lunes, 28 de noviembre de 2022

Cuando sonrío.

A veces cuando tengo tiempo para reflexionar acerca de lo que veo, siento, disfruto sin que nadie me observe, sonrío; ¿motivos? Acaso, ¿estaré dejando de ser cuerdo? No creo, aunque si alguien me viese pensaría que sí, o al menos te pregunte «¿De qué te ríes?»

¿Respuesta? «de nada, solo pensaba», que a veces quisiera decirlo, pero al ser una reflexión -Pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien-, suelo no compartirlo, algo así como de uno, particular, propio.

No obstante, doy mi brazo a torcer y les comparto algunas experiencias que me provocan sonreír, más allá del provecho fisiológico, la salud, tales como: ayudar a calmar y tolerar el dolor, la salud cardiovascular, reducir la presión arterial y activar la circulación sanguínea, aumentando con ello la oxigenación de la sangre.

Cuando veo los logros de una persona que “crece” laboral y profesionalmente con mucho esfuerzo; cuando los estudiantes te agradecen más allá de la exigencia, el haber provocado cambios de conducta para bien, como parte de la clase que impartes; cuando me encuentro personas a los que le di clases (10, 20, 30… años después) y te lo agradecen.

Cuando recibo un correo, una foto, un video, una voz, de alguien a la que quiero o estimo (sea familiar, amigo/a); cuando aprecio a mis mascotas que juegan, que suben al sofá y se colocan en posiciones donde evidencian descanso, des estrés, o acuden a ti o van detrás en búsqueda de algo de comer o leer en sus ojos «¿por qué hoy no nos sacas a pasear?»

Cuando no se rompe una amistad, producto de las discrepancias ¿políticas?, primando el respeto y la conciliación; cuando se ayuda a quién la requiere sin esperar beneficio alguno; cuando presencialmente recibes un beso, un abrazo de la persona que quieres, acompañado de «¿cómo te fue hoy en el trabajo o la escuela?»

Cuando sientes –a pesar de los vaivenes propios de la vida, con altas y bajas- que en los años vividos el fiel de la aguja de la balanza se ha inclinado más al platillo de hacer el bien; cuando sabes que aún puedes seguir haciéndolo a pesar que tu entorno puede haber cambiado, mediante un consejo, una sugerencia, una recomendación, sin que no necesariamente recibas la respuesta de su utilidad.

Cuando escribes y compartes, aunque nunca conozcas al lector y consideras que puedes haber hecho algo positivo, porque su respuesta en este caso es me gusta (like) o lo comparte, o no da señales de vida; cuando eres escuchado a través del podcast en países que no sé como llegó allí y que para colmo debo recurrir a la búsqueda cualquiera sea la plataforma digital, para ver dónde queda.

Cuando sabes que una persona enferma se ha recuperado; cuando a pesar del dolor que un ser querido ha fallecido, pero estando en vida compartiste momentos espectaculares, inolvidables.

Cuando sumo los cuándos anteriores a modo de resumen y producto de ello curvo la boca hacia arriba como si fuese a reír, pero levemente y sin emitir ningún sonido evidenciando una sonrisa, lo que me hace pensar una vez más que sonreír constituye una muestra de felicidad.

Un consejo: ¡Sonría! 

lunes, 21 de noviembre de 2022

¿El huevo o la gallina?

Siempre que surge la interrogante (nombre del artículo) el dilema que proviene a continuación es la expresión «¿Qué fue primero?», ya que del huevo nacen las gallinas y así respectivamente. Esta expresión llena de antigüedad condujo a los filósofos antiguos a cuestionar cómo se originó la vida y el Universo.

Lo usual, como respuesta «una falacia del tipo círculo vicioso»; obviamente para fundamentarlo, hay cientos de anécdotas, hoy les cuento la mía.

Visitaba una librería -prestigiosa- y conversaba con unos de los directivos, después de realizar una revisión exhaustiva de lo que promueven a través de las redes (también visitada físicamente y en particular deteniéndome en los estantes en la parte que correspondía a Pedagogía) donde consideraba que había un cierto vacío en lo que competía a materiales específicos para docentes, así como la posibilidad de promover  charlas/talleres al gremio de educadores, aspecto que se realizaban en otros temas de cultura general: la ficción, cómo escribir historias, conversatorios, etc., y con algún que otro vínculo con libros específicos.

En la medida que la conversación fluía unidireccionalmente –señal anticipada de fracaso-, al terminar mi tiempo de exposición programado, sin interrupciones que mostrasen si estaba equivocado o no que hubiese un espacio para el profesorado, la respuesta era casi concebida: «le agradezco su preocupación, pero de todo lo que usted ha sugerido, atendemos el 90% de sus sugerencias»

Continuó, «la problemática es que los docentes, no compran libros»; mi respuesta no se hizo esperar, «estoy claro, ya que el costo es significativo, dado los bajos salarios de los mismos, pero podríamos utilizar otras variantes, como los libros electrónicos (e-book), audiolibros, que son menos caros»; «en el caso de los talleres, hagámoslo, cuyo precio sea simbólico…»

«Realmente es una lástima, pero no hay cultura de dicha modalidad de libros», respondió aquel joven que se resistía al menos reflexionar por un segundo, como con sus palabras, marginaba de una forma u otra, -cualquiera fuese la variante- de involucrar a los docentes a asistir a una librería, catalogado así mismo como un lugar generador de procesos culturales.

Tras retirarme y llegar a casa, la cabeza me ebullía de si realmente, la investigación realizada, la presentación, la buena intención de hacer (creo) un bien, había sido una pérdida de tiempo; por supuesto que no, primero, insumo para este artículo, diría que lo más básico; segundo considerar que la educación no sigue siendo una prioridad necesaria al menos en el campo de la lectura, de tener acceso a la información cualquiera fuese la vía.

¿Tercero? Continuar a través de la elaboración de contenidos, siendo compartidos gratuitamente a mis colegas, para evitar que ello se convierta en un círculo vicioso: «¿Qué fue primero?», ¿el docente (el huevo) o el libro (la gallina) ?; ¿mi respuesta? Para ello retomo lo dicho por Don Quijote a Sancho Panza (su escudero) en la aventura contra los molinos de viento.

«La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra» 

lunes, 14 de noviembre de 2022

Una rotura, que afecta el aprendizaje.

¿Las dificultades de aprendizaje, son responsabilidad exclusiva del estudiante?, ¿o muchos de los males se encuentran en la propia institución? Me atrevería a valorar que la primera interrogante, surgiría de la opinión de un especialista en el campo de la educación con el propósito de analizar el porqué de los bajos resultados en un período determinado, mientras que la segunda, ¿de un padre de familia?

Sin embargo, de ser la familia quien cuestiona los resultados del trabajo que realiza la escuela, el instituto, el profesorado, con el propósito de identificar a un “chivo expiatorio”, causante del bajo desempeño de su familiar, difícilmente lleguemos a un camino de éxitos por parte de docente – estudiante o familia – escuela. 

Un factor importante para el establecimiento de una adecuada comunicación estudiante – docente, es conocer las necesidades del estudiante, tales como: 


·         El entorno familiar: relación entre los miembros de la familia, condiciones económicas y laborales.

·         Resultados académicos en estudios realizados en años o grados anteriores.

·         Problemas de índole personal y que pudieran evidenciarse en la clase, por ejemplo: apatía, baja o nula participación, no entrega de trabajos a tiempo, entre otros.

¿Cuál es el rol del docente en la situación de aprendizaje? La situación de aprendizaje es social. Los docentes tenemos "socios" en el aprendizaje, no "súbditos". La tarea educativa consiste en organizar las experiencias a través de la comunicación: 

 

·         Dejar que el alumno hable y se exprese

·         Impedir que repita lecciones aprendidas de memoria

·         Inducirlo a utilizar otras capacidades además de las intelectuales

·         Promover la expresión de vivencias personales (¿qué viste, ¿qué sentiste, ¿cómo lo viviste?) y sobre todo sus opiniones.

·         Procurar que el alumno establezca con sus compañeros una comunicación "constructiva"  y no meramente "informativa"

·         Sacar a flote las capacidades (trabajar con lo mejor que tiene cada uno)

·         Crear un clima donde cada uno se sienta valorado

·         Buscar mecanismos de estimulación en la medida que mejore su desempeño.

·         Presentar a la educación como el desarrollo de capacidades (auto despliegue) y no como una carrera de obstáculos o de vallas que hay que saltar

·         Procurar que al alumno aprenda a "estimarse a sí mismo"

·         Impulsar el crecimiento de la identidad: potenciar y promover más el SER que el TENER

     Un factor necesario a tener en cuenta hoy en día, también lo son las influencias de los medios masivos de incomunicación (¿cuántas horas pasa un estudiante ante una tableta o celular?), hechos que son necesarias a abordar en función que dichos recursos sean utilizados gradualmente en beneficio de la educación y no como una prohibición o rechazo de los mismos.

Y, ¿por donde comenzar? El centro de toda la tarea educativa es el estudiante, no es el adulto que enseña. De aquí la necesidad que el docente haga lo posible para ponerlo "frente a la realidad" teniendo en cuenta que una experiencia tiene sentido si se la compara y confronta con la vida que vive el o la joven; convirtiéndose en un mediador, también llamado modelo de cooperación o vinculo simétrico de cooperación complementaria": simétrico porque ambos están aprendiendo; de cooperación porque trabajan juntos; complementaria porque el docente complementa lo que el estudiante necesita, porque comenzó antes  y conoce métodos de cómo aprender)  tiene un punto de partida: las necesidades del estudiante y un punto de llegada: la adquisición del saber "por apropiación".

"Podemos pensar de nosotros mismos no como docentes, sino como jardineros. Un jardinero no hace crecer flores, él trata de darles lo que cree que les ayudará a crecer y ellas crecerán por si mismas. La mente de un niño o joven al igual que una flor, es una cosa viva. No podemos hacerle crecer metiéndole cosas, al igual que no podemos hacer que una flor crezca pegándole hojas y pétalos"

lunes, 7 de noviembre de 2022

No todo se resuelve detrás de un cristal.

¿Hará un mes, dos? Se me ocurrió – como proyecto – elaborar un texto digital (e-book) que recogiese un sinnúmero de experimentos para ser realizados en casa por parte de los estudiantes sencillos de efectuar y cuya complejidad ascendía tal vez por los conocimientos básicos que debían poseer los usuarios en un rango que abarcase los subsistemas de primaria, secundaria y bachillerato o preuniversitario.

En el caso de algunos experimentos con el propósito de hacerlo más ilustrativos les anexaba en uno dos párrafos pocos extensos, información sobre los creadores de las leyes (científicos), contenidos un tanto sintetizados vinculado al experimento en sí, pero que en su conjunto proporcionaban argumentos válidos para la consolidación de una cultura general.

Que en la medida que escribía y terminado uno y otro experimento lo compartía gratuitamente en las redes para beneficio de docentes, estudiantes, padres de familias, cuyo valor agregado – criterio muy personal por supuesto – era proporcionar contenidos muy diferentes de los “ruidos desagradables” que suelen deambular en los medios, que nos conllevan a un planeta pesimista, convulso, que nos desorientan.

Un gran compañero de trabajo una vez recibido vía comunicación me proporcionaba a través de un like (me gusta) pero además detallaba con pesar, que los estudiantes hoy en día (nivel universitario, primer año) no solían: hacer uso de un libro (físico o digital) para experimentar, que la opción más sencilla de todas era: ¡El uso de aplicaciones digitales! (abro en el celular, tableta, ordenador Play Store = Tienda de juegos, Buscar app… y listo)

No queda dudas que la tecnología llegó para quedarse, no de ahora, siempre ha sido así, muestra de ellos las llamadas diferentes Revoluciones industriales[1] y sus resultados han sido en su mayoría provechosos, (¿y la minoría?, cuando han sido usadas y se usan para dañar al medio ambiente, a los seres vivos, etc.)

¿Fácil y cómoda…? Cito ejemplos: basta con un aceptar y arrancamos el motor del vehículo sin siquiera haber entrado al mismo, cuando le hablamos a un dispositivo electrónico y le damos orientaciones muy disímiles «enciende las luces», «pon la canción», «sube o baja la temperatura del agua de la ducha», pero… lo que no es aceptable en el campo de la Educación, pensar que quienes diseñaron esos algoritmos (programadores, científicos, especialistas), no simplificaron la búsqueda de la información, tras el cristal de un recurso tecnológico bien tecleando o pulsando con un dedo o dos hasta lograr la solución en un dos por tres.

Por supuesto y aunque es una preocupación permanente del profesorado–, de hacer el mejor uso de la informática en beneficio de la educación para la preparación de sus clases y a la vez ser impartida como parte de ese mundo fascinante de estudiantes (muchos de ellos encerrados en una “burbuja del menor esfuerzo”), será necesario abordar que: 

·         No todo puede girar en torno a lo que podemos encontrar en una red.

·         Que a la par de la informática muchos científicos que una vez fueron adolescentes–, investigan, experimentan.

·          Que los bienes materiales no salen de la nada.

·         Que para ser un buen estudiante se requiere de mucho esfuerzo, sacrificio, perseverancia

Y, ¿quiénes podrían hablar de esto? Los padres, docentes, estudiantes graduados o no, que una vez fueron como los/as no tan esforzados/as, que aún persisten y persistirán en nuestras aulas.


[1] Grandes transformaciones sociales debidas a los avances en tecnología, fruto de descubrimientos importantes en el desarrollo científico de la humanidad. Actualmente se consideran 4, la última debido a la informática –a partir del año 1950– conocida como “automatización industrial” o “imperio de las máquinas programadas”, controladas por medio de los computadores. De hecho, hoy se habla de la “empresa informatizada”.