
Enseñar
a un niño a comportarse de una manera aceptable es una parte esencial de su
crianza. La disciplina varía con la edad y no hay una única manera de criar a
los niños. Generalmente, los niños quieren complacer a sus padres. Los padres
pueden integran este deseo de complacer a las actividades disciplinarias que
les propongan a sus hijos.
Cuando los padres demuestran su alegría y aprobación por algún
comportamiento que les gusta, están reforzando el buen comportamiento de su
hijo. El padre o madre no puede ser tan
estricto que el niño o el adolescente no sientan el amor y la buena intención
de estos, pero también el padre o madre deben tener control sobre sí
mismos cuando están molestos o incómodos. Por ejemplo, si bien un grito de ¡no!
puede atraer la atención de un niño pequeño que está a punto de cruzar la
calle, también puede conseguir intranquilizar a un bebé que está llorando.
Cada
familia espera un comportamiento diferente de sus hijos. A un niño se le puede permitir
ir y venir cuando quiera, mientras que a otro se imponen unos horarios fijos
para volver a casa cada día. Cuando los padres y los niños no están de acuerdo
en estas reglas, deben tener un intercambio de ideas que les permita conocerse
mejor. Sin embargo, los padres son los responsables de establecer las reglas y
los valores de la familia.
Es
más fácil evitar que un comportamiento indeseable empiece, que ponerle fin después. Es mejor colocar los objetos frágiles o valiosos fuera del alcance de los niños
pequeños que castigarlos por romperlos. Los padres deben estimular la
curiosidad dirigiéndola hacia actividades tales como hacer rompecabezas,
aprender a pintar o leer.
Cambiar
el comportamiento del niño puede ayudarle a obtener un mejor dominio de sí mismo,
cosa que necesitará para ser más responsable y considerado con otras personas.
Es por ello que los
niños pequeños necesitan que sus padres les guíen y apoyen para comenzar el
proceso de aprender a controlarse. Cuando los padres guían el proceso, el auto-control
aumenta durante los años escolares. Los adolescentes pueden todavía
experimentar y rebelarse, pero la mayor parte de ellos pasa por este período y
llega a ser un adulto responsable, especialmente si desde temprana edad han
experimentado un buen entrenamiento.
Está
comprobado que las familias transmiten sus métodos de disciplina y sus
expectativas a los niños de generación en generación. Cuando los intentos por
disciplinar a un niño no tienen éxito, puede ser beneficioso consultar con
alguien externo a la familia para que ofrezca sugerencias sobre la educación de
nuestros hijos e hijas.

Son las personas
que conviven diariamente con nuestros hijos, no solo en el arte de brindar
información científica para que la apliquen, sino también poseen el don de
educar y orientar de forma adecuada la conducta, necesidades y aspiraciones,
que de lograrlo de forma articulada padre – madre – escuela podrá mejorarse
el camino para que los niños aprendan lo que la sociedad espera de ellos y lo
que ellos pueden esperar de sí mismos.
Por cierto, ¿cómo disciplina usted a sus
hijos/as?
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