Sin embargo a pesar de no resultar tan explícito sería un
grave error omitir el rol de los padres y madres que se ocupan de la educación
de sus hijos e hijas a partir de le bienvenida a la vida; si bien es cierto que
el alumnos desde muy pequeñines se relacionan con el cuido de la “seño”-apócope
de señorita - en la guardería (también pre kínder, kindergarten, parvulario o jardín
de infancia) donde pueden estar entre 4 y 8 horas diarias, el resto del día en
casa, donde prácticamente se le da de alimentar y a dormir.
Si bien desde el período conocido como infancia los padres
juegan desde ya un rol muy activo en la educación (valores, buenos hábitos, disciplina),
éste suele un tanto “debilitarse” en la medida que los niños/as crecen, suelen
comprometerse menos con la institución educativa.
Posiblemente asistan con mayor frecuencia a las reuniones de
padres en primaria, primeros 3 años de secundaria o finales del bachillerato,
pero ya en el nivel universitario es como si cortasen el “cordón umbilical núcleo
familiar – escuela” cediendo por (casi) completo la educación a los profesores,
no extrañando que al regreso de los padres del trabajo, éstos pregunten al hijo
“¿…y cómo te fue en la universidad?”. ¿Respuesta? “bien” y ¡ya!
Con la llegada de la pandemia y la interrupción de clases en
modo presencial a remota o mal llamada virtual, la vida de los humanos cambió y
las instituciones educativas trasladaron la batuta – acción que se realiza por
parte de los competidores de pista, en la carrera de relevo, donde se pasa la
varilla o batuta - a los padres prácticamente de golpe.
El remedio inicial fue enviar instructivos vía correo – donde
le orientaban que hacer para acompañar al alumno/a – donde no necesariamente en
casa, ni contaban con los recursos necesarios (internet, computadora, en caso
extremos un celular de gama baja, espacio físico) - , ni los conocimientos
básicos mínimos de las diferentes asignaturas.
Ante este caos real, tangible, no quedó otra que tratar de
dar respuesta en la medida de las posibilidades: hacer de tripas corazón y
adquirir a crédito una tableta y conexión a internet; crear ambientes parecidos
al colegio (compra de mobiliarios), incluyendo la merienda o refrigerio;
contestar los padres las tareas a los pequeñines y tratar de explicarles y en
algunos casos pagándoles a tutores o recurriendo a amigos con un nivel de
escolaridad superior.
Sentarse junto al estudiante, para juntos, por una parte
obligarlo a atender a clases y por otra parte apoyarlos; en el mejor de los
casos descargando de “la nube” los materiales de apoyo o complementarios. Un
factor - diría que forma parte de la novela negra, término empleado por los
escritores de este género, cuando el ambiente o entorno se considera oscuro en
el momento que transcurre- “positivo” fue que muchos de los padres o madres
habían sido despedidos de sus centros de trabajo y podían jugar el rol de
docente asistente o seño.
El hecho o situación compleja que vive nuestro planeta, retomó y realzó el rol de los padres y madres en su compromiso con la educación de sus hijos, poniendo en evidencia una vez más el difícil papel y a la vez responsabilidad de los profesores.
Un adecuado sistema educativo implica una relación fluida,
sólida y armónica con los padres. Al menos el COVID – 19, nos ha enseñado esto.
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