terrible distractor, siempre que no se vincule a la clase), así como en caso de computadoras o tabletas, “vigilar al profe, para cambiar de sitio en la web”, comportamientos que no ayudaban a una mejor comprensión y por ende los resultados no eran los mejores.

En una ocasión (una) dediqué a realizar un resumen del desempeño de cada estudiante (600 en primer año aproximadamente) tras el primer corte evaluativo en todas las asignaturas, que cursaban en ese instante (semestre) por grupos de clases (más o menos 20) y con esos datos, previa comunicación a los docentes para “robarle unos 15 minutos de su clase” ir a cada clase (preferentemente de matemática básica) y compartir en el colectivo los resultados globales en el corte y posteriormente y de forma individual - en el seno de la clase - conversar estudiante por estudiante, los motivos de su desempeño, cuantitativamente, entiéndase notas.

En un inicio costaba escuchar a los estudiantes expresarse, se miraban unos a los otros, brazos cruzados, sus ojos (de algunos) buscaban que la pantalla del celular se activase, como forma de refugio. En la propia medida que íbamos de grupo en grupo íbamos ganando adeptos a expresar su falta de estudio, ausencias a clases (por justificaciones injustificadas), problemas personales, etc.

Íbamos “ganando terreno” en el valor – en lo personal lo considero muy necesario e importante - de ser autocrítico: “Sí profesor, fui yo el que cometí ese error de no estudiar lo suficiente y me doy cuenta de la necesidad de mejorar mi conducta”, hasta aquí perfecto estoy logrando mi objetivo: mejores resultados en el próximo corte evaluativo, ligado a cambios de actitudes y aptitudes.

Pero diría que llegó la hora cero, donde una jovencita – unos 17 años tal vez – levantó la mano solicitando la palabra en medio de un análisis de uno de los grupos, se la cedí y a continuación lanzó una interrogante, y varias afirmaciones que dé inicio me dejaron mudo: ¿por qué tenía que dar a conocer el resultado de cada estudiante en el grupo y no lo hacía individual?, ¡Qué si ella no estudiaba, era su problema!, ¡Sus padre confiaban en ella!, y!… ella económicamente podía pagar el curso de verano de las asignaturas aplazadas sin ningún problema!

El tiempo en buscar una respuesta me parecieron horas, y solo atine a expresarle: joven, respeto sus comentarios. Concluí el minuto 15 de ese grupo y en dirección a mi oficina, no dejaba de pensar y reflexionar que como administrativo y docente, junto a los padres de familias, tutores y docentes en general cuanto nos queda por hacer con nuestros jóvenes, sobre todo en su formación integral.

lunes, 30 de septiembre de 2019

¿La abro o no?

Ha escuchado alguna vez la frase “Abrir la caja de Pandora”, iniciemos por Pandora, 

¿Quién era ella? Indiscutiblemente tendremos que recurrir a la Historia. Inicio con Zeus, considerado rey de los dioses del Olimpo – en la antigua Grecia - y supervisor del Universo, también Dios del cielo y el trueno y por ende de la energía (hace entre 5000-6000 años, hacia el 3500 a. C); un segundo personaje lo es Prometeo Titán de la mitología griega el cual le robó el fuego a Zeus, para proporcionárselo a los humanos y que estos tuviesen la capacidad de hacer fuego obtenido de una chispa del carro del sol.

Zeus se enfureció ante tal osadía, encargando a su hijo Hefestos que crease a partir de arcilla a la primera mujer. Su nombre sería Pandora, cuyos dones otorgados por los Dioses fueron figura encantadora doncella (semejante en belleza a las inmortales), gracia y sensualidad, el dominio de las artes relacionadas con el telar y adornarla y el arte de mentir, seducir, así como un carácter inconstante-

Pandora fue rechazada por Prometeo y cedida a su hermano Pimeteo; Pandora le dio un regalo (proporcionado por Zeus) a su esposo por la boda, con una única condición en cuanto al regalo: ¡No abrirlo bajo ninguna circunstancia! 

La curiosidad fue más y finalmente la propia Pandora, abrió la caja (realmente una tinaja ovalada), saliendo de la misma los males del mundo: las enfermedades, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, el crimen y la vejez: aspectos que pudiera sintetizar en: daños a la salud de los seres humanos y antivalores.

