¿Por qué esta introducción estimado lector(a)? Pretendo
hacer una analogía o paralelismo a la necesidad de darle seguimiento al
comportamiento de los estudiantes el cual suele (o solía)[1]
registrarse[2] en
cuanto a disciplina, calificaciones, problemas de índole familiar y otros, lo
cual permitía al docente del año siguiente tener una noción – hoy llamado
perfil - del estudiante que recibía en su aula de clase.
Por supuesto que con el paso de los años a veces las cosas
se olvidan, cuando no se reiteran o sistematizan, lo cual traduzco que si al
terminar un subnivel, por ejemplo, de primaria a secundaria, el expediente
queda archivado o no en cada subsistema y se “rompía el cordón umbilical”.
La problemática se hace mucho más compleja de quedar en el
nivel diversificado o bachillerato y no pasar al siguiente nivel bien sea
carrera técnica o universitaria, vinculado al cambio del estudiante en su etapa
de crecimiento de niño – joven, donde solo con apenas 16 o 17 años entra a un
nivel superior, donde se considera un ser independiente al romper las “ataduras”
padres-institución y a partir de ese momento “sálvese el que pueda”, entiéndase
un estudiante prácticamente desarmado ante un nuevo nivel donde la exigencia
del estudio ha de ser más, y que no necesariamente existe un acompañamiento al
desempeño docente del mismo, con la posible excepción la cual se reduce a la
parte formativa de la evaluación donde el estudiante y el docente se retroalimentan
«…tus
resultados fueron estos, te equivocaste en esto…»
Un problema real – por diversos factores, tales como ausencia de
orientación vocacional, económicos, inmadurez del estudiante, poco o ningún apoyo
por parte de los padres y otros -, lo es la alta deserción en los primeros años
que oscila desde un 3% hasta un 40 % dependiendo de la carrera, país.
Donde no solo pierde el estudiante, - catalogándolo como una amarga
frustración, pero a la vez como experiencia – que puede convertirse en un SER
antisocial, refugiándose en el campo de los antivalores, sin un futuro a corto
plazo, desorientado -, a lo que se suma la pérdida de tiempo y el factor
económico, donde muchos se endeudan desde un comienzo, tras apenas de dos a
seis meses asistiendo o desasistiendo a clase.
¿Requieren nuestros estudiantes un seguimiento de su desempeño?;
¿desde, hasta?; ¿pasará ha ser un obstáculo dicha sistematización como una
violación de los derechos humanos?; ¿Debemos dejarlo a la voluntad de las casualidades,
de los credos y de otras tantas justificaciones como pudieran crearse?; ¿Los
padres habrán de considerar que ya son adultos y por ende que asuman su propia
responsabilidad?
Por lo visto, más preguntas que respuestas, pero queda claro que estamos ante un hoyo sin fondo, siendo responsabilidad de los tomadores de decisiones en el campo de la Educación, sociólogos, pedagogos, filósofos y otros, donde no podemos permitir que esta “debilidad social” continue en el campo de la primera Ley de Newton: la inercia.
[1]
Al menos en mis años mozos como docente de nivel secundario o enseñanza media.
[2]
Llamado expediente acumulativo del estudiante, siendo un recurso pedagógico que
enlaza esta continuidad entre los niveles y los ciclos del sistema educativo.
También llamado expediente del estudiante o educativo utilizado en países como
Estados Unidos (student file), la India y otros.
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