Si bien podemos aducir que la escuela (pre kínder o pre escolar,
kínder, primaria, secundaria, bachillerato, carreras técnicas y universidades) comienza
un proceso de consolidación de este valor y de formación cuyo propósito es
educar a la persona bajo ciertas normas y reglamentos, - aunque no todo esté
escrito “en piedra”, ya que difícilmente todo se puede regular – por ejemplo:
hace tal vez unos 10 años atrás el uso del celular era penalizado, hoy en día
es una condición hacer uso del mismo (bajo la modalidad presencial o virtual)
Este valor – la disciplina
– en la educación en muchas ocasiones se considera controvertido ya que puede
generar producto de la falta, temor, miedo, preocupación en el estudiantado,
más en los padres cuando el estudiante al llegar a casa expresa “mamá, mañana
deben ir a la escuela…” hecho que sucede en los primeros subniveles primaria –
bachillerato, pero que suele disiparse, cuando se entra a la universidad, donde
los padres de manera equivoca valoran que el joven, ya es “grande” y se alejan
de la institución, de lo que sucede “dentro”.
Y para colmo, de ser llamados los padres ante una indisciplina en
la Alma Mater, unos asisten endemoniados, molestos, de que hijo era “modelo” en
el bachillerato; obviamente la institución deberá prepararse para ello
adecuadamente y analizar con profundidad el hecho acaecido y la sanción que
amerita.
Un factor clave – secundaria, bachillerato o preuniversitario y
universidad – es someter, dar a conocer el reglamento académico en el
estudiantado y en los padres, (que puede variar su entrega según el nivel en
con quién compartirlo), pero necesario, ya que la efectividad y comprensión del
mismo – más allá de una sanción -, debe constituir una medida preventiva.
Pero diría que el meollo de tener éxito a la hora de dar a conocer
el reglamento, es ¿cómo hacerlo llegar al estudiante, para que logre el impacto
que amerita? En su momento me correspondió hacerlo por responsabilidades
ocupadas que hoy catalogo que fueron un verdadero desastre (por muy ilustradas
que fuesen las diapositivas), chicos chateando, sonriendo, no prestando la
atención necesaria, mal sentados en el local, lo cual me hacía inclusive
llamarles la atención en el desarrollo de la actividad.
Si lo hiciese hoy lo haría diferente – un local más amplio, por,
ejemplo auditorio – donde con apoyo de estudiantes de años superiores,
desarrollaría mediante un socio drama (representación o dramatización de un
tema de interés o de una situación de la vida cotidiana mediante la
representación del hecho por un grupo de personas), donde abordaría como tema:
“Factores sociales negativos que inciden en nuestros jóvenes” (la droga, el
fraude, etc.); a la par de una muestra de carteles, infografías, que permitan
una mayor sensibilización.
Por supuesto con apoyo de tecnología, haciéndole llegar a sus
celulares, correos electrónicos, el reglamento, pero combinado con mensajes
propositivos de historias de buenos estudiantes que fueron reconocidos por sus
logros académicos y extracurriculares.
A veces se logra más, con: “¡No lo vuelvas a hacer”, que, “lo siento mucho, pero serás sancionado según el artículo…”! Queda claro que no hay recetas mágicas, para garantizar la disciplina, pero… cuando tenga problemas, abórdelo profesor(a) de forma individual, creando para ello un ambiente propicio. Se lo recomiendo, ¡funciona!
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