lunes, 27 de febrero de 2023

¿Un libro o una película?

¡No hay mejor regalo que un libro!, Con el texto al cual le das lectura aprendes, comprendes, mejoras tu ortografía, analizas la redacción, conoces sobre una época, historias de hechos que no conociste, además de la creatividad y profesionalidad del autor en trasladarte a un mundo de imaginación – sea real o ficción-, donde a lo anterior le sumo ampliar su cultura general.  

El libro en particular su título coincidía con el nombre de una película, de aquí que el mismo fuese utilizado para el filme como tal, cuyo guion era del propio autor, hecho que certificaba al escritor significativamente, de no solo atraer a los inversionistas para ser llevado a la pantalla, sino que se reflejaba un esfuerzo de años, acompañado de mucha investigación lo que conllevara a la seriedad del producto, predominando la realidad más que la ficción.

Si seguimos en orden, lo primero que vi fue la película ¡Excelente! Aprendí acorde al género (Bélico, drama - histórico) muchas cosas referentes a la época, conocer de la vida del protagonista, la de su familia, la toma de decisiones trascendentales, la vida de los “contrarios” … y otros que me permitió conocer parte de la historia – por supuesto no vivida, pero sí diría que rescatada -, obteniendo como producto final en el período de casi dos horas sin interrupción, (nada de palomitas) los hechos acaecidos esencialmente en las últimas 4 semanas de 1940, con algunos matices precedentes (1939)

Casi uno o dos años después llegó a mis manos el texto[1], cuya portada era la adaptación del cartel o afiche[2] de la película – evidente un elemento a su favor como parte del marketing para el lector – que si bien en el texto comprendía – como señalamos en el párrafo anterior – en esta ocasión relataba la vida de la persona (desde su nacimiento, padres, hermanos, hijos, su participación en un número de contiendas militares: logros y fracasos), por tanto abarcaba los finales del siglo XIX y parte del XX.

Estamos hablando de más de 300 páginas, los cual nos da una pauta de mucho mayor información además de conocer con más profundidad los vericuetos tras las bambalinas de lo que sucedía en cuanto a contradicciones internas y como mencionábamos la toma de decisiones del cual dependía la vida de los habitantes no solo del país de origen, sino de todo un continente que inclusive podría cambiar la geografía del mismo.

Si bien para gustos colores, cada recurso (película o texto) tiene sus ventajas y desventajas, el primero menos tiempo, pero percibido por la vista, acompañado de banda sonora, el segundo más tiempo – aunque dependerá de la avidez del lector - donde incorpora lo previo y lo pos de lo sucedido y su imaginación, a través de la lectura (inclusive acompañado por ilustraciones de la época), es la que proporciona lo que usted desee a pesar que los colores se limiten a blanco y negro.

La película si está en el cine, no la puedes detener, sin embargo, en un Streaming o plataforma, sí; el libro por su parte haces un alto haciendo uso de un marcador y continuar cuando lo desees.

Por supuesto que existen las opciones de películas mejores, que los libros y viceversa, además de tener en cuenta los puntos de vista del autor/a (con el mayor respeto) o bien de quienes dirigen el film, que en algunas ocasiones suelen responder a los intereses de un público, que compre los boletos de entrada, alejándose un tanto de la posible verdad.

Es cierto que inexplicablemente los libros son caros, el cine no deja de serlo, no todos tienen la opción de inscribirse en un canal de TV, pero en fin está en sus manos, decidir, hacer un esfuerzo de costo, disfrutar una u otra información, el cual dependerá de su interés por conocer, juzgar y OPINAR y ser escuchado.

¿Mi opinión? Me inclino por el texto (sea digital o físico). Y recuerde que pagar por aprender, ¡bien vale la pena!


[1] Segunda reimpresión en México abril del 2018

[2] Impreso, generalmente de gran tamaño, que se emplea para propaganda o con fines informativos y que se fija en paredes y lugares públicos o bien circula en las redes sociales.

Transformando vidas

Cuando me adentro al análisis de como ha venido evolucionando la evaluación de los aprendizajes nos encontramos hechos que denotan que poco hemos cambiado si parto de lo que se recoge en la historia acerca de la misma, por ejemplo: los chinos para integrar sus tropas para la guerra (siglo II A.C.) el personal era previamente evaluado: los más fornidos, aquellos que manejasen mejor sus armas, etc.; si me traslado un poquito más para acá, un poquito Siglo V (A.C) Sócrates -filósofo griego-[1], crea los cuestionarios, buscaba que el alumno analizara  e investigara por qué y el para que de las cosas.

Si nos vamos a D.C. apenas del siglo V-XV, identificamos que en las universidades la evaluación era a través de exámenes, que se llevaban a cabo en forma oral y presencia de lo que se llamaba un tribunal de maestros. Nota: ¿Qué? En mis estudios universitarios (siglo XX), ¡yo fui evaluado de ese modo!

Si me acerco unos tres siglos después Siglo XIX, encontramos que la evaluación de lo aprendido se realizaba a través de la capacidad de retener y almacenar -entiéndase memorístico- del alumno por medio de exámenes, fundamentalmente de lápiz y papel. La forma de valorar el trabajo escolar es por medio de la calificación (asignar notas). Nota: mm., por lo visto seguimos haciendo lo mismo. ¡No puede ser!

Acerquémonos más a nuestros tiempos (siglo XX) Michael Scriven (filósofo), 1967 introduce el concepto de evaluación Formativa y Sumativa, señalando que «… a partir de una evaluación hay una toma de decisiones», «La evaluación debe ser algo más que la aplicación de un test e instrumentos estandarizados» Nota: ¡Que bien vamos mejorando!

Y llegamos a nuestros días, cambios con el rompimiento de dogmas donde se incorpora en la evaluación de los aprendizajes un enfoque hacia las competencias[2] (duras, blandas, digitales) donde se contextualiza a los estudiantes como ciudadanos globales. Nota: ¡Ya me siento un poco mejor!

Algo que me faltaba, perdón lo cual omití desde un comienzo: ¿Definición de evaluación?, menciono dos:

·         «Proceso sistemático para determinar hasta qué punto alcanzan los alumnos los objetivos de la educación»

·         «Proceso de recopilación y utilización de la información para tomar decisiones»

Nota: uuuf me sigue sonado algo tradicionalista, por lo que les propongo una un tanto más ¿renovada?, vamos allá:

«Proceso sistemático que permita analizar la aplicación de los conocimientos del estudiante en su interrelación con otras personas en un contexto real, donde además integra los distintos aprendizajes, relacionarlos entre sí y utilizarlos de manera práctica en las posibles situaciones o circunstancias de la vida cotidiana»

Nota: en este instante, me siento ¡MEJOR!, ¿Por qué? se preguntará, porque coloca al estudiante como centro de atención en lo que debe hacer, cuando se menciona «… la aplicación de los conocimientos del estudiante en su interrelación con otras personas en un contexto real…», «… además integra los distintos aprendizajes, relacionarlos entre sí y utilizarlos de manera práctica en las posibles situaciones o circunstancias de la vida cotidiana»

Si las escuelas, los institutos, las universidades lo hacemos, no queda duda que realmente estamos haciendo, lo que debemos hacer los docentes: ¡TRANSFORMANDO VIDAS!


[1] Considerado el fundador de la filosofía occidental y uno de los primeros filósofos morales de la tradición ética del pensamiento.

[2] Aprendizaje que se apoya en un saber hacer, saber aplicar, saber ser

lunes, 20 de febrero de 2023

Es mejor reír que llorar

Cuando reímos, su manifestación mediante ciertos movimientos de la boca, ojos (por donde pueden ‘emigrar’ lágrimas inclusive) y otras partes de la cara, acompañados de la emisión de una serie - indicaría que gradual - de sonidos explosivos e inarticulados, como una evidencia de alegría, placer o felicidad.

Que de buscar un hilo conductor – término comúnmente utilizado en la pedagogía/didáctica en la preparación de una clase y su coherencia o vinculación con conocimientos ya adquiridos o abordados -, la risa también puede relacionarse con el llorar, siendo disímiles los motivos entre uno y otro comportamiento.

Lloramos en señal de dolor – donde un caso extremo, es cuando van a pinchar en el brazo para ponernos una vacuna y ya nos duele, lloramos inclusive de antemano, sin que la aguja haya penetrado -, ante la pérdida de un ser querido, la frustración ante un proyecto donde el resultado no fue el esperado y otros antivalores como la mentira, el engaño, etc.

Manifestarse llorando para que el causante de la misma disfrute, no vale la pena, no merece que se regocije, ya que el error de ‘herir’ los sentimientos ajenos, considerándose a su vez como alguien infalible, que se las sabes toda a la larga ‘beberá de su propia sangre’; realmente no amerita ni una letra más de esta cuartilla.

Es cierto que nos podemos equivocar quién no –, pero la posible fórmula de enmendar el motivo del error, partirá de una propia mirada al interior de nuestra alma, pensar con frialdad sin que los sentimientos florezcan nuevamente.

Poner en los platillos de una balanza: reír y llorar, quien podrá determinar hacia donde se inclina su fiel, será uno mismo, lo cual no excluye la participación de verdaderos amigos donde la confianza es literalmente absoluta y de ser posible le añadiría con una cierta experiencia a ese pequeño círculo seleccionado con el cual o cuales compartirás secretos, problemas y que posteriormente entre vaivenes de reflexiones, eso sí, la decisión final será personal.