Dos factores complejos de abordar y viables de reducir: uno a través de la instituciones médicas y la otra vinculantes a la educación desde el hogar (prioritaria) y como parte de la labor cotidiana por el sector Educación.

Hasta aquí pudiera valorarse que al menos con las entidades existentes en los rubros de la salud y educación, podamos cerrar la famosa caja; sin embargo no todo es color de rosa ante las grandes desigualdades entre las clases sociales (aumento de la pobreza, el desempleo, la marginalización, la discriminación, entre otras), que se acrecientan cada día y limita de modo significativo el acceso a estudiar y por otra parte a hacer atendido en un centro hospitalario de aquí que se conviertan para muchos, en instituciones excluyentes

Existe una particularidad para la población general que trabaja, actividad prioritaria – que en muchas ocasiones atendiendo a la necesidad de priorizar lo que “nos da de comer” – arrastrando a una desatención de los problemas familiares e inclusive de su salud misma, y en esto último acudimos cuando la probabilidad de jugar con un hábito disciplinario de atendernos, a lo que llamo prevención, sea muy tarde.

Ejemplos varios de historias basadas en hechos reales de amigos, familiares, vecinos, amistades, el lema común lamentablemente ha sido “si se hubiera atendido a tiempo…”; “su error fue priorizar su trabajo y desatenderse…”; un caso extremo lo constituyen las deudas como parte de la vida de consumo, y luego el alto costo de las medicinas, consultas, seguros que a duras pena cubren los gastos médicos y…, si suman todo lo anterior el factor que se repite es “m salud, no es una prioridad” por supuesto craso error.

Les recomiendo algo, de todo corazón; si tiene temor de abrir “su caja de Pandora” en el tema salud, decídase, habrá la caja a tiempo al menos con cierta periodicidad (sea preventivo) y atiéndase. Para concluir - retomando la caja de Pandora – cuando esta última trató de cerrarla, apreció que en el fondo de la de la misma había quedado el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella.

De esta historia griega, surgió la expresión “La esperanza es lo último que se pierde…” me tomo el atributo de añadirle : “… cuando nos atendemos a tiempo”

lunes, 23 de septiembre de 2019

Catálisis de un proceso degenerativo.

Posiblemente para un profesional de la salud le sea factible entender el nombre del presente artículo, que en mi caso la palabra catálisis me resulta familiar por haber estudiado pedagogía con mención en química, cuyo significado es el siguiente: 

“Es el proceso por el cual se aumenta la velocidad de una reacción química, debido a la participación de una sustancia llamada catalizador y aquellas que desactivan la catálisis son denominados inhibidores”, término que suelo emplear en ocasiones en la vida cotidiana, por ejemplo: “catalizamos la gestión que usted solicitó (padre de familia o estudiante), entiéndase fue acelerado” Nota: en este momento me entra la duda si lo han entendido; pero el caso que nadie se ha quejado.

Retomando lo de proceso degenerativo – evidentemente he tenido que documentarme para ello – lo relacioné a partir de que los adultos mayores a partir de una determinada edad disminuimos nuestro tamaño (altura), la cual se produce producto del envejecimiento en los huesos, los músculos y las articulaciones. 

Las personas suelen perder alrededor de media pulgada (casi 1 centímetro) cada 10 años después de los 40 años, proceso que se cataliza después de los 70 años, donde se puede perder un total de 1 a 3 pulgadas (2.5 a 7.5 centímetros); a lo anterior se suma el encorvamiento o encorvadura de la columna vertebral que en términos médicos es conocido como cifosis donde se produce un arqueamiento o redondeo de la espalda, relacionado con enfermedades como la osteoporosis (condición que hace que los huesos se vuelvan débiles, quebradizos y delgados) 

A partir de todo lo antes relatado, paso a la reflexión siguiente: Con la evolución de los seres humanos que llegamos a ser erguidos (dicho cambio postural le permitió la  posibilidad de ojear el horizonte por encima de la vegetación herbácea para buscar árboles o evitar depredadores, la posibilidad de transportar cosas, como comida, al tener las manos liberadas de la función locomotora, el ahorro de energía y el aprovechamiento de los recursos del medio para adaptarse a un ecosistema), distinguiéndonos del resto de los seres vivos, ¿hoy en día con el uso de celulares, teniendo ocupadas las manos (al menos una) estaremos catalizando una involución a que las nuevas generaciones sean de menor tamaño y de espaldas arqueadas?


