lunes, 27 de diciembre de 2021

Al doblar de la esquina.

La frase que encabeza la columna de hoy, suele ser utilizada para indicarnos algo próximo.

¿Qué es lo próximo que resulta relevante, además de los días festivos y que no concluyen, ya que nos queda el día de los inocentes – el 28 - (¡cuidado con las bromas!, que en ocasiones algunas suelen ser exageradas y molestas), el 31 de diciembre, donde complementemos lo que nos quedó por hacer el pasado 24, ¿seguir ingiriendo productos orgánicos, como el alcohol en diversas modalidades?

Tal vez fecha propicia – para los que lo consumen -, pero que excederse en el uso de estos, posiblemente termine la noche, sin acordarse de donde la terminó, con la fuerte resaca al día siguiente, a lo que se suma la pena que hizo pasar a sus familiares y amigos; las grasas (¡puro cerdo y sus derivados), en cuanto a carbohidratos que decir de los postres que también llevan el preciado líquido.

Finalmente me queda la familia de las proteínas: de más gallina o pavo relleno, pierna de cerdo. ¿Conclusión? El colesterol bueno en una lucha frontal contra el colesterol malo, una balanza o pesa, cuyo fiel o aguja golpea insistentemente el extremo de la escala, donde usted para colmo se resiste a comprender porque aumento tanto, en tan pocos días.

Si saca cuenta a partir de hoy, nos quedan 96 horas para arribar al nuevo año, un año más de edad (me decía un amigo el otro día, que su esposa a partir de este momento, cuando le preguntaran, a qué edad arribaba el día de su cumpleaños, respondería, los años de casada) Y, ¿qué nos depara el 2022, que está al doblar de la esquina?

En el campo de la salud, lo mejor; es real que hay millones de personas, que quedaron atrás con mucho dolor y que inclusive nos amilana el estado de ánimo, hablar de celebraciones, pero necesario – donde posiblemente tendremos que aprender a convivir con la pandemia, y quisiera equivocarme en ello – depositando mucha fe y esperanzas que todo mejore.

En lo laboral, para los que trabajan en la docencia, a los nuevos estudiantes que entran en la secundaria o universidad los que habrá que orientar el rigor del nuevo subsistema de estudio, donde implica para los y las jóvenes, asumir con mayor madurez, mayor responsabilidad, un papel mucho más activo,  en la escuela o instituto, en la Alma Mater, donde se rompe gradualmente el cordón umbilical que lo ata a la familia, sin que necesariamente la familia deje de perderle la pista, de su conducta, de sus estudios, de las nuevas amistades.

¿Y en el caso de las personas que trabajan, sin distinción de edad? Tras un balance de lo hecho en el 2021, partiendo de lo que quedó por hacer, de lo hecho, valorar que el resultado de mi trabajo debe ser muy superior al anterior, cualitativa y cuantitativamente.

Ser más organizado, planificarme aún mejor, ser puntual (Ah, ¡la impuntualidad, que nos agobia!), no dejar las cosas para lo último, ¡NOOOOOO!; No puedo olvidar NUNCA que debo seguir superándome, para lo cual requiere de esfuerzo y de sacrificio. 

¿Y para los que no trabajan? No detenerse a pesar de los obstáculos que podamos encontrar, en algunos casos subjetivos (no tengo algunos de los términos de referencia que me piden, soy mayor de edad, pero ¡sí tiene los valores morales necesarios para que le otorguen la plaza!, recuerde que usted es el o la mejor)

Todo lo que usted desee lograr, basta que se lo proponga y verá al doblar de la esquina, el principio del éxito. 

lunes, 20 de diciembre de 2021

Desde la perspectiva de un emigrante.

No es lo mismo ser emigrante que inmigrante, aunque una misma persona puede cumplir con ambos requisitos una vez que se traslade de su lugar de origen, llegando a un nuevo destino para establecerse en dicho lugar.

Aspecto – ya tratado en el artículo anterior[1] - que para cualquier persona que tome la decisión de emigrar, no necesariamente su perfil (entiéndase aquellas características y rasgos que son intrínsecos a un individuo y que sirven para diferenciarse de otras; se omiten las cualidades y características físicas, enfocándose en las características que no son visibles) habrá de ser el mismo, que cuando se convierte en inmigrante, ni tampoco todos los emigrantes tienen un mismo perfil. Pasemos a su análisis.

En nuestra región – América latina – el comportamiento en cuanto a las características sociodemográficas de los emigrantes varía entre regiones (América central destacándose los países pertenecientes al Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala), Suramérica y países del Caribe) identificando ciertas variables como son: la edad, la escolaridad, el sexo, el estado civil, el ingreso y la ocupación de los mismos, datos que suelen generarse comúnmente por controles que realizan los países donde arriban o por investigaciones que realizan determinadas instituciones (ONG), e inclusive medios periodísticos.

Comencemos con algunas de las características en cuanto a escolaridad: estudios secundarios incompletos o un nivel educativo aún menor, inclusive analfabetos, lo que no resta profesionales de alto nivel; en lo referente a sexo, predomina el masculino en una edad que ronda 18 a 40 años, mujeres algo aproximado (porcentaje más bajo), aunque recientemente se suman adolescentes de ambos sexos (recién nacidos, niños, jóvenes de16 a18 años, aunque en menor cuantía, estos últimos)

En lo referente a sus ingresos suelen ser bajos comparado con los salarios promedios de los países a donde se dirigen y que en la mayoría de los casos son apoyados por los familiares, que se encargan de asumir los costos que implica viaje, por tierra y/o mar, aire o bien la combinación de los tres, además de albergue, alimentación, pago a las personas que los trasladan, etc.

En cuanto a ocupación, predominan las personas procedentes de los servicios, tanto formal, como informal, de la construcción, el campo, prevaleciendo “el que hace de todo, con tal de ganarse la vida”, es decir inexpertos, sin vínculo laboral alguno, aunque sus deseos y sueños sean “tocar el cielo por asalto”[2]

Perfil que puede repetirse inclusive cuando una persona emigra – dentro de su propio país en vías de desarrollo o del tercer mundo – del campo a la ciudad y en particular la capital, o provincias o departamentos donde se centran instituciones estatales o privadas que repercuten grandemente en la economía, que es donde se encuentran más y mejores trabajos remunerados, mayor número de oportunidades en cuanto a superación y “desarrollo” en general.

Para la persona que emigra de un país desarrollado a otro – llamados del primer mundo – sus características o perfil, sufre un giro significativo en cuanto a la edad media, el estado civil y la escolaridad (35 años aproximadamente, mayoritariamente solteros (55,5%), y con estudios superiores (72,9%)[3].

En relación al sexo emigran más las mujeres, con un 68%, frente al 31,4% que corresponde a los hombres), con una característica muy peculiar y es que visitan sus países de procedencia con cierta frecuencia, a diferencia de los latinos, que acostumbran a radicar para convertirse en inmigrantes.

¿Qué encuentra el emigrante, cuando cambia su rol a inmigrante? Motivo de análisis en un próximo artículo.

[1] “Algunos términos referentes a la migración y su comportamiento.”

[2] Frase mencionada en los poemas de Friedrich Hölderlin (1770-1843), donde se recupera la figura de los titanes, seres que combatieron a los dioses del Olimpo en la llamada Titanomaquia

[3] Muestra tomada de una encuesta realizada en una universidad española, año 2020.

lunes, 13 de diciembre de 2021

¡Por favor …cumplan!


La afirmación que tiene como título el artículo de hoy, me hace pensar por un problema – de ser escuchado reiterado en mi entorno, entiéndase aulas de clases, instituciones – la reclamación de un(a) docente haciendo un llamado a que sus estudiantes, sean puntuales[1] en la entrada al aula, así como tras el receso; que las tareas además de hacerlas, la entreguen en tiempo; en apoyar que el local se mantenga limpio, así como las sillas ordenadas tras concluir la clase; pónganse las mascarillas, mantengan las distancias, échense el gel  y tantas otras actividades que conllevan a la formación de una disciplina.

Si bien podemos aducir que la escuela (pre kínder o pre escolar, kínder, primaria, secundaria, bachillerato, carreras técnicas y universidades) comienza un proceso de consolidación de este valor y de formación cuyo propósito es educar a la persona bajo ciertas normas y reglamentos, - aunque no todo esté escrito “en piedra”, ya que difícilmente todo se puede regular – por ejemplo: hace tal vez unos 10 años atrás el uso del celular era penalizado, hoy en día es una condición hacer uso del mismo (bajo la modalidad presencial o virtual)

Este valor – la disciplina – en la educación en muchas ocasiones se considera controvertido ya que puede generar producto de la falta, temor, miedo, preocupación en el estudiantado, más en los padres cuando el estudiante al llegar a casa expresa “mamá, mañana deben ir a la escuela…” hecho que sucede en los primeros subniveles primaria – bachillerato, pero que suele disiparse, cuando se entra a la universidad, donde los padres de manera equivoca valoran que el joven, ya es “grande” y se alejan de la institución, de lo que sucede “dentro”.

Y para colmo, de ser llamados los padres ante una indisciplina en la Alma Mater, unos asisten endemoniados, molestos, de que hijo era “modelo” en el bachillerato; obviamente la institución deberá prepararse para ello adecuadamente y analizar con profundidad el hecho acaecido y la sanción que amerita.

Un factor clave – secundaria, bachillerato o preuniversitario y universidad – es someter, dar a conocer el reglamento académico en el estudiantado y en los padres, (que puede variar su entrega según el nivel en con quién compartirlo), pero necesario, ya que la efectividad y comprensión del mismo – más allá de una sanción -, debe constituir una medida preventiva.

Pero diría que el meollo de tener éxito a la hora de dar a conocer el reglamento, es ¿cómo hacerlo llegar al estudiante, para que logre el impacto que amerita? En su momento me correspondió hacerlo por responsabilidades ocupadas que hoy catalogo que fueron un verdadero desastre (por muy ilustradas que fuesen las diapositivas), chicos chateando, sonriendo, no prestando la atención necesaria, mal sentados en el local, lo cual me hacía inclusive llamarles la atención en el desarrollo de la actividad.

Si lo hiciese hoy lo haría diferente – un local más amplio, por, ejemplo auditorio – donde con apoyo de estudiantes de años superiores, desarrollaría mediante un socio drama (representación o dramatización de un tema de interés o de una situación de la vida cotidiana mediante la representación del hecho por un grupo de personas), donde abordaría como tema: “Factores sociales negativos que inciden en nuestros jóvenes” (la droga, el fraude, etc.); a la par de una muestra de carteles, infografías, que permitan una mayor sensibilización.

Por supuesto con apoyo de tecnología, haciéndole llegar a sus celulares, correos electrónicos, el reglamento, pero combinado con mensajes propositivos de historias de buenos estudiantes que fueron reconocidos por sus logros académicos y extracurriculares.

Queda claro que, ante una violación del reglamento, habrá que aplicar sanciones, llamados de atención que siempre han de tener un fin educativo, de mejora de cambio en el estudiante, que para el caso de la persona que le corresponde aplicar, deberá tener en cuenta muchos factores, pero además valores intrínsecos como la tolerancia, la justeza.


A veces se logra más, con: “¡No lo vuelvas a hacer”, que, “lo siento mucho, pero serás sancionado según el artículo…”! Queda claro que no hay recetas mágicas, para garantizar la disciplina, pero… cuando tenga problemas, abórdelo profesor(a) de forma individual, creando para ello un ambiente propicio. Se lo recomiendo, ¡funciona!



[1] Puntualidad, tema que abordaremos próximamente.


lunes, 6 de diciembre de 2021

No todos los días son iguales.

Creo que para muchos el nombre del presente artículo pudiera resultar más que evidente, 7 días a la semana, que al menos en el idioma español distinguen uno de otro.

¿Significado de día? Tal vez para los más jóvenes que cursan clases de la enseñanza media, la respuesta sería sencilla, no así para los que por sr mayores olvidamos su definición o diferentes acepciones, lo cual les recuerdo: 1. “Tiempo que emplea la Tierra en dar una vuelta sobre sí misma, equivalente a 24 horas, y que se utiliza como unidad de tiempo; se cuenta normalmente desde las doce de la noche hasta veinticuatro horas después”; 2. “Porción del día en la que dura la claridad del Sol sobre el horizonte”

Pero me atrevo a establecer una nueva propuesta de clasificación de los días, siendo éstos: 1. Alegres; 2. Rutinarios y 3. Tristes

Me dirijo a la definición de la palabra alegría y encuentro: “Sentimiento de placer producido normalmente por un suceso favorable que suele manifestarse con un buen estado de ánimo, la satisfacción y la tendencia a la risa o la sonrisa”

¿Rutinario? Sin dirigirme al diccionario, trataría de acertar como “…algo que se repite” y en el caso de Triste, lo relaciono con tristeza identificando lo siguiente: “Sentimiento de dolor anímico producido por un suceso desfavorable que suele manifestarse con un estado de ánimo pesimista, la insatisfacción y la tendencia al llanto”

Por lo visto alegría y triste son dos palabras opuestas (ambas adjetivos) según la universidad de Oxford Languages, que si fuéramos a juzgar ¿Qué nos agrada más? Votaríamos por la alegría, donde se repitiese una y otra vez con el propósito de lograr: la felicidad.

En el caso de la rutina, no lo recomendaría: soy del criterio que si bien debemos ser ordenados y organizados para muchas cosas, que resultan necesaria: ingerir alimentos a una hora X, seguir las orientaciones de los médicos a través de un plan o plasmado en una receta, hacer ejercicios (sin importar la edad), piense que puede hacer mañana que sea diferente con sus hijos, esposas, hermanos/as, amigos/as más cercanos de modo tal que en la balanza alegre-rutinario-triste, el fiel se incline con más frecuencia a que se generen “…sucesos favorables que suelan manifestarse con un buen estado de ánimo, la satisfacción y la tendencia a la risa o la sonrisa”

No quisiéramos nunca, pero existen los días tristes ya que es una realidad diría que amarga, compleja de digerir, de aceptar, que ojalá fuese una pesadilla y que al despertar estuviera allí la persona que era bonachona, entusiasta, regocijaba con su actuar, generaba júbilo en cualquier grupo, propensa siempre a despertar sonrisas , carcajadas…

Sin embargo no estás, pero me siento compensado cuando me refugio en tus fotos y videos compartidos, en saber que tu cuerpo se disolvió en el mar – porque así lo pediste – lugar que te hacía feliz cuando buceabas o pescabas.

Y allí cada vez que vea el mar, allí estarás tú sonriendo, haciéndonos que tratemos de seguir siendo alegres como nos enseñaste. Un abrazo grande.