Y si por casualidad perteneces a ese grupo exclusivo de personas que tienden la mano a quien lo necesite de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio, tú comportamiento será genuino, de no ser así, entonces no lo hagas.

Que, de subir a la balanza anterior en el platillo de reír, no así en el contrario, mi mano para que la sonrisa en señal de felicidad (’la cual viene en frascos pequeños ‘), sea mucho más amplia y te sientas mucho mejor, aquí te proporciono la mía.

Concluyo con extractos de algunas estrofas de una canción de…, cuando lo leas te acordarás de quién me refiero…, es más, ¿las cantamos juntos?

Voy a reír, voy a bailar

Vivir mi vida, la la la la
A veces llega la lluvia
Para limpiar las heridas
A veces solo una gota
Puede vencer la sequía

Y para qué llorar, pa' qué
Si duele una pena, se olvida
Y para qué sufrir, pa' qué
Si así es la vida, hay que vivirla, la la la

Voy a vivir el momento
Para entender el destino
Voy a escuchar en silencio
Para encontrar el camino

Y para qué llorar, pa' qué
Si duele una pena, se olvida
Y para qué sufrir, pa' qué
Si duele una pena, se olvida, la la la

Voy a reír, voy a bailar
Vivir mi vida, la la la la
Voy a reír, voy a gozar
Vivir mi vida, la la la la

Siente y baila y goza
Que la vida es una sola

Vive, sigue
Siempre pa' lante, no mires pa' atrás
¡Eso, mi gente!
La vida es una

lunes, 13 de febrero de 2023

¡Es una mascota en el dormitorio!

Lector: «¿Profesor no le he entendido bien…?», «¿qué quiere decir con ese título del artículo?»

Articulista: «El problema está que le quería llamar ¡una perr (bip), (bip)… en la cam… (bip), (bip)!»

Lector: «Pero, ¿ese vocabulario…, cuando usted suele abordar en sus artículos, aspectos vinculados a valores?

Articulista: «Si, realmente diría que, un tanto fuerte», «pero si me permite concluir el artículo…, por favor»

Cuando gramaticalmente utilizamos los signos de admiración o de exclamación (¡!) éstos se usan para indicar sorpresa, asombro, alegría, súplica, mandato, deseo, etc., lo que me conlleva a expresar además de asombro, lo que encierra que, de ser referido a una fémina, la frase resulta extremadamente ofensiva, despectiva en grado mayúsculo.

Posiblemente enunciado por alguien que sesga el rol de una persona con epítetos MUY desagradables, evidenciando un deseo y actividad sexual exacerbado innecesariamente más cuando se hace público; ¿acaso `dos amigos’ que por demostrar uno al otro la experiencia de la noche anterior, auto vitorearse, haciéndose el `duro’?, ¿no importa que se denigre a alguien?

Si mencionase el título -no vale la pena repetirlo- en un canal de televisión, posiblemente saldría un bip en señal de censura por un problema eminentemente ético, donde el usuario merece respeto, una familia que se sienta a disfrutar de un programa y de pronto… semejante grosería.

Hoy en día un tanto para limitar estos insultos, suele indicarse con antelación por ejemplo, una serie o película–, `este material presenta un lenguaje obsceno, violencia’, quedando a criterio de los televidentes verlas o no y en el mejor de los casos programar que los menores no puedan visualizarla o esperar a que estos se acuesten.

Hasta aquí pudiera resultar un paliativo de todo lo antes señalado, evitando con ello conductas inapropiadas que no ayudan a un entorno social que requiere y necesita alejarse de lo anti estético, de lo mundano, de lo chabacano que nada tiene que ver con el nivel académico de la persona, siempre y cuando sus padres, abuelos, familiares hayan jugado el rol que les corresponde de velar por una buena educación.

Pero, la historia no acaba y me disculpan, la susodicha oración encerrada entre signo de admiración -al comienzo-, corresponde nada más y nada menos que un estribillo de una canción… ¿qué?, ¡qué!, sí como me lo lee, sí.

Letra que suele ser coreada por muchos, en fiestas, conciertos, que no será la primera, ni la última; no queda duda que hay canciones que resultan populares, pegajosas, cuya letra o coro puede resultar hasta con un doble sentido, muchas de las cuales se convierten en un dicharacho, inclusive que marcan una época, una generación, pero…los extremos siempre son malos.

