lunes, 29 de abril de 2019

¿Qué pasa dentro del aula?


Recuerdo que cuando aspiré a una plaza por oposición para entrar a trabajar en la universidad, me proporcionaban un tema de la especialidad, y tenía que impartir la misma en un tiempo determinado haciendo uso de los recursos tecnológicos de aquel entonces (retroproyector, filminas) ante un tribunal de docentes con altos grados académicos (todos pedagogos), además de responsabilidades administrativas (jefes de departamentos, decano/a), al final pasar a una ronda de preguntas de aspectos de contenidos, metodológicos, etc.

Otra experiencia que no olvido es cuando nos visitaban instancias de la Educación superior a nivel de ministerio, con tal de evaluar a la facultad. Realizaban observaciones de clases – sin avisar obviamente – cuyos visitantes eran de un nivel diría sofisticado (doctores en ciencias pedagógicas), reconocidos nacional e internacionalmente. Salir deficiente o regular en la ejecución de la misma, implicaba un efecto dominó no solo en el departamento, sino también en la facultad, de aquí que había que jugársela todo por el todo, ¿resultado?: 4 en la escala de 5, luego satisfecho. No recuerdo si lo celebré, realmente.

Ver, observar, acompañar el desarrollo de una clase de principio a fin, implica una previa preparación para el acompañante (sílabo de la asignatura, contenidos apoyándose en los textos posibles), cuyo propósito es visualizar de primera mano que sucede dentro del aula, laboratorio, práctica profesional u otras formas de organización de la enseñanza. ¿Qué apreciar? El desempeño del docente, apoyándose en la tecnología de la información y comunicación y lo más importante los estudiantes, como se desenvuelven, aplican, exponen, vinculados a valores: disciplina, puntualidad, entrega de trabajos, respeto, compañerismo y otros muchos.

A los efectos de los directivos de la institución educativa que se aprecien clases, es conocer cómo se desarrolla el proceso docente – educativo, vinculado a logros y deficiencias, establecimiento de planes de capacitación, etc.  
En los diferentes niveles de educación suele ser más complejo, el universitario dada la denominada libertad de cátedra, donde no consideran viable que sean acompañados, porque lo que sucede en el aula, es solo de “su responsabilidad”; sí estoy de acuerdo que se respeten los grados académicos tanto para el que acompañante, que ha de ser superior al del acompañado. Al finalizar la observación será necesario, analizar la clase los pros y los contras, a la par de recomendaciones y verlo al final como un apoyo que permita al evaluado, alcanzar una escala cualitativa y cuantitativa mayor en su labor como docente.

¿Y tras los resultados de las clases observadas? En lo personal, hacía llegar a los diferentes colectivos (vía correo) los logros, los méritos alcanzados, indicando el nombre del docente visitado, hecho que generaba una acción de felicitaciones a lo interno, además de un ambiente de confianza, fraternidad, colectividad y entusiasmo que evidenciaba como detrás de un excelente colectivo de docentes, hay una excelente enseñanza.

Lo anterior me conlleva a modificar la cita siguiente de Sam Walton, que originalmente plantea “Vamos a cuidar a nuestros asociados(as) y ellos cuidarán a nuestros clientes”, por “Cuidemos a nuestros docentes, proporcionándoles las mejores enseñanzas y ellos educarán integralmente a nuestros estudiantes”

¿Lo han visitado a usted profesor/a, cuáles han sido sus resultados?

lunes, 22 de abril de 2019

Al filo de…


Detrás de los puntos suspensivos, podría referirme al libro “Al filo de la navaja”, publicado en 1944, su autor W. Somerset Maugham o “Al filo de un cuchillo”, nombre de una canción de Enrique Bunbury, cantante, compositor y músico español, pero no es la ocasión aunque tocaré un tema escabroso que pudiera tener tanto filo como el cuchillo o la navaja (éste último también considerado cuchillo) en la educación y en la enseñanza y lo es la subjetividad de una evaluación final a un estudiante, concretada en un número o una letra, y que dicho resultado determine – con la mayor aproximación posible - el aprendizaje real alcanzado y sobretodo demostrado.

