lunes, 28 de diciembre de 2020

Algunos no pudieron...

Usualmente – vía correo – suelo expresar a mi familia y en particular a mis hermanos, así como a otras personas muy especiales, un balance de los mejores recuerdos, hechos de un año que se va, augurando lo mejor de lo mejor para el nuevo año del cual estamos a horas de recibir.

Este año creo que ha sido diferente para muchos no solo en mi país, sino en el mundo entero con las personas que no nos podrán acompañar para el próximo 2021, producto de la pandemia, millones de contagiados, más de un millón de fallecidos.

Era común al comienzo de la enfermedad, al dialogar entre los amigos, familiares la problemática de…  “¿sabes quién está bien afectado…?” “¡A la sobrina de… la enterraron ayer mismo, no le permitieron a los familiares verla!”; recibir notificaciones de la institución de docentes fallecidos, uno, dos, tres…

Que decir a la espera de la llamada que realizaba el hospital a los familiares, para comunicarles en menos de 45 segundos el estado del paciente; en el mejor de los casos, descargar de “la nube” a la persona autorizada el resultado de la gasometría, el balance entre la cantidad de oxígeno que respiraba en forma asistida por un ventilador y el dióxido de carbono que expulsaba; el resultado del hemograma o análisis de sangre para ver el comportamiento de los glóbulos blancos y rojos y de ser necesario realizar una transfusión del preciado líquido rojo.

El sinnúmero de medicamentos para tratar de inmunizar el organismo lo más pronto posible mediante tratamientos cuya experiencia médica internacional era relativamente reciente; la presencia de especialistas en diferentes campos: pulmonólogos (o neumólogos), neurólogos y otras especialidades; necesario mencionar al “ejercito” de enfermeras(os), que tras el auricular nos expresaban con ternura y mucho aliento las leves mejorías o con la voz casi apagada el retroceso del ser querido e inclusive escuchar de trasfondo el sonido agudo y continuado en señal de que otro paciente estaba en una situación crítica.

A lo antes descrito de forma paralela se sumaba la “guerra mediática” en cuanto al comportamiento en el mundo del aumento exponencial de personas afectadas y fallecidas, buscando responsables sin distinción de “derechas o izquierdas”; de las contradicciones y pleitos entre los organismos o instituciones e inclusive la polarización entre quienes cumplían o no las medidas básicas para evitar contraer la enfermedad.

La presión de la apertura de fronteras, negocios, bares, teatros, cines, restaurantes, ante una necesidad económica a pesar de los rebrotes y segundas olas; impartir clases desde casa, mediante la llamada educación remota, donde en muchas ocasiones ni docentes ni estudiantes contaban con los recursos necesarios, ni estaban preparados pedagógicamente para enfrentar el drástico cambio a la hora de enseñar y aprender para aplicar, afectando con ello la calidad de la educación.

Diría que esta ha sido un año muy “gris”, difícil, complejo, sin contar los daños causados por fenómenos meteorológicos – recurriendo hasta el alfabeto griego – en el caso de los ciclones o depresiones. 

No queda duda que la vida sigue tal es así a pesar de los “tragos amargos”, donde se extraen muchos aprendizajes y que en mi caso se puso de manifiesto: lo principal, la unión de la familia, el darnos ánimo entre nosotros, refugiarnos en Dios o en la Ciencia, en la esperanza, en la fe.

Les deseo a todos mis lectores lo mejor de lo mejor en este nuevo año que se avecina, a los millones que pudieron lograr vencer la enfermedad tras su recuperación, a los nuevos descendientes, a aquellos que luchan por seguir educando a niños/as, jóvenes y estudiantes en general. 

Un abrazo grande.



 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Resulta complejo, pero ¡se puede!

El Trabajo en equipo considerado una competencia blanda, siendo muy exigida por los empresarios, de aquí que se considere un término muy en boga, tal es así que prácticamente no hay un día, donde exista una oferta laboral sin que se solicite esta competencia. 

Hoy, la palabra trabajo en equipo, se requiere como un valor propio del individuo, cuyo propósito es contrarrestar al individualismo. Es cierto que no en muchas ocasiones podemos estar abrumado o lo contrario, bien bastante estresado por el volumen de trabajo, a pesar de contar la o las personas con la capacidad para hacerlo.

Sin embargo lo que se pretende llevar a cabo no necesariamente puede ser criterio de uno o una cuando realmente se trabaja de forma conjunta, para lo cual se requiere cierto insumo, para alcanzar un trabajo final y de calidad indiferentemente quienes sean los autores: estudiantes, docentes o de un gerente a las autoridades superiores. 

Entregada la solicitud, si todo sale bien o no, al menos habrá una sonrisa y un agradecimiento a la persona o colectivo que nos permitió retroalimentarnos, no quitándole en ningún momento responsabilidad para ello a la persona que le correspondía liderar el trabajo mismo. 

Al igual que otros valores (actitud ante el trabajo, puntualidad, etc.) el trabajo en equipo implica un elemento que debe formarse en el individuo, de aquí que resulte complejo la adquisición del mismo. 

Si no se educa a la persona, bien desde el seno familiar o desde el colectivo laboral (o ambos inclusive), donde no todo no dependerá de lo que el destino nos depare, y a partir de ese momento ponerlo de manifiesto. Basta que surja una necesidad casual o planificada, para que ante un llamado, se requiera de solidaridad + compañerismo + incondicionalidad (otros valores) = trabajo en equipo, y lograr con ello lo deseado. 

Podemos ver, y hablaba en un inicio, del llamado que se hace a estudiar y al trabajar en equipo, inclusive mediante cursos de capacitación, que mediante ciertas dinámicas, técnicas de aprendizaje, te hacen ver que solo, no se puede. El “Clavo” es que posterior a la capacitación, o no se ponga en práctica, porque regresas a la rutina (por supuesto craso error) a pesar de que la propia institución, posiblemente sufragó el curso, o que la institución misma no haya planificado actividades que conllevaran al trabajo en equipo.  

Es cierto – y así lo recoge la Historia -   que algunos de los más grandes genios de la historia han ofrecido al mundo productos extraordinarios desde la soledad de sus talleres o aposentos, sin embargo suele excluirse, quiénes lo acompañaron en sus investigaciones; por ejemplo: Detrás de un premio Nobel, hay un equipo de trabajo, de investigadores, aunque quede en la Historia, que fue uno o una. 

Recuerde que un verdadero trabajo en equipo, donde entre las personas que forman parte del equipo, presentan competencias específicas y desarrolladas que al alinearse producen sinergia, empatía, conexión emocional y visión compartida de sus integrantes, sin imposiciones ni compromiso, donde reina la intradisciplina, identificación y la coestima, además de agregar valores, que cuando ello sucede los resultados suelen superar todas las expectativas. 

Finalmente, debo decir que en su momento, Luis XIV de Francia se equivocó, al decir ¡“El estado soy Yo”!, ya que cuando se trata de trabajar con sinergia, sin duda alguna, debiera ser ¡El Equipo, somos todos!
 

lunes, 14 de diciembre de 2020

Cuando la no rutina se convierte en rutina

Siempre he tratado de ser organizado, lo cual me ayuda a optimizar el tiempo de la vida cotidiana, sea laboral o personal; levantarme a una hora determinada, que cuando irónicamente pongo el despertador, lo que hago es vigilarlo para visualizar si ya estaré pronto a despertarme. 

Casi sonámbulo me dirijo a la cocina en búsqueda de preparar un buen café, en cuyo traslado encendida la luz, visualizo la entrada de algún correo en la “extensión” de mi mano: el celular, que de no ser importante pongo a cargar el mismo, mientras que en el interior del microonda gira como un carrusel la taza que ya tiene su azúcar sin calorías y cierto contenido de agua, a la espera que suene la señal que ha transcurrido el tiempo necesario, recipiente que impacientemente espera su dosis del prestigioso estimulante rico en cafeína.

Me traslado a la sala y en uno de los sillones – teniendo a la par el preciado licor cuyo aroma invade mis fosas nasales – encendemos la computadora personal, dando un barrido general por periódicos nacionales e internacionales donde tratamos de valorar un equilibrio entre los dimes y diretes en el ámbito político, hechos sociales, artículos; casi a la par encendemos la tele dándole prioridad a los noticieros y apreciarlos audio visualmente.

Se siente la moto que indica la llegada del periódico, para complementar si el planeta Tierra “sigue patas arribas”

Paso a algunas tareas domésticas como es la revisión de los dispensarios de las mascotas; limpiar lo que en la noche ensuciaron y alistar un tanto la mesa para el desayuno.

Al baño, al closet, en búsqueda de una ropa adecuada en tiempos de pandemia y pasamos a ingerir los alimentos que se suponen que sean los más importantes (se plantea que… “la primera ingesta del día determina durante el resto del día la eficiencia del organismo para quemar las grasas de los alimentos consumidos en la comida y la cena”)

Tras lavar los recipientes utilizados, suelo dirigirme a mi pequeña agenda donde reviso el cumplimiento de lo programado y por programar, aquí plasmo las pequeñas tareas cotidianas; las tareas “grandes” las cuales se repiten con fechas inamovibles cada mes, esas están escritas en un calendario colocado como cuadro, de frente.

No omito manifestar que tal vez como una muestra de organización o disciplina en cada local de la casa cuenta con un reloj, que indica lo único que no podemos volver atrás: el tiempo.

Realizo una “pequeña gira” trasladando a mi esposa a su trabajo, siempre y cuando no realice teletrabajo; por el supermercado, alguna que otra gestión personal y a casa; retomamos la agenda de lo cotidiano, cuyas tareas por realizar giran en torno a la escritura de artículos por elaborar, donde los temas a abordar fluyen uno más que otros, dependiendo de la “musa”

Llega el horario de almuerzo calculado para las 12 del mediodía; dormir religiosamente la siesta (recomendado unos 20 minutos mínimos) que me permite reunir energías para el resto de la jornada o resistir una noche larga. Nota: esto último casi nunca, aunque con excepciones justificadas.

