"Mire profesor, no sabía que…" Cada vez que escucho esas palabras, ello me
recuerdan otras, siendo estas: Preguntando se llega a Roma, frase de larga data
que suele darse como consejo a quien desee llegar a algún lugar, o indagar
sobre algo. Husmeando en la historia, la misma solía decirse a los transeúntes
que interesados en la búsqueda de empleos, trabajo de cualquier índole, de
lugares distantes viajaban a la metrópoli del imperio. ¿Pero por qué esta
introducción se preguntará usted, estimado lector?
Retomando el desconocimiento del estudiante, la preocupación va dirigida
en este caso, al desinterés de los estudiantes en documentarse, en conocer sus
derechos y sus deberes, donde hay reglamentos, murales, calendarios y cuanta
información posible para que estén debidamente orientados. Como profesor de
ciencias naturales, suelo utilizar a mis familiares más cercanos, en el mejor
sentido de la palabra como “conejillos de India” o cobayos (roedor utilizado
como animal de experimentación) para comprobar que más allá de la escuela,
instituto o universidad, que saben, que opinan, que criterios tienen.
Por ejemplo: comienzo mi clase – entregando a uno de los estudiantes –
el periódico impreso, a otros le sugiero que entren a la página web del medio y
que lean en silencio los titulares, dando un tiempo prudencial les pregunto
¿qué consideran al respecto?... transcurren segundos, casi minutos y tímidamente
uno de más de 20 estudiantes levanta su mano, del resto selecciono tres al
azar, pregunto y la respuesta fue la misma: no sé.
Tal vez la pregunta clave podría ser: ¿Qué les interesa a nuestros jóvenes
hoy en día? ¿Estudiar? Por supuesto, la problemática está en que si realmente
estudian lo suficiente, de forma sistemática, si hay anuencia al sacrificio por
parte de ellos mismos, el cual se educa y no a la sobre protección por parte de los padres o
tutores, lo que conduce en algunas ocasiones a que ellos no asuman sus propias decisiones
y lógicamente es un error.
A nosotros los adultos, nos corresponde enseñarles que nos cuesta – sea
pública o privada la escuela o institución educativa - porque más allá de la gratuidad, está el
uniforme, la alimentación, el lápiz, el preguntarle no solo los resultados académicos, (que en muchas ocasiones se pregunta
después y no antes, lo que pierde el carácter preventivo de tomar las medidas a
tiempo) sino que tal el grupo de estudio, como te sientes, muchas tareas o
mucho estudio; como la familia se planifica, como “estira y encoge” la economía
para que se superen, como navegan éstas en ocasiones entre el empleo y el
desempleo y a pesar de ello, apoyan a su hijo o hija.

Sin duda alguna a los que nos corresponde el
papel de educar, nos queda mucho trabajo por hacer y ese es el reto planteado.
Nuestras generaciones futuras deberán ser mejores que las actuales ¿bonito? Sí,
¿difícil? Sí, ¿solucionable? Sí, aunque todo dependerá en la medida que
involucremos a los jóvenes a discutir sus propios problemas y soluciones.
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