lunes, 26 de septiembre de 2022

Los vasos comunicantes y los estudiantes

Queda claro que los seres humanos nos vemos afectados – porque inciden, en su aplicación - o beneficiados, todo está desde el punto que se observen – de leyes en el campo de las ciencias naturales y que suelen ser motivo de estudio en los diferentes subniveles de los sistemas de educación: primaria, secundaria, bachillerato o preuniversitario y enseñanza superior, al menos en los primeros años como parte de las asignaturas de estudios generales.

No queda dudas que una ley para ser aprobada a de seguir un camino de investigación, de comprobación una y otra vez, hasta lograr convertirse en hipótesis, antesala como tal de su final la ley, la cual no está exenta de escollos, cuestionamientos y que una vez sostenible, validada, cumple su cometido: promulgarse, pero lo más importante su aplicación sostenible.

Leyes tales como: las de Newton[1]: de la inercia (1ra), la relación entre fuerza y aceleración (2da) y la ley de acción y reacción (3era), pertenecientes a la disciplina Física; las leyes de Mendel[2]: de la uniformidad de los híbridos de la primera generación filial (1ra), de la segregación (2da) y de la transmisión independiente o de la independencia de los caracteres (3era), pertenecientes a la Genética como rama de la Biología.

Por supuesto podría enumerar otras más – siempre en el campo de las ciencias naturales – pero más allá del recordatorio para muchos de los lectores de lo aprendido, aplicado y tal vez olvidado a pesar de su vigencia y no hacerlo aburrido, trataré de vincular una ley – llamada de los vasos comunicantes, tratando de establecer un paralelismo en su aplicación social con nuestros estudiantes en clase.

Ley[3] cuyo enunciado plantea: “Cuando el líquido homogéneo[4] está en reposo alcanza el mismo nivel en todos los recipientes conectados entre sí, sin influir la forma u orientación y el volumen de estos”

¿Y cómo tratar de traducirlo al aula de clase? Nuestros estudiantes – donde cada individuo es su ser único -, el nivel de avance en cuanto a comprensión, aprendizaje y aplicación de los conocimientos, no es el mismo, considerando a cada uno de ellos – análogamente - como recipientes distintos en cuanto a forma o volumen.

Sin embargo, cuando corresponde al docente impartir sus conocimientos – entiéndase verter “su líquido de naturaleza homogénea” – deber ser capaz de irlos conociendo a cada uno de ellos en cuanto a su desempeño, apoyándose en la evaluación de éstos y sus resultados, estableciendo mecanismos de control que le permitan aplicar una atención diferenciada, tanto en la clase propiamente o bien en actividades no sincrónicas (no presenciales) asignando actividades diferentes que les permitan de forma gradual alcanzar “el mismo nivel”

Por supuesto actividad que resulta compleja cuando los grupos son numerosos, pero no resta que el docente pueda apoyarse en los mejores estudiantes “que están por encima del nivel (en cuanto a desempeño)”, para ayudar a sus compañeros; el uso de materiales complementarios para los de menos “nivel”, cuyo diseño – por parte del docente - permita al estudiante ir avanzando con ejercicios de menor a mayor complejidad.

Finalmente, y lo más importante y lo derivo o extraigo de “…comunicantes”, será necesario un diálogo claro, transparente, fluido, una comunicación perfecta alumno – docente.

De lograrlo profesor/a habrá usted cumplido con dicha ley, en el campo de la educación.



[1] Isaac Newton (1642 -1727) Físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés.[2] Gregor Johann Mendel Heinzendor (1821- 1884) Sus leyes consideradas el fundamento de la genética.[3] Conocido como Principio de Pascal Blaise Pascal (1623 – 1662) matemático, físico, filósofo. Aplicable en el campo de la física y la química. Principio empleado en zonas rurales para distribuir el agua por las distintas comunidades que se valen de una veta de agua emanada de algún río o montaña, se cavan pozos de agua semi profundos conectados a través de un ducto y estos se llenan de agua suficiente para abastecer a un hogar, pero al mismo tiempo el curso de la corriente permite que el agua también llegue a un pozo contiguo que funcionará igualmente para otra casa; aplicable en la vida moderna en las prensas hidráulicas.
[4] Que tiene varios componentes y que a simple vista no se logran distinguir, como es el caso de las disoluciones.

lunes, 19 de septiembre de 2022

¿Qué sucede tras la puerta de entrada a una clase?

