Estudiando y aprendiendo acerca del Mindfulness, cuya traducción al idioma español, presenta varias acepciones:
o
«Habilidad atencional que permite
centrar la mente en el presente»
o
«Prestar atención de una manera
especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar»[1].
o
«Saber lo que estás experimentando
mientras lo estás experimentando»[2].
o
«La capacidad humana universal y
básica, que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de
la mente momento a momento»[3]
Sin
embargo, cuando pasamos al contexto de la vida cotidiana y de la práctica, la
palabra más utilizada es la de meditación – considerado menos preciso ya
que puede restringirse a una variedad de prácticas muy diversas -, pero
preferido cuando nos situamos en un entorno más amplio a diferencia del
científico.
Otra
acepción: «La práctica de la atención plena»[4], entiéndase, nos ayuda a desarrollar la
quietud en medio de la actividad, sin aferrarnos temerosamente al pasado […]
ni en ir a la deriva de un lado a otro, sino en permanecer despierto instante
tras instante, considerándolo, con una mente abierta y receptiva, como algo
nuevo y único, convirtiéndonos en una forma de ser que llevamos con nosotros en
todos y cada uno de los instantes de nuestra vida de forma amable y bondadosa
lo cual nos permitirá descubrir nuevas posibilidades y despertar la capacidad
de vivir de un modo más sabio, amoroso, compasivo y pleno.
¡Alto! Si regreso al
párrafo anterior y no por gusto subrayado, realmente cuesta, solo pensar en el
presente – no así en el futuro, dado la duda de lo que puede suceder mañana -,
pero no regresar al pasado… mmmmm...
Recientemente tras
una invitación a almorzar o bien en el momento que ingería plácidamente aquella
torre de mariscos, siendo presente, automáticamente fui trasladado (sin máquina
del tiempo) a muchos años atrás (¿tenía 6 años?), cuando mi madre me acompañaba a la
entrada de la escuela – no le agarraba de la mano, para que mis amigos, no
pensaran que, ¡yo era un fiñe (chavalito, patojo…) !, dónde justamente enfrente
vendían refrigerios o meriendas.
Una que no podía faltar era la galletica preparada (galletas en cuyo interior, llevaba jamón y queso) y un vasito de ostiones[5], este último difícil de tragar, pero de un solo – tipo tequilazo - y divino.
Es cierto que, al recordar
- según un proverbio celta “el recuerdo no envejece” y, como decían los
clásicos “lo que permanece en el recuerdo, nunca muere”. Esto quiere decir que
“recordar es vivir” – traemos al presente, buenos momentos, rescatando dentro
de los malos (fallecimiento de un ser querido, por ejemplo) los mejores vividos.
Nuestra mente es algo
prodigioso, no queda duda alguna, pero sí retomando una vez más la última
acepción sobre Mindfulness… «La práctica de la atención plena», nos ayuda a
desarrollar la quietud en medio de la actividad, …, considerándolo, con una
mente abierta y receptiva, como algo nuevo y único, convirtiéndonos en una
forma de ser que llevamos con nosotros en todos y cada uno de los instantes de
nuestra vida de forma amable y bondadosa lo cual nos permitirá descubrir nuevas
posibilidades y ¡despertar la capacidad de vivir de un modo más sabio,
amoroso, compasivo y pleno!
¡Piénselo y disfrute la vida!, se lo aconsejo, en la medida de las posibilidades.
[1]
Jon Kabat-Zinn profesor emérito de Medicina. Sus prácticas de zen, yoga, y sus
estudios con diversos maestros budistas lo condujeron a integrar partes de esas
enseñanzas con las de la ciencia occidental, creando la técnica de Reducción
del Estrés Basada en la Atención Plena.
[2]
Guy Armstrong profesor en el Insight Meditation Society, con formación y
experiencia en meditación desde los años 80.
[3] (Simón,
2007)
[4]
También conocida como «meditación de la visión penetrante»
[5]
Género de molusco que contiene nutrientes como minerales, vitamina B12 y ácidos
grasos omega-3, importantes para el buen funcionamiento del corazón, del
sistema nervioso central y para una piel saludable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario