lunes, 19 de octubre de 2020

Un paso complejo, las clases en modalidad virtual.

En el artículo hace unas semanas publicado “Una neo educación…”, en el último párrafo expresábamos varias interrogantes ante la posible modalidad de clases virtuales: ¿y la forma de impartir la clase – como forma de organización de la enseñanza – a través de conferencias, clases prácticas, laboratorios, trabajos de campo, seminarios, etc. utilizadas en la enseñanza universitaria, con menos variables en la enseñanza primaria, media y bachillerato?, ¿cambia la estructura de la clase en cuanto la intervención del docente y el estudiante?; ¿el rol del docente sería el mismo?; ¿debe cambiar la organización de clases, horarios a nivel institucional? 

En algunos países de la región centroamericana, así como en el continente europeo en la enseñanza media, bachillerato, la carga académica – también llamado horario, tiempo o jornada escolar – oscila semanalmente entre 30 a 40 horas, dividido entre 5 días de la semana de lunes a viernes, el tiempo delante de la computadora portátil (ordenador, laptop) o de escritorio, variaría entre 6 a 8 horas diarias, perfectamente casi una jornada de trabajo.

¿Qué implica tantas horas, sentado “presencialmente” – en el mejor de los casos - ante una pantalla que oscila desde 15 pulgadas (que equivale a la longitud de la diagonal de la pantalla), expresada en centímetros serían de 38.1 cm, o bien un ancho de 33.2 cm y una altura de 18.7 cm, dimensiones que se reducen drásticamente ante una notebook y qué decir de los celulares?

¿Qué se resquebraja? La salud. Partimos con el sedentarismo – reducción de ejercicios físicos, que conllevan a problemas vasculares -, se suman la fatiga visual, enrojecimiento, visión borrosa y hasta dolores de cabeza, tal vez con menos impacto en los adolescentes y jóvenes, pero sí con mayor incidencia en personas entre 40 – 60 años, pensando en el profesorado. 

¿Posibles soluciones ante la virtualidad de las clases, donde trataré de responder las interrogantes del primer párrafo? Reducir gradualmente el número de horas clases (de menos a más, de 7mo a 11no o 12 grado), derivándose en impartición de los contenidos básicos – lo cual cambia el rol del docente, de conferencista, vinculado al análisis de ejercicios a ser orientador – acompañante – tutor, instrucciones referente al análisis de vídeos (aunque no siempre), temas que profundizan u apoyan, ejercicios, proyectos (actividades que el estudiante desarrollará en modo no presencial); con todo lo anterior, cambia la estructura de la clase.


Las siguientes sesiones, podrían estar dirigidas a aclaraciones de dudas, evaluación y análisis de los resultados, cerrando el “pequeño ciclo” (que no necesariamente sigue este orden), para abordar los temas siguientes. Si para algunos preocuparan las evaluaciones -  estudiantes y profesores cada una o dos semanas (“más trabajo”), la decisión siguiente sería la eliminación de exámenes escritos muy formales aún en el sistema educacional, dejando los llamados cortes o períodos evaluativos para el reporte en cuanto a avances de los estudiantes.

En resumen: menos horas “presenciales – virtuales”, sin olvidar más horas del auto estudio del estudiante, investigador, autodidacta, mientras que para el docente más y más horas de preparación. No queda duda que se requiere de un equilibrio necesario ante las TIC, con o sin pandemia.

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