Se plantean medidas para prevenir la pérdida de la estatura siendo estas: Consumir una dieta; mantenerse físicamente activo; prevenir y tratarse la pérdida ósea. Finalmente añadiría: evitar el uso del celular significativamente, que de no hacerlo… físicamente seremos diferentes, así de sencillo.

lunes, 16 de septiembre de 2019

El inicio de una clase es importante, no importa la edad del estudiante.

En la institución para la cual trabajaba se solían realizar al inicio de cada semestre seminarios con el personal docente, relacionado a temas diversos en el ámbito pedagógico (nuevas tecnologías, metodologías, cuyos seminaristas más allá de demostrar sus amplias experiencias, existía en los mismos un denominador común: la motivación. 

Se desarrollaban dinámicas, que involucraban a los participantes, arrastrando sonrisas, manos que se levantaban para opinar, indagar. Prácticamente las casi dos horas se iban “en menos de lo que canta un gallo” (dicho campesino), sin embargo hubo una que ocasionó discrepancias – que es saludable, discutible, que conlleva a reflexiones necesarias – donde los facilitadores (2), demostraron con lujo de detalle un sinnúmero de actividades basadas esencialmente en juegos pero para estudiantes de la enseñanza media – entre 12 y 15 años de edad – donde se mostraban vídeos de como comenzaron los mismos al inicio de un período corto (un mes aproximadamente) y como concluyeron, generando en los mismos (estudiantes) ¡CAMBIOS DE CONDUCTA!, tales como exponer, opinar, perdida del temor en compartir sus ideas, realizando aportes a problemas y sus posibles soluciones; en lo personal consideraba que la actividad cumplió su cometido ampliamente.

¿Qué contradicciones manifestaron algunos de los docentes participantes? “!.. Esas actividades no eran propias para estudiantes universitarios…”! Evidentemente que respeté la opinión de los mismos, pero no la compartía por varias razones, las cuales expondré a continuación: Hoy en día hay estudiantes que ingresan al primer año de la carrera con 15 a 16 años, lo cual no es factible que un estudiante tras haber finalizado el bachillerato, dos meses después al ingresar a la educación superior haya madurado lo necesario para ser más serio en el aprendizaje y no “jugar en clase, ya que la universidad es otra cosa”

Como parte de mis funciones me correspondía observar clases (acompañamientos) a profesores de estudios generales (asignaturas básicas: Comunicación y Lenguaje, matemática básica, sociología, filosofía, antropología y otras) donde aprendía cada día más (aprovecho para destacar que era un colectivo extraordinario, muy profesional), obviamente unas clases más relevantes que otras, pero siempre me atraían aquellas que rompían la (pésima y aún vigente en algunos casos) tradición de iniciar la clase planteando: “Buenas días o tarde, ¿hicieron la tarea? Y el tema o asunto que nos corresponde hoy es el siguiente…”

¿Qué hacían que era diferente, diría un giro de 180 grados? Saludaban, e indagaban como se sentían, que libro estaban leyendo como parte de la cultura general, que habían hecho el fin de semana que les había llamado la atención…etc. Inclusive a partir de los que contaban los estudiantes, el o la docente por arte de magia, retomaba el título de la clase. ¡EXCELENTE!

No hace mucho en un vídeo educativo en las redes sociales, apreciaba una fila de estudiantes para entrar al aula, pero previo a ello tenían que seleccionar (tocando) en un mural: dos manos, un corazón y una nota musical. De seleccionar las manos, con la profesora a la entrada chocaban las mismas; de seleccionar el corazón la abrazaban, en el caso de la nota musical, bailaban. En todos los casos se mostraban sonrisas, alegrías… cambios de conductas emocionales (para bien) en el comienzo de una clase. 

¿Viable para estudiantes universitarios? Categóricamente sí, ¿qué haya que cambiar la dinámica?, es posible. ¿Le parece inoportuno que le abracen?, ¿Chocar las manos?, no tiene edades, ¿bailar? Al menos a mí me encanta la música.

Ahora recuerdo que el día del seminario, por cierto, pusieron un vídeo musical de un conejo bailando, tirándose al piso, yo lo imité.