lunes, 20 de noviembre de 2023

El colibrí y la hormiga.

Por el título del artículo pareciera ser que a continuación pasaríamos a contarle una fábula- entiéndase,
«una composición literaria narrativa breve, generalmente en prosa o en verso, en la que los personajes principales suelen ser animales o cosas inanimadas que hablan y actúan como seres humanos»-, pero no necesariamente, aunque mis referencias serán a ambos animalitos.

En la mañana con el afán de tomarme un buen café (oscuro, amargo, fuerte), preparo las condiciones como el periódico del día, percibir los rayos solares aun un tanto débiles, muestra de ello a modo de testigo que aun sobre las hojas y flores se aprecian las gotas de rocío.

Me acompaña – ya casi somos amigos al permitirnos y respetar nuestros espacios – donde una pequeña ave de apenas 2-4 gramos, de colores majestuosos en su plumaje (azules saturados, verdes azulados y morados profundos), cuyas alas las baten entre 80 y 200 veces por segundo, ¿si sospecha?, efectivamente estoy hablando del colibrí[1].

Y por lo visto muy trabajadora, inteligente en la búsqueda - dada su aguda visión - de aquellas flores ya aptas para ser libadas, las cuales parece revisar e introducir su largo pico y delgado y con una extensa lengua que le permite chupar su néctar, a la par transportar en su cuello y alas el polen.  

En resumen: Por lo visto a pesar de su pequeñez y ser independiente, garantiza su vida y la de sus críos y paralelamente colabora en la polinización para que el planeta sea más verde.

Ya el astro rey se ha levantado un poco más en búsqueda de su cénit - cuando realmente quien se gira alrededor del mismo es nuestro planeta-, por lo que siento el calor en mis piernas, señal para levantarme y realizar otras actividades domésticas programadas, antes de sentarme a teclear: botar la basura.

Entre la grama y la entrada a la casa observo una extensa fila la cual zigzaguea, pero de forma organizada se trasladan un sinnúmero de pequeñas hormigas, donde las direcciones son dos, unas con pequeños trozos de hojas, que en ocasiones son muy mayores en la relación a su cuerpo – hasta 50 veces su propio peso corporal - y otras que retornan en búsqueda de nuevos alimentos.

Siendo un tanto observador las mismas en ocasiones se detienen en señal de establecer una breve comunicación donde paralelamente segregan feromonas (sustancias químicas aromáticas) las que le permite indicar a las que viene detrás donde se encuentra la fuente de alimento.

Suelen andar en colonias y algo importante que no comparto en cuanto a su comportamiento que son las hormigas hembras las que trabajan de aquí el nombre de obreras – por cierto, en esta especie se establecen clases sociales, con diferentes responsabilidades: reina, que se encarga de poner miles de huevos para asegurar la supervivencia de la colonia; y los zánganos, que le corresponden a los machos, que sólo desempeñan una función: aparearse con la reina –.

Resumen: Trabajo en equipo, laboriosas en función del sustento de cada día y añadiría que no son un buen ejemplo en cuanto a la equidad social, ni modo.

Pero, más allá de mi afán investigativo, el cual debo interrumpir, ¿recuerdan? Botar la basu…, para iniciar el tecleo se me ocurre porque no, con ejemplos al comenzar una clase estableciendo paralelismos de la vida cotidiana, donde aprendemos de nuestro propio entorno, pero a la vez enseñamos a nuestros estudiantes a ser creativos y no comenzar con: «El asunto de la clase de hoy es…»

¡Rompamos, la inercia de lo tradicional!


[1] El colibrí es conocido como chuparrosa, Huitzil (espina preciosa en náhuatl) o picaflor.

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