Cuando se ocupan responsabilidades – que, por su naturaleza, cualquiera fuese – la opción de decir sí o no, aunque soy partidario de optar por una respuesta, la decisión final satisfaga en parte (ya que cerrar una puerta, para personas con necesidades, de no ser bien argumentadas generará en ellas frustraciones e incomprensiones e inclusive enemistades sin que se haya establecido una amistad verdadera)
Obviamente ligado a una
responsabilidad, encontramos la toma de decisiones, desde la más sencilla como,
¿qué dirección optar cuando una calle se bifurca?, aunque el aprendizaje o el éxito
de la decisión vendrá dado por el haber aceptado o equivocado, que, si tomamos
la senda equivocada, la probabilidad de volver a repetirse podría reducir a un
¿50 %?, tal vez menos si anoto, apunto, tomo fotos de anuncios, edificios, etc.
Romper tradiciones y tomar
decisiones propias y no «…por que así se hacia siempre», no conlleva a una identidad propia,
ni el llamado sello personal, que, por supuesto no es borrón y cuenta nueva,
porque siempre será necesario tener en cuenta “al menos de lobo un pelo”,
entiéndase mejorar lo de su antecesor valorando con mucho detenimiento, lo
hecho y lo que necesariamente hay que mejorar, partiendo de escuchar al equipo
de trabajo, al cual usted se “suma”
Otra frase o refrán es «escuchar
es de sabio»
donde TODOS sean escuchados, como un elemento de reflexión y a partir de
ello: «…
hacer camino al andar (por muy empedrado que se encuentre el mismo)»
Abarcarlo todo para un comienzo en una
posición determinada, no es posible, sobre todo para la búsqueda de las mejores
soluciones, siendo necesario para ello una adecuada planificación con el
establecimiento de prioridades y equilibrios.
¿Prioridad? “Cosa que se
considera más importante que otra” Mmmm…, algo así como que camino tomar, que a
veces no es tan sencillo, cuando las decisiones - direcciones a tomar son más
de dos que por supuesto las variables son muchas: volumen de trabajo, personal
con que se cuenta, tiempo para “enderezar” los anteriores fiascos, errores, etc.
Pero algo a lo cual le doy una
prioridad esencial, es la comunicación con su equipo, donde deberá atender y
conocer de cada cual, desde los técnicos hasta la persona que nos atiende con un
exquisito café y por qué no en ese momento celebrarle, agradecerle su atención,
sentado las bases que un cargo o responsabilidad no establece diferencias
sociales.
Ser afable, comprensible,
tolerante, pero también exigente consigo mismo y los demás en el marco del
respeto, donde un tú o vos no rebaja a nadie con relación a un usted señor(a)
licenciado(a), ¿Por qué no celebrar actividades colectivas, como cumpleaños,
donde para que aquellos que no puedan por factores económicos asistir, no se
sientan excluidos, ya que “donde comen dos, comen cuatro”; establecer una política
de estímulos para los miembros de su colectivo, aunque el reconocimiento
material o moral sea apoyado por sus superiores.
Posiblemente – aunque no tenga la
fórmula mágica – estas acciones le servirán de catalizador para un mejor
trabajo mancomunado[1].
¿Justificación aceptada? Diría que,
en parte, porque siempre habrá espacios por pequeños que sean para hacer una
llamada, para llegar a recoger a los hijos a la escuela, no para supervisar su
conducta, sino para tomar un helado (no programado); robar (perdón tomar sin
permiso) una flor de un jardín para entregársela a su compañero(a); compartir
una película que, aunque no sea del mejor agrado para uno u otro, no importa,
hágalo… y si se durmió a los 10 minutos… estuvieron juntos ese tiempo.
[1]
El trabajo mancomunado es un método educativo, que utiliza el docente para que los
educandos logren desarrollo integral
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