Un estudiante que sea evaluado de forma sistemática y que les sea entregado de sus resultados cotidianamente, analizado y convencido de sus resultados cualquiera fuese, no le puede sorprender en ningún momento, su desempeño a lo largo del período que se imparta la asignatura (a través de y al final de)

Serían graves los errores, si solo se evalúa con exámenes (¿4 en un semestre?) y cuyos resultados no se entreguen, peor de los casos cuando se realiza un solo examen final (y para colmo cuando la asignaturas es eminentemente práctica) y todo dependerá del “sprint (correr a toda velocidad) final”, con el propósito de dejar que el estudiante “se defienda”, una oportunidad más”

La “nota” no solo tienen un fin donde se pasa a un acta y punto final, no; la nota va acompañada de factores educativos donde se miden otros aspectos como son: el esfuerzo del estudiante, el trabajo en equipo, la participación individual, la puntualidad (no solo de llegar a tiempo a clase, sino en la entrega de trabajos), en la honestidad, en el respeto hacia el docente y a sus compañeros, en la toma de notas, en la atención que presta a la clase, lo cual nos reafirma que la evaluación constituye un proceso.

En la medida que los estudiantes crecen en edad a través de los diferentes subsistemas de educación, suele ser una práctica común que un buen porcentaje de los padres se alejan de la escuela, colegio o universidad. La primaria constituye un nivel de enseñanza privilegiado, llevan los niños a la escuela, los padres no solo les revisan las tareas, sino que hasta coparticipan, inclusive al día siguiente están preocupados del cual fue su nota; en el nivel de la enseñanza media la atención se reduce, un poco más para alcanzar el bachillerato y el caso crítico y tan necesario lo son los primeros años de la universidad. 

Los chicos se trasladan por su cuenta, los llevan o los dejan a la entrada del recinto, regresan y pocos son los que preguntan “…como te fue…”y la respuesta: “…bien…”

Como parte del rol de los docentes, nos corresponde juzgar, tomar decisiones, situaciones en ocasiones nada sencillas y a la vez complejas, pero les recuerdo que una nota que se otorga y que no se ajusta a la realidad, bien sea por una reclamación de los padres que piden “clemencia” u otros motivos echa por tierra el trabajo del docente en “un dos por tres”, que pensando que hace un bien, verazmente lo que genera es un gran daño, al estudiante, a los padres, a la institución misma.

Los estudiantes – sin importar edad - solemos tener siempre en nuestra memoria a los y las docentes más exigentes, los que nos comprendieron y nos hicieron sacrificar horas de sueño y de diversión, a los que nos educaron; a los otros que fueron superficiales y cuya nota me sorprendió acorde a mi mal desempeño, sencillamente no los recuerdo.

lunes, 15 de abril de 2019

¿Es mucho más fácil ser bueno, qué justo?


Siempre he sido del criterio de las personas que se esfuerzan, que estudian (no necesariamente un título universitario), que se proyectan metas, que perseveran a pesar de los obstáculos son las que triunfan.  Esto me lo enseñaron mis padres, del cual no fui muy atento al principio (entre los 14 - 18 años) y que posteriormente a base de “encontronazos” logré enmendar, superándome siempre hasta lograr lo propuesto: docente por más de 40 años… y los que faltan.

Mis padres fueron muy estrictos hasta un punto, regaños, castigos (no ir a fiestas, no había celular, tabletas, computadoras en ese entonces, supongo que me lo habrían quitado o no permitido usarlo) ; tal vez el rol de mamá en indicarme “…se lo diré a tu padre, para que…”, siendo ella más benevolente, era darle fuerza (lejos de la equidad de género) para temerle, sino hacía las tareas o si mis notas eran bajas y peor cuando me hacían llamados de atención por quedar aplazado en una asignatura y crisis cuando peleaba físicamente con alguno de mis compañeros de estudio. Felizmente mucho de estos desatinos fueron siendo comprendidos y erradicados con el tiempo: ¡Ellos tenían la razón!

Pero como ser social, humano, me correspondía lo que consideraba en lo personal, transmitir los mejores valores, para tratar que los errores posibles cometidos, tuviesen menos impacto en mis descendientes (me queda claro que nadie escarmienta por cabeza ajena, pero nos corresponde como padres, educarlos)

Hay muchos factores que se achacan a la Genética, ciencia que estudia la transmisión hereditaria de los caracteres anatómicos, citológicos y funcionales de padres a hijos, que si especificamos un poco, se transmiten algunos rasgos de personalidad, pero otro elemento que influye y no es genético lo es el entorno, entiéndase “conjunto de circunstancias o factores sociales, culturales, morales, económicos, profesionales, etc., que rodean una cosa o a una persona, colectividad o época e influyen en su estado o desarrollo” ¿A qué viene todo lo anterior, se preguntará?

Hace poco recibía una llamada de mi hija, indicándome que me agradecía toda mi insistencia en que estudiara mucho siempre, por logros recientemente alcanzados – esas palabras me dejaron paralizado –, hecho que se trasladaba años atrás a no querer estudiar un idioma (el cual constaba de varios niveles) el fin de semana y que había quedado aplazada en uno de los mismos, porque era “mucha la carga académica” además de los estudios regulares. 

La medida fue “…volverlo a repetir, estudiar, notas altas… y que cuando se graduara me reembolsaría el costo del curso…”. No estoy claro si más allá de la problemática mundial y actual, de violentar los Derechos Humanos (En la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General en su resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948 y en particular el artículo 12 (parte de mismo) “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada…”) ¿habría yo cometido ese error de actuar con justeza y no actuar con el rol de “bueno”?

En mis tiempos les comento, y no dudo que los derechos humanos se violentaban, pero para los padres (padre, madre, tutor) de hoy, la exigencia, el llamado de atención con elementos concretos y tangibles, con sanciones educativas que permitan reflexionar a los y las jóvenes, no están peleados con los Derechos Humanos. 

Casualmente en el artículo 26 de la Declaración Universal, acápite 3 plantea “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” Yo me inclino por pertenecer al bando de los justos (que es muy difícil serlo) y no al de los buenos. ¿Y usted?

lunes, 8 de abril de 2019

¿Blanco o negro?, ¿o gris?


La primera interrogante del artículo, nos conduce a posibles incertidumbres: ¿es una decisión a tomar?, ¿debo decir la verdad y sólo la verdad?, ¿no hay otras opciones?

También pude haber nombrado lo que hoy leerán como ¿derecha o izquierda?, lo cual conlleva al análisis del rol del docente ante la problemática de lo que sucede en nuestros países en temas sociales, económicos y políticos y que perfectamente permea a los jóvenes – los cuales leen poco en cuanto a medios impresos, pero si “bombardeados” por las redes sociales – a lo que se suma lo que comentan los padres en sus opiniones en casa y el hijo/a – estudiante, “escucha” , aunque no necesariamente esté atento a los temas y si fuese el caso pregunta, donde de igual modo podrá recibir una respuesta de “blanco y/o negro”

En una ocasión unos estudiantes – en la evaluación del desempeño de un docente muy profesional, culto, ducho e inclusive historiador a nivel nacional, y recientemente con grado académico de Doctorado.-; reflejaban por escrito la partidización de su profesor en las clases (de antropología perteneciente al área de estudios generales), a modo de queja, lo cual me inducía a reflexionar ¿qué había sucedido, cuándo en las clases observadas las mismas eran magistrales?, inclusive en el desarrollo de las mismas (estudiantes de 1er año de la carrera, cuya edad promedio oscila entre 16 – 17 años) apreciaba que algunos de ellos/as (minoría) no prestaban la atención necesaria lo que me permitía valorar ¡qué lástima!, no saben lo que están dejando de aprender y comprender, para aplicarlo al ser la Antropología la “Ciencia que estudia los aspectos físicos y las manifestaciones sociales y culturales de las comunidades humanas”, y que les permitiera opinar dentro y fuera de la clase objetivamente en su conversación con sus compañeros de estudio, padres, familiares, demostrando conocimiento y madurez, como parte de una cultura general.

Estoy claro que todos los que impartimos clases, no solo compartimos nuestros conocimientos “puros”, es decir dentro de la didáctica de la clase, ésta asociarla a situaciones reales que ocurren cada día cualquiera sea la naturaleza de la asignatura, lo cual es refrescante, atractivo al estudiante, ¡que opine!, pero lo más importante paralelo a todo ello es que transmitimos valores como son: el respeto a los demás y a sí mismo, honestidad, tolerancia, responsabilidad, transparencia, sinceridad y otros.

