Ello me recordaba, como estudiante dos momentos, la primera
¿7mo grado? Llevaba el “chivo” (entiéndase papelito con información necesaria,
pre elaborado) escondido en una media o calcetín, repartieron el examen, lo leí
y por inercia el mundo me cayó encima, ya que lo que preguntaban, nada tenía
que ver con la copia. Luego el “delito” no se llevó a cabo.
En una segunda ocasión siendo los exámenes orales, donde
tenías 30 minutos para prepararte previa escogencia de la boleta (donde debías
argumentar como desarrollar procedimientos didácticos y pedagógicos ante un
tema para una clase) y exponerlos, me sorprendió que una compañera de clase me
tocara el hombro y en un tono casi inaudible, me solicitaba cambiar su boleta
por la mía. Realmente no sabía qué hacer, cuando casualmente habíamos estudiado
juntos, la incertidumbre me embargaba y cometí el error de hacerlo.
Con la nueva boleta, la cual la sentí mucho más fácil, que
la cambiada, ¿los resultados? Mi compañera quedó aplazada, en mi caso no.
Posteriormente le pedí ¿el por qué? Justificaciones vanas.
Considero que la copia – la cual no justifico – se crea con
el rol del estudiante o mejor dicho del mal estudiante, los cuales no son todos
y en el caso particular de ser tu profesión docente has de ser un defensor
honesto y exigente ante este evento. La copia constituye un elemento común
sancionable en los reglamentos de conducta de los colegios e instituciones
educativas en todos los subniveles el cual ha de respaldar al docente en su
actuar ante estos hechos.
Si bien los profesores con mucha experiencia, fácilmente
detectan cuando hay deshonestidad por parte de un estudiante, desde copias tan
burdas, donde no cambian ni una coma (llamado copia y pega, procedente del
inglés copy and paste), hasta modificar un tanto, comas, puntos, datos
numéricos, pero que en fin son detectables.
El autoengaño, porque los estudiantes se engañan a sí mismo,
no solo viene a través de un correo, ya que el docente no evalúa al joven por
una tarea, lo hace además por la entrega en tiempo de los trabajos, la
pulcritud en los mismos, la creatividad y otros tomando una impresión integral
de la persona en sí. Ello le ayuda a emitir un juicio, de a quién tiene delante
o detrás de una pantalla.
¿Medidas a tomar para evitar el fraude en las clases remotas? Podrían ser varias – por supuesto lo da la experiencia, lo cual citaré algunas: 1. El docente establecer sus propias reglas o normativas para el desarrollo de las clases en línea (de no estar establecido por la institución, lo cual sería lo ideal), así como para la entrega de trabajos; 2. Un adecuado control del estudiantado; 3. Elaboración de diferentes baterías para exámenes escritos y en línea; 4. Control del tiempo de entrega; 5. Los exámenes deberán incorporar preguntas de selección múltiple (donde no se mida lo conceptual), preguntas que sean amplias y abiertas, así como el uso de diferentes metodologías como Aprendizaje basado en proyectos (ABP), estudio de casos…,etc.
Con ello no quiero decir que estas sean algunas de las medidas que puedan limitar el fraude; habrá mejores experiencias, pero la que sí no debe fallar es tratar de detectarla, analizarla con el transgresor y conversar al respecto lo cual no debe repetirse, y de ser posible sancionarlo. Una experiencia amarga, que debe conllevar a un aprendizaje necesario en la vida, sin importar el subnivel de educación, ni la edad.
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