lunes, 26 de julio de 2021

Una institución… ¿en declive?

Parto como generalmente hago de una definición, lo cual me ayuda tal vez como punto de partida, para el análisis o reflexión, en este caso: el matrimonio.

El matrimonio ​ es, “una institución social, presente en gran cantidad de culturas, que establece un vínculo conyugal entre personas, reconocido y consolidado por medio de prácticas comunitarias y normas legales, consuetudinarias, religiosas o morales”, que hasta aquí diría que bien, pero el problema principal es la sostenibilidad, la permanencia, sosteniendo los mismos principios entre ambas personas, por lo cual decidieron convivir.

Principios que pueden ser vulnerables, ante un sinnúmero significativo de hechos, como es el caso donde se enmascara casi todo con la siguiente frase “por incompatibilidad de caracteres”, donde solo el tiempo fue capaz de sacarlo a flote (lo incompatible) , ante las adversidades: no tener donde vivir, vivir “agregado”, problemas económicos, un nuevo descendiente, donde no se tiene la madurez suficiente para asumir la responsabilidad, la no voluntad de asumir nuevos sacrificios, la falta de comunicación, la inexperiencia, propia en la juventud, no contar con una adecuada educación (estudios), no ser dependientes uno de otro económicamente, el distanciamiento por motivos laborales, entre otros.

¿Cifras? En países de Europa, como Francia, España, Alemania, Italia, Portugal en el año 2016[1], el porcentaje de divorcios oscilaba entre 48.7 – 56 %; en nuestra región[2], entiéndase América Latina, los porcentajes son mucho menores: Chile (3%), Ecuador 20%, en Guatemala al 5%, en México al 15%, en Panamá al 27%, en Brasil al 21% y en Venezuela al 27%.

¿Motivos de la desigualdad?: ¿El desarrollo económico, los niveles de educación, aspectos culturales, la religión? ¿En cuál atinar?, me resultaría complejo, donde no podemos olvidar que ante una población mundial[3] de 7 840 766 869 (7840 millones) de personas, las probabilidades o causales de divorcio son muchas.

Lo anterior no resta la evolución en la búsqueda de “pruebas ensayo – error” como es el concubinato (término antiguo, llamado así por los romanos, derivado del latín "concubinatus”, que significa comunidad de lecho, donde la pareja cohabitaba para mantener relaciones sexuales estables), unión de hecho estable, donde en estos últimos el comportamiento suele ser menos comprometidos, menor planeación del futuro, pero “para gustos, colores”

Realmente el matrimonio, constituye una decisión de peso, de responsabilidad entre los miembros de la pareja, siempre en lo personal mi consejos a mis estudiante ha sido “jóvenes, no se casen hasta que logren ser independientes económicamente, unirse no debe ser un obstáculo para continuar superándose; constituir una familia, cuando estén creadas al menos las condiciones mínimas (vivienda, trabajo ambos), mientras tanto utilizar los métodos adecuados en cuanto a planificación familiar y la clave del éxito, el meollo , diría que la comunicación, franca, abierta, compartir no solo los problemas, sino la búsqueda de soluciones colegiadas.

Complejamente, ¡suerte, en su decisión!



[1] https://oderizabogados.es/cuantos-matrimonios-acaban-divorcio/

[2] https://www.eleconomistaamerica.cl/sociedad-eAm-chile/noticias/5905891/07/14/Ocho-estadisticas-sobre-el-divorcio-que-le-sorprenderan.html

[3] Al 22 de enero del 2021; fuente: https://libretilla.com/cuantos-habitantes-hay-en-el-mundo/ 

lunes, 19 de julio de 2021

Una vida que debiera ser de detalles.

A veces pienso que el planeta Tierra está “patas arribas”, pandemia, muertes, problemas sociales, crisis económicas, necesidades, unos que tienen más y otros que tienen menos (nivel de vida diferente, aumento de brechas entre riquezas versus pobreza), que si te vas a la historia te darás cuenta que siempre han existido a pesar del paso por las diferentes formaciones socioeconómicas (primitivismo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo), los problemas.