Todo lo anterior conduce a que deben evitarse (no solo en clase, diría que siempre en nuestras sociedades) los extremos, ni derecha o izquierda, ni blanco o negro y mejor gris, ¿gris? Si bien este color (existen 65 tonos de gris) es el color que más se relaciona con el aburrimiento, lo anticuado, lo insípido, la crueldad y también con la tristeza, pero también es considerado el color de la reflexión y de la teoría (entiéndase que en nuestro cerebro tenemos “materia gris”), asimismo, la ciencia y la objetividad.

No me queda duda que cada docente puede tener sus propios ideales (metas, objetivos, intereses), principios, ideología (conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, una colectividad o una época), y que han de respetarse como ya hemos mencionado, como valor (insisto en el campo social, económico y político), pero inclinar “la balanza del fiel hacia un solo lado”, al menos para mí - como docente - no es pertinente. ¿Lo adecuado? 

Que sean los propios jóvenes los que analicen la problemática, investiguen, se documenten de todas las partes, lean con profundidad. ¡Enseñémosle, a los que nos corresponde, emplear adecuadamente el gris! 

lunes, 1 de abril de 2019

¿Es adecuado que laboren juntos?


Existen instituciones – públicas y privadas – que por política o normas establecen que personas que tengan una relación de pareja no pueden laborar en la propia empresa y más en áreas que sean sensibles como finanzas, administración y otras.

La problemática está en por qué no es permitido. Suele establecerse la duda, dada la posibilidad de que si bien en el seno familiar – donde existe una adecuada comunicación – los problemas se aborden, donde además se compartan anécdotas o hechos que suelen suscitarse en sus centros de trabajo respectivos, y que esta experiencia lógica, cuerda, se analice de igual forma si trabajasen juntos, sentando con ello un estado de opinión favorable o desfavorable, al menos entre dos.

Evitar que las personas no platiquen entre sí – no necesariamente siendo parejas – es sencillamente imposible – más con la facilidad de un correo (digital en cualquiera de las herramientas existentes para ello) donde sucediendo algo, te llega la información “fresca, caliente, acabadito de sacar del horno”.

El establecimiento de cualquier política o norma establecida por una institución (sin importar su naturaleza) deberá ser elaborada conscientemente acorde a los tiempos modernos, ser conocimiento de todo el personal y que se cumpla en todas las instancias, áreas, de “arriba hacia abajo y viceversa”, queda claro que “un hoyo en el muro de una presa, no podrá ser taponeado con un dedo eternamente” (*)

Un aspecto favorable, consciente es saber separar la vida personal de la laboral, que la pareja analice la problemática de lo sucedido en el centro de trabajo de uno y de otro, y que permita una opinión “de afuera” favorece y ayuda a posibles reflexiones para bien.


Estando “dentro” puede ser más complejo porque influyen los sentimientos, las percepciones, los valores inclusive la relación misma de la pareja, donde una medida tomada en el caso de una autoridad y su subalterno(a) puede ser trasladada equívocamente al plano laboral y que de transcender ponga en tela de juicio, no solo la norma o política sino que resquebraja a la institución misma.

¿Y en el caso de las empresas cuyas directivas la forman padre, madre e hijos? De igual forma, y posiblemente serán más exigentes entre sí y hacia sus empleados, dado que de no hacerlo se pondría en tela de juicio el “clan familiar”

Si se sabe manejar con ética, fidelidad, confiabilidad, respeto, a todas las instancias, cada cual en su puesto trabajo sea en los propios o diferentes centros los lineamientos establecidos cumplirá su cometido, para el cual fueron elaborados. ¿En su caso estimado lector(a), se ve reflejado aquí de alguna manera?

No siempre se puede tapar el Sol con un dedo
(*) Una versión de la frase anterior es tomada de una leyenda sucedida en Holanda, municipio de Haarlem, donde un niño de ocho años recorriendo un camino próximo a la presa observó que había un pequeño agujero en el dique del cual salía agua. Sin pensarlo dos veces, el niño metió su pequeño dedo en el agujero para detener el goteo constante de agua. Pasaron 24 horas, un cura que pasaba por el lugar se dio cuenta de que el joven necesitaba ayuda. Al observar la postura y su función, el cura fue consciente de que la ciudad se había salvado gracias a este pequeño. 

Leyenda recogida en un libro infantil escrito por la norteamericana M. Mapes Dodge en 1873.