Una nueva taza de café y de retorno a la computadora…; no pueden casi al filo de la tarde, los ejercicios físicos, caminando por el barrio, tratando de sudar un poco lo cual no garantiza eliminar las calorías ingeridas y necesarias, pero es un esfuerzo al menos en estirar los músculos.

Al baño nuevamente, continúan los noticieros, la cena (un tanto más ligera) y a disfrutar de algún audiovisual que nos permita retornar los latidos del corazón que corresponden en “modo descanso”

Una vez que arriban los primeros bostezos o los párpados se vuelven más pesados, suena la alarma mental que dentro de unas 6 horas aproximadamente, se repetirá lo ya descrito anteriormente.

¿Soy acaso rutinario? No lo sé, pero realmente lo que hago, lo disfruto y más en tiempos de pandemia; que cuando termine este desagradable virus, volveremos a soñar en… incorporar nuevos elementos que hagan la vida más agradable y tal vez rutinarias o no.

lunes, 7 de diciembre de 2020

¿Por qué podrían “ablandarse” las competencias blandas ante la Educación Virtual?


Indagando en el diccionario de la Real Academia Española, una competencia se considera “Pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”

Hay competencias laborales y educativas, que en el caso de ésta última se plantea: “Conjunto de comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea”, que de “aterrizar” un tanto la resumiría en que: los estudiantes aplicarán sus conocimientos en un contexto real, comprenderlos y además integrar los distintos aprendizajes, relacionarlos entre sí y utilizarlos de manera práctica en las posibles situaciones o circunstancias a las que tengan que enfrentarse diariamente. 

También suelen denominarse competencias o habilidades duras, donde se evidencia un hacer, de aquí que pueden cuantificarse o evaluarse.

A lo anterior se incorporan las llamadas competencias blandas o suaves, consideradas habilidades personales que poseemos y que se pueden utilizar en cualquier campo en el que nos desempeñemos y que nos ayudan a interactuar con los demás; Poseen un carácter subjetivo – ya que son más difíciles de cuantificar - dado que se vinculan con la forma en que la persona se relaciona e interactúa con otras personas. Nota: por ello también se le suelen denominar como competencias personales o interpersonales.

Pero sí hablamos de relacionar en interactuar, ¿Cómo se comportarán las competencias blandas, cuando la Educación Virtual, su característica principal es que el docente no necesariamente está “cara a cara” con los estudiantes, ni los propios estudiantes entre sí?, recordando que suele(n) comunicarse a través de una pantalla (celular, computadora u ordenador, tableta, radio o televisión.

Hablemos entonces de las competencias blandas (principales) y su posible “ablandamiento”; para ello comenzamos con la Comunicación y Escucha activa.

Saber comunicar sus ideas y recibir (escuchar) las de las personas es parte clave, pero si el estudiante habla muy bajo (no se comunica adecuadamente), pero paralelo a ello no tomas notas o apuntes, u observa al profesor donde se evidencia una mirada lánguida, desanimada, probablemente no está escuchando realmente lo que está diciendo, peor si está viendo otro dispositivo electrónico.

¿Consecuencias? No preguntará, no participará, no será evaluada.

Trabajo en equipo. Muy relevante la misma, ya que “La unión conlleva al éxito”, pero sí el estudiante anterior que no atendió, ni escuchó quienes son los integrantes del equipo y las orientaciones para el trabajo, una opción será hacerlo en modo individual, pero la posibilidad de aprender a hacer, su resultado de lograrlo, será cuestionable.

Planificación y Gestión del tiempo. De no tener claro el horario (previo) en que deberá conectarse a la clase, foro, entrega de trabajos en tiempo, posiblemente retire o abandone la clase.

Negociación. Considerado como la habilidad de llegar a un acuerdo entre dos o más partes. ¿Realmente podrá lograrlo cuando su comportamiento no ha sido el mejor, consigo mismo, con sus compañeros de equipo y con el profesor?, ¿Estaría en condiciones de pedir una prórroga para la entrega de trabajos tardíos?

Ética. Rama de la filosofía que estudia la conducta humana, ​​ lo correcto y lo incorrecto, ​​ lo bueno y lo malo, ​ la moral, ​ la virtud y el deber entre otros, de no ser ético, podría catalogar al estudiante de un negativo desempeño. En resumen no podrá cumplir con otras competencias blandas como liderazgo, toma de decisiones, mentalidad de crecimiento, no tendrá apertura a la retroalimentación, inadaptable.

No queda duda que la Educación Virtual dificulta aún más el trabajo de los docentes, que estando frente a sus estudiantes de por sí es complejo, pero la perseverancia, el nivel de exigencia y flexibilidad, el uso de estrategias pedagógicas adecuadas con las TIC, logrará poco a poco “endurecer las competencias blandas”