lunes, 18 de febrero de 2019

¡La tecnología no sustituye al docente, lo apoya!


Sería imposible nadar contra la corriente ante un mundo actual donde es una realidad la inteligencia artificial, las “n” aplicaciones que te permiten una vida “más accesible, cómoda” cito el caso de dispositivos que solo con su voz puede controlar dispositivos inteligentes como cámaras, cerraduras de puertas, sistemas de entretenimiento, iluminación y termostatos.

Otras aplicaciones inclusive en el teléfono inteligente te permiten traducir un idioma extranjero al idioma elegido, solo basta con alinear el texto que desea traducir en el cuadro en pantalla y aparecerá una traducción en tiempo real; que decir cuando apunta la cámara hacia los zapatos, ropa u otros productos, y podrás conocer el lugar donde comprarlos y el colmo ¿o beneficio? (para los que se preocupan por la dieta) es que diriges la cámara de lo que vas a cenar y te indica cuantas calorías consumirás. Increíble, pero cierto.

Posiblemente así fue de controversial con la Revolución Industrial, proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, extendiéndose a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona, y que concluyó entre 1820 y 1840. Este accionar genera la sustitución del trabajo manual y la tracción animal por maquinarias para la fabricación industrial y para el transporte de mercancías y pasajeros (ejemplo: el avión, el tren, el auto) Hoy (siglo XXI) ya todo ello es obsoleta tecnológicamente.

En las aulas de clases – lo que en el campo de la educación hace décadas se denominó educación a distancia, un encuentro presencial docente – estudiante, con la entrega de materiales complementarios, evaluaciones – la tecnología hoy nos permite trasladar fronteras con la denominada educación virtual entiéndase donde el estudiante aprende principalmente on-line o a través de internet.

Cambian los roles: El profesor: pasa de jugar el papel de proveedor del conocimiento a un rol de tutor, facilitador, asesor, motivador y consultor del aprendizaje. Debe ser el facilitador del aprendizaje, aprovechando para ello no sólo su interacción presencial, sino también la virtual; el estudiante por su parte será autónomo para su aprendizaje. Avanzará a su propio ritmo, crecerá con su propio aprendizaje, aspecto éste último, que indiscutiblemente constituye el “Talón de Aquiles” ¿Aprender a su propio ritmo en la modalidad regular, cuándo no es una sola asignatura o curso en un mismo día, cuando inclusive puede ser – dependiendo de la plataformas actuales que se utilice por la institución educativa – ni el rostro al docente, ni a tus compañeros de clases puedas observar? ¿Dónde y cómo cerrar filas alrededor de la parte afectiva del docente hacia el estudiante?

¿Será válido como un factor transicional que las instituciones educativas incluyendo la superior, gradúen la enseñanza virtual a través de los diferentes niveles?, ¿Está la empresa – al menos en américa latina - preparada para aceptar a un estudiante graduado de licenciatura, donde prácticamente egresó en “modo virtual”?

A modo de conclusión considero que hoy, debe verse el empleo de la tecnología como un complemento, como reforzamiento, como apoyo, como lo fue la educación a distancia presencial, reitero hoy. Mañana, tal vez este artículo resulte también obsoleto, producto de la Cuarta Revolución Industrial vigente (también conocida como Industria 4.0 o Revolución industrial etapa cuatro), sin embargo la vida sigue y habrá que asumir la realidad cómo mismo existió una resistencia al cambio para la sociedad, de aquellas generaciones afectadas por la Revolución Industrial.

1 comentario:

  1. Me encanta la comparación con la revolución industrial, sin duda las nuevas generaciones tienen menos competencias en el ámbito de relaciones interpersonales, pero compensan acaso con el dominio de tecnología?

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