Si te detienes un rato a pensar
– te invito a que lo hagas en un momento de ocio – sentado en un parque bajo
la sombra de un árbol o no dependiendo de la temperatura, y observar lo
disímil de las parejas (sin distinción de sexo, edad, color de la piel,
estrato social), donde se adicionan los términos antagónicos entre sí como:
delgado, grueso, alto, bajo en cuanto a volumen del cuerpo; tatuados o no,
trenzas, pelo liso, color y corte del cabello entiéndase forma de vestir
acorde a la moda desde los más actualizados hasta los más convencionales
dependiendo del conservadurismo o el entorno sea laboral o de estudio.
¿Cómo surge el amor o la
relación entre dos? ¿En un fiesta, en un bus, en una cafetería, en una clase,
en una reunión de trabajo o a través de una red social?
Ésta última como herramienta –
criticado por muchos -, dado que no siempre predomina la sinceridad, y
predominio de datos falsos, aunque hay quienes le han resultado fabuloso y
simplemente son felices.
No es secreto para nadie que
siempre se está en búsqueda del “príncipe azul” estereotipado a un joven de
la realeza y por ende “sangre azul” o la “bella durmiente” a la espera de un
beso, opción posible para aquellos y aquellas que comienzan a romancear desde
temprano, pero también una opción para las personas – cualquiera fuese el
motivo – que necesitan una compañía donde ambos se complementen y que en la
marcha vayan ajustando mecanismos de comprensión y colaboración mutua.
Una pareja – solicitarla a
través de una carta al niño Dios – no necesariamente suele ser un solución
aunque sí una esperanza, de tener a alguien a su lado.
Hay quienes atribuyen que es
mejor sentirse solo o sola y que es suficiente con su hijo (a), hermana (o) o
con sus mascotas, ante posibles relaciones que no rindieron su fruto
esperado, siendo frustrante y se adaptan o basta que se sientan bien y
punto.
Realmente, es poco probable
encontrar un catálogo, normas, manuales que te definan o establezcan que
hacer para encontrar la pareja “ideal”, aspecto que a criterio personal no
existe. Y que de encontrarla, la relación deberá resguardarse en un accionar
de conversar, compartir, ceder, incentivar, escuchar, dedicarle tiempo y
paciencia. ¡Pasen un buen día!
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La mujer que yo quiero, no necesita bañarse cada noche en agua bendita…
Pero ella es más verdad que el pan y la tierra…;
La mujer que yo quiero, no necesita deshojar cada noche una margarita…
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa, madurando feliz, dulce y vanidosa…
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta para sembrar la tierra de punta a punta…
De un amor que nos habla con voz de sabio…; Y tiene de mujer la piel y los labios.
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta...;
Pero, por favor, no se lo digas nunca
Pero, por favor, no se lo digas nunca
Letra tomada (parte) de la canción "La mujer que yo quiero"; compositor: Juan Manuel Serrat
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A mi parecer los celos son indicadores de que algo no está bien. Un interruptor que se enciende cuando hay peligro a la vista.
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