Si quiere decirle algo a su pareja, dígaselo susurrando al oído… no hay problema y finalmente ya que se me acaba la cuartilla, me hubiese gustado más escuchar…

Esta tarde vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú
La otra noche vi brillar un lucero azul
Y no estabas tú

La otra tarde vi que un ave enamorada
Daba besos a su amor ilusionada
Y no estabas

Esta tarde vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú
El otoño vi llegar, al mar oí cantar
Y no estabas tú

Yo no sé cuánto me quieres
Si me extrañas o me engañas
Solo sé que vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú

¡Antes que se me olvide… muchísimas felicidades por el día de la amistad y el amor!

lunes, 6 de febrero de 2023

Con sus manos callosas


Para usted que me lee de cuando en vez, se habrá dado cuenta que lo que suelo relatar, su procedencia surge de la relación con el entorno social, las casualidades o coincidencias de parte de una historia producto de algo visto en la televisión, en las redes o de una breve conversación como fue en este caso.

Me encontraba pelando -cada tres semanas, especie de dogma a pesar de mi escasa cabellera que parecen como agujeros de la capa de ozono[1]- y me comentaba el joven barbero, que había visitado a sus abuelos en una zona rural bien alejada de la ciudad, en un pueblo muy pequeño de unos 9000 habitantes, después de año y medio.

Su llegada al pueblo era todo un espectáculo, «…llegó el nieto de…», visita que llevó a cabo en medio de las fiestas patronales, donde hubo de participar, por supuesto en la medida que me relataba las costumbres de todo un pueblo volcado al fervor católico, con bailes, juegos y otros, mi imaginación la traducía a colores, música, sonrisas, alegría al menos en modo virtual, haciendo uso del vocabulario actual, ligado a la tecnología.

No podía faltar la pregunta al especialista en corte de cabello (en serio), «¿Y tus abuelos no vienen a la ciudad capital?, «Sí, respondió», «…pero no les gusta mucho, vienen por muy corto tiempo a visitar a la familia, otros hermanos, nietos y tal vez un par de días, desesperados por regresar a su terruño»

Continuando con el diálogo lo que hacía que el tiempo prudencial de la ‘pelada’ fuese aparentemente más rápido del habitual, tratando de contradecir a Einstein en su teoría de la relatividad[2], aunque fuese el mismo; continúo… «y a ellos, ¿no les gustaría vivir en la ciudad?»; como respuesta literal «No», «el ruido, la inseguridad ciudadana, personas que no se saludan, que viven apurados, …, además extrañaría levantarse y no observar el verde de las montañas, el rocío de la mañana, …, y trabajar (a pesar de la edad de mi abuelo), la siembra y recolecta de maíz, el café hecho con leña, por mi abuela»

Y a pesar del temor de perder una oreja (no como la de Van Gogh) … seguía, … «¿sabe qué?, para abuelo lo peor de todo es ponerse calzado de cuero, le aprieta, le cuesta acordonarse los mismos, y por ello lo que más le gusta son sus caites[3], y cuando puede hasta descalzo»

«¿Muy mayor tu táta?», le pregunté…, «isí!», fue su respuesta, «nunca fue a la escuela, si le viese las manos son gruesas, callosas, como hombre de trabajar la tierra, al fin y al cabo, pero… a pesar de no saber leer ni escribir, no hay quien le gane en el arte de tener productivas sus pedacitos de tierra donde cosecha»

Ya terminado el corte (la oreja seguía ahí), el tiempo había sido el mismo (luego mantenía mis buenas relaciones con Einstein) mientras seguía girando el poste de barbero[4], le agradecí saber de mucho de su familia, hasta le comenté que le enviases saludo de mi parte a Táta.

Ya en búsqueda de la salida, para dirigirme a la casa, pensé … pronto llegaremos al primer cuarto de este siglo y aún, seres humanos siguen sin asistir a la escuela, -que no es un deshonor trabajar la tierra-, ¡pero tanta pobreza, inequidad…!»

¡Cuánto nos queda por hacer entender que la Educación, debe llegar a todos los rincones de nuestro planeta!


[1] El agujero de la capa de ozono es una zona de la atmósfera terrestre donde se producen reducciones anormales de la capa de ozono, fenómeno anual observado durante la primavera en las regiones polares y que es seguido de una recuperación durante el verano.

[2] El supuesto básico de la teoría de la relatividad es que la localización de los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador: así, la longitud de un objeto en movimiento o el instante en que algo sucede.

[3] Del náhuatl cactli. Sandalia tosca de ciertos indios o campesinos. 

[4] Un poste de barbero es un tipo de signo utilizado por los barberos para indicar el lugar o tienda donde realizan su oficio. El signo comercial es, según una tradición que se remonta a la Edad Media, un bastón o asta con una hélice de rayas de colores.