Contradicciones mucho más vistas, con la creación de las
redes, donde lo que pasa hace un par de minutos, se sube y se comparte y se
multiplica exponencialmente, permeadas por noticias que nos amenazan, que nos
da temor: asesinatos, crímenes, secuestros, robos, corrupción, los que nos
obliga a la duda y la incertidumbre, en quien confiar, si es que hay alguien.
Cuando muy pequeño, mi mamá se despedía indicándote las
buenas noches y dejándote una luz encendida, para que no te asustaras por si venia
el “coco” (Personaje popular, una figura sin forma reconocida al que cada niño
puede ponerle un rostro, un cuerpo y una voz completamente distinta, que actúa
de noche, en la oscuridad), inclusive te tapabas la cabeza con la sábana o
colcha, para que no te viera.
Todo esto me hace pensar en que sería para mí un mundo
ideal: Establecer la Educación, como una institución con los recursos necesarios
(infraestructura, recursos tecnológicos, textos, uniformes, etc.), donde todas
las personas de todas las edades tuvieran acceso; donde el profesionalismo de
los docentes, auxiliares fuese elevado mediante una formación continua; donde
los grupos de estudiantes a atender no fuesen numerosos y respondieran
realmente a la disciplina o asignatura, acorde al tipo de forma de organización
de la enseñanza.
Que los docentes no impartieran un amplio abanico de
asignaturas, para lo cual no necesariamente fueron formados; para los docentes
empíricos con profesiones diferentes y que carecen de una formación pedagógica,
ser debidamente capacitados.
Que el personal de Educación fuera reconocido por las
autoridades que le competen, sobre todo para aquellos que han pasado 40-50 años
en esta digna profesión y que se suman al aprendizaje de la tecnología, pero
por encima de todo ello, tiene un prestigio más que ganado y reconocido por
cada generación a la cual tuvo posibilidad de formar, más allá de su clase, con
la exigencia, el ejemplo, con su preocupación constante hacia sus estudiantes en
ocasiones en los banco de un pasillo, hoy a través de un correo electrónico,
pero que a la vez paralelamente conversas con los padres de los discípulos y en
el peor de los casos, el docente asumir el rol de los padres ausentes.
No estoy hablando de reconocimientos con “bombos y platillos”,
a veces una palmadita o unas sencillas gracias, resultan suficiente, porque por
experiencia propia, no terminan cuando el estudiante pasa a otro grado , curso
o nivel y les cito un ejemplo – el cual se ha repetido en varias ocasiones –
estando en una fila o cola para comprar un producto alimenticio, escuche cerca
de mí, casi un susurro “…mira ese señor fue mi profesor hace muchos años y no
solo me enseño, sino que me educó también, es más sus consejos siempre fueron
muy valiosos, inclusive algunos de ellos los aplico a ustedes” Obviamente tenía
duda si el referente a la conversación, era alusión a mi persona, que de no
serlo, también me generó gratitud, ya que otro docente su propósito había sido
cumplido.
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