No escribir en tiempo presente ante y sobre la situación
pandémica resulta complejo, queda claro que una gran influencia lo generan los
medios audiovisuales y escritos en formato digital, de aquí que es lo que más
llama la atención y que en este momento se vincula a lo económico, donde
alarmantemente éste último presiona muy fuerte al primero.
Otros aspectos que debieran ser tan importantes como
noticias pasan a un segundo plano (otros problemas sociales, ambientales, etc.),
pero siempre he sido de la opinión que “para que un problema sea suplantado,
solo se logrará con otro nuevo problema”.
Cuando por un motivo muy necesario debo salir de la casa,
cumplo con todas las normas de higiene (nasobuco o mascarilla del tipo
quirúrgica – las hay de tela comunes que mientras más capas tenga mejor, nylon,
poco recomendable las pañoletas de algodón, superadas positivamente por las hechas de edredones -; guantes – de
latex, nitrilo, vinilo con talco, sin talco, en fin una amplia variedad que
todo dependerá del poder adquisitivo de cada cual, a lo anterior le sumo un
frasco spray de gel-alcohol en la guantera del vehículo y no puedo olvidar la
infaltable gorra que no solo protege del posible virus, sino también del terrible
calor (que sobre pasa en ocasión los 36 oC promedio, en los horarios
de 8 am – 6 pm)
En el recorrido, se visualizan pocos vehículos de todo tipo
– mucho más escaso que en tiempos “anti pandémicos” - y mientras espero
pacientemente que nuestro “policía de tránsito” con sus luces (verde, amarilla
o roja), me dé el OK, para poder cruzar con cuidado (sí con cuidado, sobre todo
ante los violadores de leyes vehiculares o peatones que aún no dominan ni
aplican el concepto de prever); en el semáforo siguiente mientras esperaba la
luz verde situado en el carril del centro, próximo a una parada de bus o
transporte público (también llamado autobús, ruta, colectivo, bondi, guagua, camión,
micro u ómnibus)
En la parada al azar conté a un grupo de estudiantes - que
se identificaban por su uniforme - con nasobuco en una relación 1:10, entiéndase
una sola persona con nasobuco, de 10; en el caso de guantes nadie; en ese
momento se detuvo un bus, subiendo de forma desordenada, (¿propio de la edad?)
donde no respetaban entre ellos y parte del público que ya se encontraba en el
interior del vehículo, el distanciamiento social que amerita la enfermedad.
Indiscutiblemente que el hecho antes señalado y otros,
evidencia la falta de concientización que al menos los y las docentes debemos
seguir incidiendo en el estudiantado, que a su vez puede ser retransmitida a
los hogares, a vecinos, a amigos.
¿Por qué no detener el inicio de la clase (sea presencial o
virtual), independientemente de la disciplina (ciencias sociales, naturales) y
organizar el aula o local buscando el distanciamiento adecuado? y que de no ser
posible por la cantidad de estudiantes versus capacidad del local en general,
analizar como tema a abordar: ¿Cómo solucionar la probabilidad de contagio en
el aula o en su hogar, ante tanta proximidad?
Estoy
seguro que surgirán excelentes ideas y por supuesto soluciones.
Las clases que se imparten hoy no pueden ni podrán ser
iguales en cuanto a metodología y recursos pedagógicos que se ofertaban a
inicios o continuidad del presente curso escolar, se requerirá mucho esfuerzo
de docentes, estudiantes, padres y madres de familia.
No queda duda alguna que será necesario, diría una
obligación, a quienes corresponda invertir más en EDUCACIÓN y en el personal docente,
concluyo con la cita siguiente: “…la educación ha de dar los medios de resolver
los problemas que la vida ha de presentar”