En el artículo anterior pusimos en dudas apoyándonos en diversos criterios entre neurocientíficos y pedagogos el uso de la letra cursiva, cuando escribimos a mano o bien cuando tecleamos, con la llamada letra de imprenta, cuyas características son: escritura vertical, gráfica entre caracteres (letras desligadas), la limpieza y sencillez en sus formas básica.
Lo cual nos conlleva a tratar de
dar una respuesta a ¿escribir a mano o tecleado?
Aprender a escribir a mano es un proceso más complejo que teclear unas letras y exige que el cerebro se esfuerce más, ya que se requiere de hacer una representación mental de las letras que se van a escribir, y eso supone un mayor esfuerzo mental que a larga es rentable.
Los caracteres que los niños se esfuerzan en poner por escrito no son siempre iguales, como los de imprenta, y eso les ayuda también a generalizar y a internalizar los rasgos esenciales con los que se representa cada letra, independientemente de la destreza con que se represente, favoreciendo el reconocer los signos que leen, así como en la comprensión lectora que aumenta.
Qu en el caso de tomar notas con la computadora, tableta u ordenador, resulta menos efectivo para el aprendizaje que hacerlo a mano, dónde estos últimos el aprendizaje de los conceptos es mucho más profundo, que en el caso de los que teclean tienen un recuerdo más literal, pero menos memoria de los aspectos conceptuales importantes de la clase.
Cuando se escribe a mano no se toma nota de todo, porque no da tiempo, pero a cambio se realizan procesos de integración y selección de lo más importante, desarrollando el contenido; un proceso mucho es más dinámico, donde puedes colocar flechas, el empleo de resaltadores, integrando la información que recoges, al teclear resulta más difícil, aunque depende de las competencias tecnológicas del estudiante.
Para que el cerebro aprenda, este órgano debe retarse, ponerlo al límite de lo que sabe y lo que no, lo que permite fortalecer los nuevos conocimientos de forma sólida.
Cuando se escribe a mano[1], «se activan más áreas cerebrales, porque provoca mejores aprendizajes, más profundos y duraderos, los movimientos que tenemos que realizar dejan una huella motora en el cerebro que facilita el posterior reconocimiento de las letras y de las palabras»; «la representación de cada letra, de su grafía, se fija mucho mejor al escribir a mano que al hacerlo con el teclado».
«Con la grafomotricidad, se desarrollan la discriminación auditiva y visual, la organización espacio-temporal, la correcta presión y prensión del instrumento de escritura y el dominio de la mano, entre otras habilidades»
Aprender a escribir no solo implica aprender las letras y los números, sino también habilidades como el control motor, la memoria y la capacidad de procesar pensamientos coherentes en un orden lógico; otro valor agregado de escribir a mano, es que se piensa más lo que se está diciendo, la buena caligrafía refleja orden, y no solo en la escritura, sino orden para resolver los problemas de la vida.
Hay evaluaciones - que evitan arrinconar la escritura a mano en la educación - incluyendo dictados en la parte escrita; otros recursos resultan el desarrollo de concursos de narración y poesía, otras un tanto «diría, más avezadas», como es, el no empleo de libros de texto, siendo los propios estudiantes, los que escriben e ilustran sus cuadernos, apoyándose en las experiencia o vivos relatos del docente o las suyas propias, posteriormente se le dan lecturas.Luego, ¿escribir a mano o tecleado?
[1]
Pablo Canosa, psicopedagogo. Profesor en el Centro Universitario Villanueva de
Madrid.