Ya hace años habiendo sido promovido a una determinada
responsabilidad lo cual conllevaba de inicio a valorar el trabajo de las
acciones de mí antecesor en el cargo, y en la medida de las posibilidades darle
un giro – con elementos de creatividad, innovación y profesionalidad –
estableciendo una diferencia y tratar de darle a las funciones “un sello
propio”
¿Por dónde comenzar? Solicité la lista del profesorado y en
particular para enviarles una tarjeta por el día de su cumpleaños – lo implicaba
un costo, por lo que no recibí apoyo en este sentido - posteriormente se me
ocurrió que se le reconociera a los docentes más destacados de las diferentes
unidades académicas en determinados períodos: votos a favor, en contra y al
final se logró.
¿Por qué la necesidad de comenzar por ahí, se preguntarán?
Siempre he sido del criterio que resulta vital que en su entorno (más amplio,
más reducido, usted decide) las personas se sientan bien. No necesariamente se
logra un empoderamiento de las personas hacia la institución – cualquiera sea
la naturaleza de la misma - con solicitudes de informes y reuniones insípidas,
trilladas que no conducen a nada.
Haga un alto, y a los que les toca decidir, citen a los
colegas, al personal ¿cuándo? (dependiendo de la dinámica del centro de
trabajo) y sin agenda predeterminada aborde ante la incertidumbre: “! Hoy
queremos hacer algo diferente, algo sencillo… reconocer el trabajo de los
mejores por su desempeño, a los mejores colectivos, a…!” No se requiere
necesariamente de gastos financieros, aunque a la larga lograr sonrisas vale
más que lo que se pretendía ahorrar.
Una persona que se sienta parte de… sin necesidad de
solicitarle horas extras hará su trabajo, ya que en un momento su nombre se
escuchó a través de los parlantes, posteriormente sus compañeros lo felicitaron
a través de las redes sociales, la familia al llegar a casa, cuando él o ella
les contó que le habían reconocido todos sonrieron. Con ello se establecer una
gratitud, un compromiso de la persona hacia la empresa.
Hace poco, reciente por cierto fuimos a celebrar un grupo de
compañeros/as y excompañeros/as de trabajo, una efeméride y se nos acercó una
joven dependiente/mesera donde el servicio que nos proporcionó fue
espectacular, una atención que daba ganas de regresar en la semana – además de
la excelente calidad de lo que consumimos –, al concluir se acercó con la
cuenta y le pregunté ¿qué tiempo de embarazo tenía?; me respondió: “ ya próximo
a los 8 meses, con cara sonriente de mamá primeriza y será niña”
Le plantee que si no se ofendía, pero que si le podía hacer
un presente en mi próxima ocasión al local, para la bebé, ¿la respuesta? Un
rostro iluminado, tal vez ruborizado, una esperanza.

Nota: con la publicación de este artículo ya aquella joven
que nos había atendido en el restaurante tuvo su bebé y todo salió
perfectamente bien, más el regalo otorgado le quedó de maravilla.