No hace mucho casualmente me encontré a “alguien” cuyo
rostro me resultaba familiar, pero que tras la mascarilla dificultaba ser
identificada con más acierto; en la medida que me hacia recordar, nombres o
apellidos de los integrantes de la clase, donde me resultaba imposible traerlos
a colación, no respondía, ya que no quería mentir el no acordarme, pero cuando
mencionaba escuela o instituto un poco que el “cerco se hacía más estrecho”, en
qué año aproximadamente, etc. Otros fueron los elogios, pero apareció la
pregunta clave: ¿y donde imparte clases? No, ya me jubilé, le respondí, siendo
su respuesta: ¡Qué lástima!, con usted se aprendía no solamente de la
asignatura, sino además de su exigencia, los consejos, etc. y continuó “… a mi me hubiese gustado que, a mis hijos y nietos, hubieran
tenido a un profesor como usted”, ¡Hoy no abundan!
Le respondí, que le agradecía, pero que si seguía recordándome
“tiempos mozos” se me iban a aguar los ojos. Posiblemente no pudo apreciar mi
sonrisa “amurallada” por capas de tela para evitar algún posible contagio y me
retiré. Ya a casa pensaba, “por lo visto hice un buen trabajo”
Esa noche me costó dormir; en la cabeza me rondaba aquella
oración “…me hubiese gustado que a mis hijos y nietos…”, y reflexionaba: ¿por
qué no poder continuar dando clases a estudiantes universitarios, a docentes –
mediante capacitaciones -?, ¿o es que acaso la jubilación responde a la “crónica
de una muerte anunciada”?
¿No visualizan las instituciones el potencial de tantas
personas – y me excluyo, por educación – valiosas, expertas, profesionales, que
por los años de experiencia resultaría un prestigio tener a los mismos
presencial o virtualmente ante estudiantes de (pregrado o posgrado)?
Hay instituciones que invitan a estas personas a impartir
conferencias magistrales, a clases regulares – bajo la condición de servicios
profesionales -, asesorar, ¿pero y en los tiempos actuales, de confinamiento
donde el riesgo es mayor para estas personas adultas, en cuanto a contagio? La
respuesta es sencilla: ¡El momento ideal, para que ellos trabajen desde la
casa!
¡Es un beneficio mutuo! “transmitir conocimientos, valores,
vía internet con docentes de LUJO” y para el docente, continuar en lo que
simplemente ama: educar”; Tal vez los tomadores de decisiones, no coincidan con
lo antes expresado, que por supuesto respeto, pero no comparto.
A raíz del COVID, hay ¿personas? que han considerado
nefastamente, un momento oportuno, para deshacerse de las personas mayores –
estableciendo un paralelismo, tal vez no el mejor –, pero por favor,
reflexionen, (a los que les corresponde) y ¡rescaten a la experiencia, hecha
docentes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario