jueves, 30 de abril de 2020

Una obra en varios actos.


Introducción: en varios artículos de diferentes fuentes periodísticas internacionales, sobre el uso de los celulares y las edades de los usuarios encontramos lo siguiente: a los 11 años, más de la mitad de los niños suelen tener su propio teléfono inteligente; a los 12 años, más de dos tercios lo tienen, y a los 14, los adolescentes tienen la misma probabilidad que los adultos de poseer este recurso tecnológico. Por otra parte se plantea casi el 72% de los niños de 8 años han hecho uso de un celular. 

En el caso particular del uso de computadoras, ordenadores o laptop, expertos mencionan que ya a partir de los 2 o 3 años, hacen uso de la misma.

Primer acto: Se levanta el telón y vemos la presencia de un niño de unos 4 años (su profesora previamente impartió una clase en vivo de unos 30 minutos, donde intercambia con los niños y niñas), sentado y sobre la mesa se observan cómo especie de cartillas, con juegos donde escribe la letra con la cual inicia la figura (animales, vegetales, etc.); otra tarea en esta ocasión de matemática donde el pequeñito cuenta ¿frutas, pelotas? 

En las tardes ya que la mamá y el papá trabajan regresando en ocasiones ambos entrada la noche, la abuela lo refuerza en las tareas (también de educación física y culturales) inclusive los fines de semana.

Segundo acto: Se levanta el telón y se observa a una madre, que recibe a través del celular de su hija (10 años, tercer grado) un correo – a través de una de las tantas plataformas – contenidos, tareas y orientaciones del colegio, la señora (mamá soltera) con experiencia en informática, amplia la información en la televisión y se sienta con la menor apoyándola en la solución de la información virtual recibida.

Tercer acto: Se levanta el telón y se observa a un joven ¿14-18 años?, visualizando su celular, pasa su mano por la cabeza en señal de preocupación, brazos que se levantan como una evidencia de posible agobio. Mira el reloj de la pared, gira su rostro en señal de negación, boca cerrada y dientes fuertemente apretados, ojos y cejas ligeramente inclinados para expresar además enfado.

Coloca el celular sobre la mesa, no de buena gana; lo toma una vez más y al parecer, busca otra opción, “abandonando” la clase, desliza su dedo a través de la pantalla buscando nuevas opciones, su rostro cambia, sonríe maliciosamente, contesta un correo y retorna “al aula de clase”, hace 3 minutos la clase ya había concluido. Si había un texto de la docente, reclamándole por qué se había desconectado de la clase antes de tiempo, además de no haber participado en la misma.

Entra a la escena, en ese momento su mamá, ella le pregunta “Hijo, ¿qué tal te fue hoy en las clases?; como respuesta “…bien…”. Fin del acto.

Usted estimado lector, padre o madre, tutor, si desea ponerle nombre a la obra, pensaría en varios títulos posiblemente, pero en estos tiempos  - de pandemia – no queda duda alguna que a los niños, jóvenes estudiantes hay que atenderlos más, preocuparse mucho más. El rol de la familia, se incrementa significativamente en lo que es la Educación, por cierto los invito a que sean actores y actrices principales de esta puesta en escena.

lunes, 27 de abril de 2020

¡Educación a distancia!


Posiblemente estando de vacaciones entre un período y otro del curso escolar, mi padre para que no estuviese tan ocioso e inducirme a estar ocupado (algo intranquilo no solo en casa, ¿10, 12 años?) me planteó que estudiáramos juntos a partir de un pequeño libro, con contenidos, ilustraciones y evaluaciones sobre un curso de Mecánica Automotriz.

Me llamó mucho la atención además de la exigencia del “viejo” en que si comenzaba, había que terminarlo con buena nota (interesante, la educación comienza por casa); el documento o texto en cuestión procedía de los Estados Unidos, del cual previamente uno se suscribía, pagaba y por vía aérea te enviaban un sobre a casa; hacías las evaluaciones en un tiempo prudencial establecido y lo reenviabas (siempre vía correo), al concluir el curso (2 o 3 meses) te enviaban un certificado de culminación y con los resultados.

Al ser el curso sobre reparación de carros, que en ese momento estábamos lejos de tener uno, la clase se convertía en empírica (totalmente teórica), pero lo positivo era que soñabas arreglarlo algún día. Sencillamente, aunque en ese momento al ser tan jovencito, desconocía términos técnicos educativos, pero recibía clases por correo y por qué no ¿educación a distancia?

Ese colegio o institución de siglas H.C. cumple en este 2020, ¡100 años de fundada! Hoy en día la misión de la misma es la siguiente “…ofrecer una alternativa real y efectiva a la enseñanza tradicional escolarizada, por medio de la Educación a Distancia por Internet; una modalidad de educación libre de calendarios escolares, de requisitos académicos o de edad, de horarios de clase, de salones completos o lejanos, y de clases incompletas. Una alternativa para progresar en forma individual, efectiva y al momento, por medio de un aprendizaje solidó, practico, y económico”

¡Bingo!, dice en la misión de la cual extraigo “…por medio de la Educación a Distancia por Internet”, luego se visualiza un proceso de evolución, con el uso de la tecnología, pero la otra parte es que estudiar desde la casa no es nuevo ni es una moda, aunque sí una solución ante el COVID 19. Diría – y no soy el primero – que la pandemia ha acelerado una herramienta o vía de la educación a la que posiblemente tendremos que dirigirnos los profesores para trabajar desde la casa.

Como todo cambio – ante inventos, como el automóvil, aviones, telefonía, industria tecnológica, otras – donde suelen siempre existir detractores, pero ¿y la respuesta ante ello? No hay de otra, adaptarse y prepararse fuertemente para mantener la profesionalidad, la creatividad, la innovación, la investigación, etc.

Habrá que crear mínimas condiciones – computadora, Internet, impresora, audífonos, celular, escritorio, posible local de trabajo, donde las distracciones sean lo menos posible (siempre desde casa), una planificación idónea, horarios de clase en línea, atención a las diferencias individuales – lo cual implica una fuerte inversión económica y sobre todo de tiempo - no solo en la preparación previa de las clases – sino ante “la pantalla” de su recurso tecnológico.

La institución también deberá cambiar, no queda duda ya que las aulas de clase “desaparecen” y pasan a los hogares del personal docente, ¿dónde los cambios? 

Mediante una plataforma educativa que permite gestionar lo que sucede en el aula de forma online, de manera colaborativa; reglamentos, normativas, capacitaciones permanentes, organización, el establecimiento de un canal de comunicación eficiente y permanente con docentes y estudiantes; apoyar al profesorado y estudiantes en brindar los medios necesarios tecnológicos, para garantizar con ello la buena marcha del proceso educativo.

Indiscutiblemente que es un gran reto, que de no lograrlo, nos habrá vencido el COVID. Por ende, es necesario YA una visión no de futuro, sino inmediata. 

¡Si no hay Educación, no hay Salud!

lunes, 20 de abril de 2020

Las clases virtuales y el covid 19


La tendencia – producto de la pandemia actual – ha comprometido a las instituciones educativas a la impartición de clases con el uso de recursos tecnológicos, hecho que implica un sinnúmero de acciones previas, para que pueda establecerse el vínculo docente – estudiante(S)

Un colegio, escuela, universidad que cuente con una plataforma académica, que soporte materiales (documentos), vídeos, verse en línea (con el uso de Zoom, Skype, o de la propia herramienta u otros) lo cual representa un respaldo tecnológico necesario; pero tal vez lo más importante por donde debí comenzar es la preparación de los y las docentes (lo cual significa un gran esfuerzo de los mismos, en la adquisición de competencias digitales)

Preparar al docente, no resulta nada sencillo, que al principio algunos pocos muestran una cierta resistencia, entiéndase “…sino es presencial, ¡no la imparto!” por supuesto un planteamiento draconiano, que se convierte en “prehistórico”, que al escucharlo personalmente me venía a la mente: “…no hay de otra, la historia (en esta caso la tecnología) le pasará la cuenta”; por suerte la experiencia que tengo es otra, tuve la dicha de contar con un colectivo de profesores - de todas las edades- que asumieron el reto y lo sobrepasaron, como decimos los profesores de química “en cantidades industriales”.

Me correspondía darles acompañamientos a clases en modo virtual incorporado como “estudiante” en cada una de sus clases, que por supuesto observaba y respetaba (nada de interrupciones) y al final de la misma (2 o 3 horas), si el docente me lo permitía aprovechaba para felicitar a los estudiantes, recoger opiniones de recibir la clase en ese modo (los pro y los contra); terminada esta parte, analizaba el desempeño de la clase, recomendaciones (pedagógicas), y no podían faltar las felicitaciones siempre, ¿por qué esto último, se preguntará estimado(a) lector(a)?

La respuesta es sencilla, si la sintetizo en una frase: “amor por educar”, sin horas de reparo en la preparación de una clase, búsqueda de información, de recursos, investigar, incluyendo hasta la posibilidad de dormir mal, sobre todo cuando surge una idea mientras trata de conciliar el sueño; que decir cuando tuvo en un principio la necesidad de adquirir de su bolsillo una computadora, conexión a internet, el pago la electricidad (que continua pagando) y posiblemente sin las condiciones idóneas desde su hogar (por razones hoy en día de la pandemia)

Una característica (o más de una) en esta modalidad de trabajo virtual es el rol o desempeño del estudiante que se puede ver permeado por la “lluvia” de tareas, orientaciones, conectarse “en vivo”, dedicándole unas 6 horas diarias a lo que se suma en la semana entre 6 y 7 clases, siendo éste el eslabón más frágil de la cadena clase con sus actores estudiante - docente.

Cuando el docente imparte una clase presencial (las que pudieran “desaparecer por un tiempo”) tiene que tener control de la disciplina (¡vital!) no con regaños, sino con la persuasión - proceso mediante el cual se emplean mensajes a los cuales se dota de argumentos que los apoyen, con el propósito de cambiar la actitud de una persona, provocando que haga, crea u opine cosas que originalmente no haría, crearía u opinaría-, con el uso de recursos llamativos; que cuando pasa a la modalidad virtual, el docente requiere de más exigencia y disciplina, que los jóvenes no se desconecten, crear hábitos ligado al horario, planificación de sus actividades, entre otras y sobre todo mucha madurez, que no resulta tan fácil, en la enseñanza media, bachillerato y los primeros años de la universidad.

Que si este proceso por alguna razón “se debilitara”, no estimulando las administraciones fundamentalmente al personal docente, quien tendrá las de perder será el estudiante, aprendizajes superficialmente adquiridos o no adquiridos, períodos académicos “perdidos” producto del COVID-19.

lunes, 13 de abril de 2020

¡No se puede pasar por alto!


Ante un nuevo proyecto de texto para el próximo año, el cual trabajo en estos momentos, estoy escribiendo a quién dedicarle el mismo como tal, lo que suelo llamarlo a la par de la introducción, el agradecimiento. Aquí les comparto la propuesta.

Cuando te dedicas a escribir siempre en temas educativos, - donde una gran parte de mi vida ha sido la elaboración de libros de textos y solo superada por ejercer la profesión de docente – a través de plataformas digitales, prensa escrita, dirigido a estudiantes, educadores, y lectores en general, donde la intención de hacerlo, el motivo fundamental es la transmisión de valores.

¿De dónde tomar el insumo?, A partir de experiencias propias, en otros casos de medios audiovisuales (películas, documentales, series), capacitaciones recibidas o impartidas, clases impartidas u observadas a profesores y el análisis de éstas.

El presente texto – cuyos contenidos suelen “envejecer”, fundamentalmente por el avance científico, las investigaciones y sobre todo con mayor énfasis en esta asignatura o disciplina Bio = vida; logia = estudio -, que dependiendo de su publicación lo queremos dedicar, agradecer, en este momento a los profesionales de la Salud del mundo entero, ante la Pandemia del COVID-19, surgida a finales del 2019 y con un fuerte impacto en el año actual que ha provocado la contaminación y muerte de cientos de miles de personas, poniendo en un alto riesgo la vida humana de nuestro planeta.

Médicos, doctores, enfermeras, laboratoristas, personal de apoyo, personas que sin descanso trabajan ¿16, 18 horas diarias? aislados de sus familias, en muchos casos no contando con los medios necesarios para evitar su propio contagio e inclusive hay quienes han dado sus vidas.

Me sería imposible pasar por alto - dejando constancia escrita – de estas valiosas personas, que ponen a riesgos sus vidas por salvar otras y decirles ¡MUCHAS GRACIAS!

Ellos y ellas han comprendido que “Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad” José Martí.

lunes, 6 de abril de 2020

¿Hacen daño los juegos de vídeo?


Varios estudios realizados dividen el criterio acerca de los juegos de vídeo que hoy tanto pululan. Las encuestas arrojan que muchos profesionales y dentro de ellos los y las docentes lo critican fuertemente, también padres y madres de familia, para ya aquí en este sector social, el voto se divide, ya que algunos consideran que es una valiosa herramienta de aprendizaje. Todo depende del uso adecuado y una buena orientación.

No hace mucho apreciaba en una canal televisivo - un documental de - como los juegos de vídeo ataban a la persona, sobretodos niños y niñas, jóvenes y algunos no tan jóvenes frente a la “tele”, lo cual afectaba al individuo casi al extremo de una sub – drogadicción. Unos dejaban prácticamente toda actividad pendiente y no menos importante: los estudios, en el caso de los estudiantes; mientras que en el caso de los trabajadores, dejar los compromisos laborales, para “mañana”.

Y para muestra un botón: entraba casualmente por una de las dos puertas (en esta ocasión por la trasera) a un laboratorio de computadoras de la institución todas con conexión a internet, fijado su uso en horarios libres para el uso de los estudiantes - ¿Qué esperaba encontrar, dada mi entrada no sorpresiva? 

Pequeños grupos aglutinados en función de algún trabajo investigativo, otros trabajando individualmente tomando notas de lo que visualizaban, lo cual era la respuesta apropiada, pero… si me llamó la atención escuchar con algunos decibeles fuera de lo normal, frases entrecortadas de varios estudiantes sentados en diferentes filas, tales como “… te maté, … beep, beep, beep….jajajajaja, ….beep, beep, beep….gran…beep,beep, beep….….” expresiones que no necesariamente escuchaban el resto dado el uso de audífonos. 

Me trasladé al frente del local y los “combatientes” al darse cuenta de mi presencia, automáticamente detuvieron la “guerra” y se logró felizmente alcanzar la "paz".

Si comienzo a auto flagelarme el hecho que este grupo de jóvenes “alimenten” su tiempo, con dicho gasto de energías (¿mental?), lo considero positivo, ya que es mejor estar ahí que no en otro tipo de vida, como es el caso de las drogas. ¿Pero acaso lo anterior, no es una droga en sí, con posibles consecuencias nada agradables?

Posiblemente para una persona suficiente madura y responsable podrá olvidar - tal vez - de manera instantánea el haberse entretenido en haber “liquidado”a cientos de extraterrestres o mercenarios, pero si no pudo lograr la muerte total del “mal”, algunas de sus células cerebrales estarán “planificando“ para mañana que estrategia seguir para vencer; peor en los más adolescentes, que si sus padres, simplemente por responsabilidades laborales, no le pueden seguir la pista a lo que ellos hacen en la casa realmente en tiempo de estudio .

La otra cara de la moneda se centra en el tipo de videojuego que se seleccione, por ejemplo: cuentos, historias, ensayos, de operaciones matemáticas, de idiomas, los cuales conducen a un aprendizaje, que refuerza el de la escuela o que sencillamente de forma autodidacta los más avezados pueden llevar a cabo. 

Cuando es así, ello permite rescatar el contacto con la realidad y a la vez estimulan conocimientos que complementan los objetivos de las instituciones educativas. Entonces, tanto el profesor como los padres cambian, y comienzan a orientar el uso de los mismos.

Por eso, antes de comprar un videojuego, lo importante es confirmar que la edad para la que van destinados sea la correcta, precisar el tiempo que se les dedicará, evaluar los contenidos antes de emplearlos y diseñar actividades complementarias pertinentes y todavía más en tiempos de pandemia.