Responder a esta interrogante – nombre del artículo – resulta muy difícil si realmente no nos permitiesen entrar para visualizar algo tan necesario e importante que se resume en el comportamiento del proceso de enseñanza – aprendizaje.

Si llegase hasta aquí finalizando este artículo, realmente sería una afirmación tan simplona que se convertiría en un diálogo-monólogo insípido y usted detendría inmediatamente su lectura, luego para evitarlo y tratar de engancharlo que continue su lectura, paso a los párrafos siguientes.

Detrás de esa puerta – como en cualquier sociedad – podemos encontrar hechos, experiencias positivas, pero también negativas; un docente que transmite sus conocimientos a un grupo de estudiantes pero que podría ser altamente cuestionado a modo de ejemplo por los padres cuando los resultados fuesen negativos, que, si nos vamos a los extremos, digamos el 80 % de los estudiantes no aprobaron la asignatura podrían presentarse varios escenarios:

·         Cuestionamiento de la profesionalidad del docente.

·         Exoneración de que el hijo(a) sea el (la) responsable de haber desaprobado.

·         Medidas a tomar con el docente por parte de la institución.

Algo así como paralelamente a todo ello en el patio de la escuela se esté levantado ya una picota pública o la acumulación de troncos de madera en función de incinerar al causante de todos los males

No obstante, nos queda valorar que piensan el 20 % de los padres restantes que resultaron aprobado, ¿son sus hijos diferentes?, ¿poseen todas las condiciones “mágicas” para estudiar y alcanzar buenos resultados?, ¿se auto excluirán del problema al no haberse afectado?

La respuesta adecuada, la correcta para que sea lo más justa posible en aras de solventar los factores subjetivos - ¿subjetivos?, ¡sí! - que incidieron en los bajos resultados cuando no se establece un seguimiento adecuado de acompañamiento al docente en que apreciemos el desarrollo de la clase en sí.

No hace mucho, de dónde posiblemente surgió la idea o insumo de lo que en este momento usted barre con sus ojos de izquierda a derecha, renglón tras renglón, de una pregunta que me hacía una excelente colega: «Don Ernesto, ¿cómo le llamaban a la supervisión de las clases en la universidad?»; le contesté; «Acompañamiento, le respondí»

Su respuesta: «…, pero eso es un eufemismo[1]» y no inmediatamente ¿segundos después?, le argumenté que no simpatizaba con su respuesta, algo así y tan tradicional como las clases donde el docente solo hablaba y los estudiantes escuchaban y anotaban, tradición de unos 9 siglos, y que resultaba difícil cambiar, dada la existencia posible de algunos “residuos” aún vigentes hoy en día.

La palabra supervisor (aguda, de cuatro sílabas) y que significa “revisar el trabajo de otro”, de principio me genera un rechazo si solo viene a ver y se va, algo así como una foto en blanco y negro con una cámara de cajón con rollos[2] y no con una digital cuya imagen a todo color dependiendo del número de pixeles[3], entiéndase acompañar al docente el 100 % del tiempo de su clase, para posteriormente analizar el desarrollo de la clase en sí: lo positivo y las recomendaciones o sugerencias (reitero: recomendaciones) a seguir en caso que fuesen necesarias.

Lo principal, ver de primera mano el comportamiento del estudiante, ¿entienden?, ¿participan?, ¿preguntan?, ¿se ríen, sonríen?, ¿se atienden sus dudas?, ¿hacen uso de las TIC en función del
aprendizaje?, donde detrás de todo ello para lograrlo, a ese docente acompañado y no supervisado, se evidencia que hubo un trabajo previo de preparación insuperable: horas de investigación, de análisis objetivo al conocer a profundidad el desempeño gradual de sus estudiantes para lo cual hubo de consumir muchas, muchas horas (inclusive sacrificando sus horas de descanso), y que estas se “disolvieran” en menos tiempo “en esos cerebros ávidos de conocer el mundo que les rodea, pero además para tratar de mejorarlo”

¿Revisar que planificaba el docente? No, suficiente con lo que percibían mis sentidos y finalizar expresando: Profesor(a), lo(a) felicito(a), ¡Hoy aprendí mucho en su clase, cuando usted me abrió la puerta para entrar a la misma!

Nota: la experiencia aquí narrada se basa en hechos reales y no ficticios tanto en la enseñanza media, como universitaria, que como docente – administrativo, ¡cuánto aprendí y comprendí!


[1] Palabra o expresión más suave o decorosa con que se sustituye otra considerada tabú, de mal gusto, grosera o demasiado franca.

[2] Las primeras cámaras de cajón del Siglo XIX eran para placas fotográficas (denominadas Magazine Cameras, Falling Plate Cameras o Detective Cameras). La cámara de cajón para rollo la popularizó Kodak en 1888 a raíz de fabricarla para dar salida a su nuevo rollo fotográfico.

[3] Los píxeles – un pixel es la menor unidad de tamaño en la fotografía digital - son los que dibujan las letras del artículo, los colores de los bordes, las fotos. Una resolución con 12.000.000 píxeles, lo que ves es una imagen prácticamente igual que la que ven tus ojos.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Cada maestro tiene ¿su librito?

Posiblemente el título del artículo de hoy, pudiera tener años de ser escuchado siendo estudiante y posteriormente con el ejercicio de la carrera durante décadas dónde pude experimentan la comprensión de la frase como tal.

La cual podía interpretar de algunas formas: ¿En común?, el que cada docente “impregnara” su propia metodología al impartir la clase, siendo ésta tal vez una opinión un tanto tradicionalista: «de la puerta para dentro, mando yo», entiéndase el desarrollo de la clase es responsabilidad total del docente y como la imparta es su problema.

Al menos como parte de mi experiencia la posibilidad se reducía un tanto – “dejando la puerta entreabierta” – cuando las mismas se preparaban en conjunto en el seno del colectivo de asignatura, lidereada por el docente de mayor grado académico y el resto (teniendo conocimiento del contenido a impartir) analizábamos como abordarlos, así como la propuesta de ejercicios para la evaluación.

Diría que la probabilidad de diferir entre los docentes del colectivo se reducía, inclusive en algunas ocasiones – muy justificadas -, cuando un docente le cubría la clase a otro, se trataba con ello evitar la disparidad de la metodología de la clase y que los estudiantes a pesar del cambio eventual del docente, no sufriese algún “vacío”

A pesar de ello, y haciendo uso de la máquina del tiempo, (para atrás) lo tradicional al preparar el plan de clases, su estructura era (hasta un formato como tal) introducción, desarrollo y conclusiones: en la primera parte: Pasar lista, poner el asunto o tema de la clase, no podía faltar la fecha; en el desarrollo según la forma de organización de la clase (conferencia, clase práctica, laboratorio, seminario u otras) y para cerrar el docente daba las conclusiones y ponía la tarea.

¿Y para delante, en el tiempo? Nuevas metodologías, técnicas y estrategias de enseñanza, enfoques basados en ¿competencias, objetivos, metas, … etc.?  lo cual te permitía o permite darles a las clases una nueva vitalidad, con una mayor participación del estudiantado, así como en la demostración del aprendizaje adquirido al ser evaluado.

Por lo visto un cambio de roles docente-estudiante en el tiempo, bastante significativo.

La dificultad mayor se centra en ¿sí la máquina “en que viaja” el docente actual, tuvo gasolina suficiente para lograr el cambio en su nuevo rol? Combustible, proporcionado por las capacitaciones recibidas, más cuando el “fuerte” de los docentes que imparten clases en la enseñanza media, no necesariamente dan aquellas que se relacionan con la especialidad que se graduaron (¿matemática y comunicación y lenguaje?) por razones muy diversas (número de grupos que debe atender, no disponer de plazas para nuevas contrataciones, etc.)

En la educación universitaria el problema se percibe un tanto más complejo – más allá que un docente puede impartir varias asignaturas, pertenecientes a una misma disciplina, por ejemplo, Biología, Bioquímica, Anatomía..., - ya que no se titularon con una formación pedagógica[1], amén del grado superior alcanzado: Licenciatura, Maestría, doctorado u otros.

Obviamente existen posibles soluciones, en aras de mejorar o fortalecer la calidad del proceso de enseñanza – aprendizaje promovidas por la institución:

·         La impartición de cursos de profesionalización (posgrados, maestrías) en estrategias/técnicas; evaluación de los aprendizajes; enfoques, uso de TIC, elaboración de sílabos, idiomas, etc.

·         El fortalecimiento de equipos de disciplinas o asignaturas para la preparación de clases, incorporando lo aprendido en los cursos recibidos.

·         Conocimiento de reglamentos, normas, del proyecto educativo de la institución.

Por supuesto, la posibilidad del éxito final en beneficio del estudiantado, dependerá de la profesionalización del docente y cuánto esté dispuesto a compartir sus experiencias, criterios con otros docentes, “engrosando así su librito”, así como dejar “un poco más abierta su puerta del aula de clase”.

¿Pero ello garantizará el impacto que queremos lograr en los jóvenes y adultos? Todo dependerá si tenemos acceso a todo lo que ocurre realmente detrás de esa puerta. Continuaremos.


[1] La pedagogía es la ciencia perteneciente a las Ciencias Sociales y Humanas, que se encarga del estudio de la educación. Su principal objetivo es planificar, analizar, desarrollar y evaluar procesos de enseñanza y aprendizaje. De esta manera pretende mejorar la realidad educativa en diferentes ámbitos

lunes, 5 de septiembre de 2022

¿Realmente son más felices?

Era una mañana gris, el camino empedrado característico de las principales calles del pueblo sobre todo aquellas, que su final rodeaban al parque, el resto solían ser de barro que con la alta humedad y el astro Rey que solía guarecerse tras las nubes, se convertían con facilidad en lodo lo que dificultaba el transitar de los ¿400, 500? habitantes de la zona montañosa.

Me habían invitado[1] a conversar con los estudiantes de la única escuela, ésta de mampostería a diferencia de las casas, la mayoría construidas de adobe – masa de arcilla y arena -, recinto que se dividía en primaria y secundaria, el primer nivel con sus seis grados y el segundo nivel, solo con los tres primeros (del 7mo al 9no)

El conversatorio -me llamo mucho la atención, no solo por ser mi primera experiencia en charlar con estudiantes de una zona rural bastante alejada de cabecera departamental y mucho más de la capital, sino por ser alguien “de afuera”, entiéndase no nacional y profesor de una universidad de otro país -, fue para que les hablara de todo en el ámbito educativo, más acerca de una serie de mitos[2] ante la carencia de información, no había periódicos, nada de televisión, solo una estación de radio que funcionaba con una planta eléctrica; en el caso de los hogares, la mayoría poseían radios que funcionaban con batería.

Les juro que fue una mañana encantadora cuando conversas con jóvenes – casi niños – que desean conocer mucho más de lo poco que saben más allá de las “fronteras invisibles, imaginarias” que les rodean, más cuando el camión o bus que entra al lugar, llega una vez a la semana.

Tal vez les hice soñar, creo que sí, al menos en el tiempo que estuve en la escuela, sin embargo, en lo personal sentí un sabor de insatisfacción, cuando posiblemente muchos de los estudiantes, su destino – donde el sexo jugaba un rol predestinado – unas a laborar en el hogar, otros a labrar la tierra juntos a sus padres.

¿Factores? La pobreza, lo tradicional, entre otros factores, lo que se transmitía de generación en generación y solo “crecían” los que por una razón u otra escapaban en el mejor sentido de la palabra a buscar fortuna en trabajos de poca preparación escolar (al menos no analfabetos), con el propósito de ayudar a la familia, ante un nuevo entorno que en ocasiones lo “real maravilloso” palidecía.

Trasladarse de un lugar – allí que nada cambia, excepto los cuerpos que envejecen, las manos unas endurecidas, llenas de callosidades productos de la presión o fricción producidas por el azadón, otras con menos, cuando su función se centra en los quehaceres del hogar además del cuido de sus hermanos menores -, donde un día es igual que el otro.

Mientras que el lugar de destino un tanto más desarrollado (vehículos de todo tipo, comercios, negocios, altos edificios, la mayoría de las calles cubiertas de asfalto, transeúntes que se mueven a toda hora, el bullicio de una ciudad que no parece dormir), resulta mucho más desconocido diría que con una alta probabilidad de riesgo. ¿Motivos? La violencia, la pobreza que no es exclusiva de la zona rural, pero que “se esconde” en los callejones, entre otros factores, diría que el lado oscuro de nuestras sociedades.

Acaso aquellos estudiantes – donde por poco tiempo mediante una plática – que tuvimos la posibilidad de conocernos, ¿serán más felices, al vivir en un mundo, en su mundo, ajeno a entornos mucho más complejos? Tengo dudas.


[1] Me encontraba realizando una investigación, como parte de una consultoría (finales de los años 90)

[2] Significado. Historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad