Sin embargo, queremos centrar la reflexión en la frase ¡Hay
una cierta Química entre ellos!, donde lo más común es que suela relacionarse
con una posible relación entre dos personas (que por cierto no está muy lejos
de la Ciencia natural antes mencionada, cuando dos personas se enlazan entre
sí)
Queda claro que el ser humano es un ser social y gregario
que a lo largo de la historia ha construido vínculos con sus semejantes con el
fin de sobrevivir. La necesidad de contactar con otros y de relacionarnos nos
es algo innato, pero dichas interacciones no son siempre iguales: en ocasiones
podemos sentirnos más semejantes, identificados o compatibles con un grupo o
persona que con otros.
A veces nos encontramos con alguien con quien nos sentimos
vinculados profundamente, cuya presencia nos atrae y nos genera bienestar,
emoción y alegría. Y aunque en ocasiones puede resultar difícil de ver para
nosotros, existen una serie de elementos que nos pueden dar pistas de si dicha
química existe o no. ¿Cómo se nota la química entre un docente y su grupo de
clase? Veámoslo.
Se evidencian una serie de manifestaciones conductuales que
muestran la existencia de afinidad entre uno y otros, por ejemplo: un docente
tolerante, flexible, que escucha, que evidencia una serie de valores donde el
estudiante se ve reflejado, tenemos el caso de la puntualidad en llegar al
aula; en comenzar y finalizar la clase; en respetar los horarios de descanso, a
lo que sumo y no es excluyente de todo lo antes referido, el ser exigente.
Pero me falta algo – y que pudiera resultar para algunos,
“meter las narices” – es preocuparse por los problemas personales de los
estudiantes, porque los tienen, como también los tenemos nosotros y que
inclusive tuvimos en la enseñanza media, universitaria.
¿Manejar estos problemas?, no resultan de todos sencillos, más
cuando em tiempos actuales nos separa una pantalla por el medio y que si bien
pueden ser analizados problemas colectivos (de grupo), lo ideal es establecer
una conversación individual, plantear la preocupación, escuchar y proporcionar
un criterio, sobre todo si es posible basado en una anécdota personal, que
guarde relación con la situación del o la joven, porque en un momento también lo
fuimos y cometíamos errores.
Un factor en este caso a tener en cuenta (pudiera ser) para
el docente, su sinceridad, el actuar cotidiano intachable, el respeto ganado y
demostrado, que permita al estudiante contar gradualmente sus problemas, confiar
de modo tal que fluya una adecuada comunicación entre ambos, para intentar
comprender los pensamientos, opiniones y emociones. e imaginar lo que puede estar pasando por su
mente.
¿Atiende usted adecuadamente a sus estudiantes? Si lo hace,
no me queda duda que será recordado siempre por los mismos, con gratitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario