
Muchas personas desean encontrar una pareja - no excluyente para las personas de la tercera edad - y establecer una relación sólida
pero por otra parte, les da miedo adquirir un compromiso.
Problemática que no
resulta tan sencillo como pudiera ser al margen de los latidos del corazón, una
serie de factores como son los sentimientos, la autonomía, la responsabilidad,
entre otros.
En la
adolescencia ese vínculo se amplía al grupo de iguales, se busca la cercanía y
el placer con los amigos. Al llegar a la juventud, se empieza a despertar la
necesidad de compartir las experiencias con una pareja. En la mayoría de las
ocasiones, la necesidad de divertirse y estar con los amigos es tan poderosa
como la necesidad de estar con la pareja, motivo en ocasiones de conflicto con
uno mismo, ya que el individuo tiene que empezar a entrenarse en tomar
decisiones y aprender a establecer prioridades, así como a saber compartir y
organizar sus preferencias.
Una vez
llegado a la adultez es cuando el foco de motivación se centra principalmente
en encontrar una pareja, y en muchas ocasiones surge el miedo, la duda de
adquirir un compromiso ¿acaso podremos equivocarnos? El miedo surge ante la
expectativa de cambio. Si una persona se plantea que tener una pareja conlleva
una valoración que resta, es decir, existen más cosas que perdemos de las que
ganamos, entonces tendrá más fuerza el temor al fracaso que la expectativa ante
lo positivo que está por venir.
Cuando la persona ignora sus propias
capacidades, aparecen los temores e inseguridades que hacen a uno más frágil y
débil ante las circunstancias. En estos casos, la persona tiende a huir porque
no sabe como responsabilizarse ni asumir las diferentes adversidades con las
que puede enfrentarse. Por otra parte, la autonomía y responsabilidad son
capacidades que se van construyendo y aprendiendo con los años. La familia
tiene un papel fundamental en la formación de los recursos y capacidades del
individuo.
Así
pues, una educación protectora, permisiva o muy rígida impide al individuo
desarrollar sus propias estrategias de afrontamiento para valerse por sí mismo.
La persona que ha aprendido a establecer normas rígidas, lo hará también con su
pareja. Será exigente para compartir, dar y recibir del otro, y en el momento
que la relación no siga el curso esperado, vendrá la frustración y la ruptura
sin dar posibilidad de cambio.

El factor auto
confianza deberá ser un camino que se inicie desde un reconocimiento positivo
de las capacidades y dificultades que uno posee. Será necesario aprender a
expresar los temores, las inseguridades, las preocupaciones las cuales ayudarán
a fomentar una relación de confianza y de mayor conocimiento entre los miembros
de la pareja.
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