lunes, 2 de septiembre de 2024

El maltrato infantil y la escuela.

Desgraciadamente muchos “noticieros televisivos o revistas del medio día o a todas horas, sin menospreciar las redes sociales” siguen promoviendo nuestras realidades crudas, pero regodeándose en aspectos que  “culturizan”   la evidencia de hechos sociales, y como parte de ello la violencia: un niño/niña, golpeado o violado por su padrastro, una madre alcohólica superada por su triste realidad, delincuentes juveniles,  consejerías escolares o departamentos de orientación, que no dan simplemente abasto. 

Obviamente la solución no está en cerrar el “paisito” y dejarlas “en manos de Dios”; considero que, si lo hiciésemos así, sería como dejar a nuestra población más indefensa niños/niñas, jóvenes ante las maquinas destructoras de la especie humana, guiadas por alienígenas, vistas hace un tiempo atrás en el cine.  

Cuando tratamos el tema de la violencia escolar, prioritariamente la misma proviene del entorno (fuera de la escuela) y que perfectamente se evidencia en la escuela, y en esto la escuela no puede hacer la vista gorda ni los oídos sordos frente a este flagelo, que resulta un grave a problema social.

El maltrato no siempre presenta huellas visibles, por lo que los docentes en este sentido deben agudizar su observación para reconocer cuando un niño es maltratado, ya que por vergüenza o temor muchas veces la víctima guarda silencio. Incluso para alguien que nace en un ambiente violento tal vez la violencia no es cuestionada, no conoce otra forma de relación con los otros. 

También pueden aparecer indicadores en los dibujos de los niños, en la letra y los trazos de su cuaderno, en los colores que utiliza comúnmente. Cuando el niño no puede expresarse con palabras, lo hará por otros medios, aun inconscientemente.

En caso que el niño o la niña denuncie el maltrato que sufre es necesario por parte del adulto una escucha atenta, creer en su palabra, no culparlo ni emitir opiniones, investigar la verdad, recurrir a las autoridades de la escuela, consultar con otros profesionales.

Mientras que en el caso que el docente sospecha o comprueba que un niño es víctima de maltrato, no debe dudar y debe intervenir de alguna forma para evitar que la situación se prolongue. Sabemos que los daños que la violencia y el maltrato provocan en el niño se agravan proporcionalmente a la intensidad y a la duración en el tiempo.

A veces es necesario aprender a perder el miedo... En nuestra sociedad la solidaridad y la indiferencia parecen estar, muchas veces, en tensión. Somos un país solidario, pero en la calle, en la vida de todos los días, el "no te metas" también aparece. 

Y claro, como culparnos por ello. Las situaciones de inseguridad, el temor a perder el empleo, la competencia... parecen ser buenas razones para entenderlo. 

El denunciar un hecho de esta magnitud puede despertar el temor de que los otros crean que uno no es capaz de manejar la situación. Pero pensemos que, si decimos que las causas de la violencia y, específicamente del maltrato, son muchas, será lógico pensar que hará falta una intervención multidisciplinaria para atenderlo. 

¡Estamos a tiempo!

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