Deambulaba por unos de los pasillos de la universidad, de la cual había sido anunciado que se expondrían trabajos de los estudiantes derivados de una carrera en particular, materializados en cuadros, pinturas, … hasta algo que me detuvo en seco, para lo cual hube de respirar hondo, calmado, visualizando a un maniquí cubierto de papel sanitario dejando entrever al mismo con su miembro erecto.
El docente no andaba lejos,
cuando me vio como autoridad, se acercó inmediatamente, siendo el momento
oportuno para preguntarle el significado o más bien lo que se quería expresar.
Entablamos una conversación un
tanto semi – extensa de si realmente ante la ausencia de una explicación propia
que suelen establecerse en los museos, salas de arte, le sugerí al docente que
lo retirara, no lejos de allí se visualizaban estudiantes asociados por sexos
unos (varones) con risas burlonas indicando la dimensión exagerada del pene y
las chicas sonrojadas, donde comentaban en voz baja, quien sabe.
¿Por qué retirarlo? Motivos
varios: 1. Ausencia de información de las obras, autores, significado; 2. Una
sociedad no preparada para entender o mal entender; donde el tiempo
inmediatamente me dio la razón: padres de familia llamando, cuya preocupación
era extrema, ¡Cómo la institución iba a permitir manifestaciones pornográficas,
eróticas!
El docente – tal vez con las
mejores intenciones, pero según mi criterio, carente un tanto de medir el
impacto de su trabajo ante una sociedad no lo suficiente preparada para ello,
arcaica, machista, inclusive con una posible doble moral -, se molestó, tomó su
celular y comenzó a grabarme… sin comentarios (lo cual no trascendió, pero
tampoco me importaba; consideraba que tenía la razón).
No por gusto si nos refiriéramos
a medios audiovisuales, es común que previo al material se indiquen mensajes de
alerta ante lo que va a observar; o bien para los padres seleccionar – censurar
lo que sus hijos pueden observar o no con un simple clic.
¿Qué esfuerzos realizan en este
sentido las instituciones, los padres de familia, la sociedad por educar en el
plano de la sexualidad a niños, jóvenes y adultos, hoy en día?
Pero antes de dar respuesta –
donde hay posiblemente habrá mucha `tela que cortar’ – vámonos un tanto a la historia
reciente: mitad del siglo pasado (50 - 65), ¡padres que llevaban a sus hijos a
perder la virginidad o primera relación sexual a un prostíbulo, «…hijo ahí te
harás un hombre de verdad!»
El chico en mención 14 años
(obviamente menor de edad, acompañado por un primo que tenía 15), con su mejor
ropita de salir. ¿Qué aprendió? Ver una mujer desnuda sobre un camastro, que en
un dos por tres había ganado su salario, darse ella cuenta que estaba ante un
“primerizo” y sus amigas de pasillo burlarse del menor catalizado “macho”, en
cuya esquina lo esperaba el padre, con una botella de cerveza, para celebrar al
ya hecho un adulto.
Por supuesto una primera clase
proveniente de un padre, posiblemente con bajo nivel de educación, pero si
educado de generaciones anteriores: el macho y debajo a la espera: la mujer.
Con la excepción que la de la casa era
sagrada, el problema a resolver era hombre – hombre (perdón), hombre – menor.
En esa época, por una razón u otra
(creencia, tradiciones, etc.) el rol de la mujer era darle hijos al hombre, sin
prever situación económica, habitacional, etc.)[1]
Por lo visto una ausencia total de Educación sexual, entiéndase “Proceso de enseñanza y aprendizaje de alta calidad acerca de una amplia variedad de temas relacionados con la sexualidad y la salud reproductiva, donde se exploran valores y creencias relacionados con estos temas, cuya utilidad es ayudar a que las personas obtengan las herramientas necesarias para manejar su relación con ellas mismas, sus parejas, comunidades, y con su propia salud sexual”
No queda dudas, lo que les comentaba
anteriormente «…mucha tela por donde cortar», continuaremos…
[1] Si
bien el autor menciona mitad del siglo XX, perfectamente es extensible a
nuestro siglo, al menos en países de América Latina.
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