Contradicciones mucho más vistas, con la creación de las redes, donde lo que pasa hace un par de minutos, se sube y se comparte y se multiplica exponencialmente, permeadas por noticias que nos amenazan, que nos da temor: asesinatos, crímenes, secuestros, robos, corrupción, los que nos obliga a la duda y la incertidumbre, en quien confiar, si es que hay alguien.

Cuando muy pequeño, mi mamá se despedía indicándote las buenas noches y dejándote una luz encendida, para que no te asustaras por si venia el “coco” (Personaje popular, una figura sin forma reconocida al que cada niño puede ponerle un rostro, un cuerpo y una voz completamente distinta, que actúa de noche, en la oscuridad), inclusive te tapabas la cabeza con la sábana o colcha, para que no te viera.

Todo esto me hace pensar en que sería para mí un mundo ideal: Establecer la Educación, como una institución con los recursos necesarios (infraestructura, recursos tecnológicos, textos, uniformes, etc.), donde todas las personas de todas las edades tuvieran acceso; donde el profesionalismo de los docentes, auxiliares fuese elevado mediante una formación continua; donde los grupos de estudiantes a atender no fuesen numerosos y respondieran realmente a la disciplina o asignatura, acorde al tipo de forma de organización de la enseñanza.

Que los docentes no impartieran un amplio abanico de asignaturas, para lo cual no necesariamente fueron formados; para los docentes empíricos con profesiones diferentes y que carecen de una formación pedagógica, ser debidamente capacitados.

Que el personal de Educación fuera reconocido por las autoridades que le competen, sobre todo para aquellos que han pasado 40-50 años en esta digna profesión y que se suman al aprendizaje de la tecnología, pero por encima de todo ello, tiene un prestigio más que ganado y reconocido por cada generación a la cual tuvo posibilidad de formar, más allá de su clase, con la exigencia, el ejemplo, con su preocupación constante hacia sus estudiantes en ocasiones en los banco de un pasillo, hoy a través de un correo electrónico, pero que a la vez paralelamente conversas con los padres de los discípulos y en el peor de los casos, el docente asumir el rol de los padres ausentes.

No estoy hablando de reconocimientos con “bombos y platillos”, a veces una palmadita o unas sencillas gracias, resultan suficiente, porque por experiencia propia, no terminan cuando el estudiante pasa a otro grado , curso o nivel y les cito un ejemplo – el cual se ha repetido en varias ocasiones – estando en una fila o cola para comprar un producto alimenticio, escuche cerca de mí, casi un susurro “…mira ese señor fue mi profesor hace muchos años y no solo me enseño, sino que me educó también, es más sus consejos siempre fueron muy valiosos, inclusive algunos de ellos los aplico a ustedes” Obviamente tenía duda si el referente a la conversación, era alusión a mi persona, que de no serlo, también me generó gratitud, ya que otro docente su propósito había sido cumplido.

Solo busqué la mirada del papá, cuando me expresó: “…profesor, ¿no se acuerda de mí?”; realmente me costó trabajo reconocer su rostro, que se escondía tras una mascarilla, pero la duda se fue aclarando, en la medida que me resultaba familiar a pesar de sus canas, y ya algunas líneas de expresión en las comisuras de los ojos. Le pedí el nombre del centro, donde le di clases y a continuación dirigiéndome a la jovencita de unos 15 años, le dije: ¿sabes? Se me escapó la posibilidad de darte clase, como lo hice con tu papá, pero confío en él y te felicito, ¡tienes un excelente educador contigo! ¿La respuesta de ambos?, una sonrisa. Suficiente detalle, para sentirme bien y olvidar los problemas.

lunes, 12 de julio de 2021

Otra forma…

Hablar del tiempo constituye una unidad, de las siete del sistema internacional de unidades (S.I.)[1], la cual se expresa en segundo, y su símbolo s, sin embargo, en la vida cotidiana lo más común es utilizar otras medidas como son los minutos, horas, días, semanas, meses y años.

¿Quién inventó el reloj? El primer reloj de la historia fue inventado por los egipcios hace más de 4000 años. Esta civilización usaba un reloj de sol, pero que solo podía medir el tiempo durante el día y no podía ser usado en la noche por la falta de luz solar.

Evidentemente hubo una evolución pasando por el reloj de agua, también creado por los egipcios, el cual estaba formado por un recipiente donde el agua fluía a una velocidad constante y de esta manera se podía calcular cada hora que pasaba; le siguió el reloj de arena (siglo XVI), cuyo empleo principal era medir el tiempo que duraba la misa en los templos católicos.

Le siguieron el reloj mecánico, el que se caracterizaba por poseer un error de aproximadamente 5 minutos al día, lo cual para la época era muy poco; continuaron otros como el reloj de bolsillo, hasta llegar al de pulsera – se construye en el año 1812, quien lo porta por primera vez una mujer, siendo nada más y nada menos que la reina de Nápoles llamada Caroline, hermana de Napoleón.

Siendo hoy el más común – bajo las modalidades mecánicos o automáticos - pero que pierde, diría que fuerza, ante su masiva divulgación en medios como tabletas, computadoras, celulares, que en muchos casos comparativamente con la facilidad de apreciar el tiempo en tu muñeca, extraes de la mochila (irónicamente pérdida de tiempo), bolsillo, tu celular para visualizar cuanto te queda para entregar la tarea, llegar al trabajo o escuela, pero que de estar conectado rápidamente lo ves en la pantalla del medio electrónico que emplees en ese momento.

¿Qué unidad del tiempo emplear? ¿segundos, minutos, horas, días, meses, años? Todo dependerá de lo que esperas: ¿transporte?, ¿cierre del tiempo que te exige el docente para entregar digitalmente la tarea, a través de una plataforma?, ¿cuánto queda para tu próximo cumpleaños?, ¿cuánto para graduarte, para viajar?, ¿A la espera de los resultados de la entrega de notas o si el bebé será niño o niña? ¿Cuánto me falta para la segunda dosis, para la vacuna contra el COVID? En fin, la necesidad, te traslada a que unidad del tiempo utilizar.

Hasta aquí tal vez, nada nuevo y usted dirá es cierto, pero en ocasiones dependiendo de cada persona en su vida laboral o personal, suelo medir el tiempo en las actividades que debe desarrollar cotidianamente unas planificadas otras no, por ejemplo: tazas de café en el día con horarios “religiosos”, hora de salida para caminar entre 1 – 2 km diario, ver las noticias en la tele a la hora tal, revisar mi planificación de artículos a publicar, para el día, semana y hora y así un sinnúmero de ejemplos, los cuales tal vez siendo una adicción, resulta tangible, cuando en varios lugares en la casa están ubicados varios relojes, con el propósito de estar atento a ¿qué hora es, para…?

No queda duda partiendo de los egipcios o romanos en su interés por medir el tiempo, lo cual era vital – por cierto, no se como harían los hombres en la Edad de Piedra (hace unos 2.8 millones de años atrás), pero no queda duda, que salían a cazar desde temprano, sus propios alimentos -, y que lo sigue siendo, lo cual resulta imposible deslindar hoy en día.

Ah caramba, disculpen, se me “acaba el tiempo” mi reloj acaba de anunciarme – a través de un mensaje de voz, o correo -, que: “Llevo mucho tiempo sentado, sugiriéndome caminar un poco” y que en otras ocasiones hasta me alarma cuando me indica “Detenga por unos instantes su marcha (de mi caminata diaria), ya que las pulsaciones de su corazón sobrepasan las pulsaciones permitidas acorde a su edad”



[1] Las otras unidades lo son: Longitud, Masa, Intensidad de la corriente eléctrica, Temperatura, Cantidad de sustancia e Intensidad luminosa.

lunes, 5 de julio de 2021

¿Por qué la necesidad de aplicar?

Una pregunta, diría que simple, pero de respuesta compleja, que no ha sido una sola vez, es ¿Profe, para que sirve la Química? Por supuesto en la primera ocasión, me agarró “movido de base” – expresión utilizada en términos beisboleros, cuando un jugador estando en base, se distancia un poco de la misma y lo ponen out – de aquí que la réplica, no fue inmediata, pero sí al final de la clase, donde en función del perfil de los estudiantes (de ingeniería, algunos de medicina), me fui a la aplicación del uso de la corriente eléctrica: flujo de electrones; reacciones que suceden en el organismo y que provocan …

Luego centrar la atención en una definición y menos evaluarla, no era nada productivo, más cuando se basa en la memorización - entiéndase la capacidad del cerebro de retener información y recuperarla voluntariamente -, por ejemplo[1]: quienes escuchan la palabra (actividad verbal) del docente y no toman apuntes, solo el 5% del estudiantado, lo retiene durante dos semanas, sin embargo el mismo tiempo de retención, cuando en la clase se desarrollan actividades (participativas) donde los jóvenes discuten y opinan, la retención es del 50 %.

No queda duda que las Leyes – muchas - que rigen a las llamadas Ciencias Naturales, que comprenden un conjunto de disciplinas de carácter científico que se dedican al estudio de la naturaleza, son importantes, pero que son validadas y se hacen reales al ser demostradas su aplicación, por ejemplo: si viajas en un automóvil y éste - ante un peatón imprudente, que aparece de la “nada”, - se detiene bruscamente, tu cuerpo se inclinará hacia adelante. ¿Motivos? Aplicas la primera Ley de Newton[2] o Ley de la Inercia, y que no es por menospreciar los aportes de este brillante científico y menos olvidar su nombre, sino que de no ponerte el cinturón de seguridad adecuadamente podrías salir despedido por el vidrio delantero, en el mejor de los casos.

Obviamente profesor, no ponga en práctica esta experiencia (broma), pero utilice otros ejemplos que demuestre no solo las leyes antes referidas, sino otras como las Leyes de la termodinámica, de Mendel, de Kepler, entre otras.

En más de una ocasión he expresado – criterio por supuesto muy personal – que debieran abolirse del todo las evaluaciones que conlleven a la memorización; por cierto hace poco escuchaba en un programa televisivo, la entrevista a un científico – creador de una de las vacunas contra el COVID – donde hacía referencia a que para la defensa de su doctorado, su “examen” ante el jurado, su defensa fue oral, al igual que cuando fue estudiante universitario y posteriormente profesor e investigador: reitero Oral.

Obviamente es muy complejo evaluar de esta forma ante grupos muy numerosos, donde no caben los estudiantes en el aula (ni física, ni virtual), pero no yéndonos a los extremos, es aplicable mediante actividades de control sistemático.

A todo lo anterior sumo, que – ya siendo aplicados, aunque la experiencia es poca a partir del teletrabajo o clases en línea, considerando los años de la pandemia y algunos desatinos de que hacer para dar una respuesta de la no suspensión del período escolar, siendo uno de ellos sostener el mismo de número de horas clases presenciales, bajo la modalidad remota – las evaluaciones a través de medio electrónicos como computadoras, ordenadores, tabletas, celulares, deben cambiar.

Sencillamente, no es viable sostener las viejas costumbres de preguntar acerca de conceptos, “…enuncie …”, así como el tipo de preguntas, como es el caso de las cerradas, cuya respuesta prácticamente es sí o no. Los tiempos actuales en la evaluación, debieran responder a valorar la habilidad de interpretar, ser escuchado, como aplicar, donde aplicar, en la solución de problemas, demostrando el procedimiento a seguir, etc.

Cuando el estudiante dice y hace – considerado como actividad académica pura – logrando enseñar a otros, se retiene al menos durante dos semanas el 90 %. ¿Lo aplica usted profesor(a)?, se lo recomiendo.



[1] Edgar Dale (1900- 1985) pedagogo estadounidense, conocido por su famoso Cono de la experiencia, donde representa la profundidad del aprendizaje realizado con la ayuda de diversos medios

[2] Isaac Newton (1643-1727) físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés.