Es muy común que cualquier equipo eléctrico disponga de algún accesorio que le permita cargar la batería (o pila) por un mayor tiempo y que le facilite movilidad con el mismo: el mejor ejemplo y más común un celular.
Lo solemos
cargar en la noche y en la mañana ¡listo!, con la posibilidad de poder disponer
del recurso entre 24 y 72 horas hasta agotarse y repetir el ciclo.
“Cargar las
pilas”, constituye una expresión que se usa con el sentido de recuperar las fuerzas,
(formando parte del neologismo: palabra o expresión que se crea en una lengua
por necesidad o moda), hecho que lo traslado a la acción de dormir la siesta.
Desde
pequeño mi madre nos inculcó la necesidad de dormir un rato después de
almorzar; acción que no entendía porque cuando también existían reglas de
acostarnos a una hora determinada. En conjunto atribuiría a recordar que
cerrábamos los ojos unas 8 – 9 horas diarias, con la salvedad el sábado y
domingo de levantarnos un poco más tarde al no tener que asistir a clases.
En aquel
entonces no existía tanta información - como hoy en día - de nutricionistas,
pediatras, consejeros, por lo que podía considerarse una orientación de
“¡arriba a acostarse!, sino no salen a jugar en la tarde”; posiblemente la
clave de tomar la siesta se debía a que mi señora madre necesitaba descansar,
cuando se levantaba antes para tener listo el baño, el desayuno, los uniformes;
ya una vez que nos dejaban en la escuela, regresaba a cumplir con las funciones
de ama de casa.
Han pasado
muchos años y ella sigue tomando “religiosamente” su siesta, tal es así que los
vecinos tienen conocimiento que en el horario de 1 – 3 p.m., ni recibe llamadas
telefónicos, ni atiende a personas que lleguen a la casa.
Resulta algo
complejo pensar – al menos en Latinoamérica – en edad laboral, dormir la
siesta; he tenido compañeros que tras almorzar, se recuestan un tanto sobre el
escritorio unos minutos, “cargan sus baterías” y de nuevo al trabajo; en Europa
suele ser un común denominador descansar haciendo uso de la siesta, por ejemplo
en Alemania el 22 % lo hacen al menos 3 veces a la semana, italianos un 16 %;
por su parte los ingleses un 15 % y un poco por debajo españoles y portugueses,
diría que en esta parte del planeta lo asumen como un deporte nacional.
Hay
científicos que consideran que para subir al 100 % las baterías en una siesta
bastan 26 minutos, a lo anterior sumo que dormir la siesta ocasionalmente
reduce en un 12 % las causas de mortalidad coronaria, cuando se hace ocasional,
pasando a un 37% cuando se sistematiza.
Un valor
agregado en lo personal - en tiempos pandémicos - ha sido incorporar esta
“disciplina”, y que tras un sobrecumplimiento del mínimo establecido me levanto
descansado, inclusive mi sueño según registra el celular es mucho más profundo,
tranquilo, que en la noche donde me despierto o duermo intranquilo.
Si en muchos años por exceso de trabajo (12 – 14 horas diarias), dormía unas 4 horas diarias, no viene mal, tratar de rescatar lo no dormido, olvidar un tanto las preocupaciones que siempre existen y al levantarme con la mente fresca buscar a la musa (Inspiración que siente y que estimula o favorece la creación o la composición de…) para compartir con ustedes, además de utilizarlo como antídoto para la noche hacerla más extensa.
¡Se los sugiero!
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