lunes, 21 de octubre de 2024

Dormir bien, ¿soñando?

Desde que tengo uso de razón, siempre he sido una persona intranquila, eso por supuesto me lo cuenta mi madre: parto antes de tiempo (8 mesino: llamado prematuros tardíos, que tienen una supervivencia superior al 90% y algunos problemas: "Si bien no son cuestiones graves y en general sin repercusión a medio-largo plazo, merecen atención y consideración) que parecía un “ratoncito”, en cámara de oxigeno (cuidados intensivos) y mi abuela (QEPD) le dijo a mi madre, «…si se va a morir, que muera con la barriga llena», y por lo visto me le escapé al 10 % restante de esperanza de vida, asociado a un vaso de leche.

Resalta mi madre, que era un niño travieso, malcriado (aunque realmente no, ya que la disciplina en ese entonces se controlaba a base de chancletas también llamada chinela, y castigos de no jugar, etc.), egoísta (mis hermanos los comenzó a dejar la cigüeña 9 años después, y siguieron los viajes año siguiente y al otro), otro recuerdo – que pudiera resultar de la imaginación o ciencia ficción, era que las amigas de mi madre, les decían por mi indisciplina y perretas, «dale una pastillita a ver si se calma…»

Cursé los estudios correspondientes (primaria, básico, diversificado o bachillerato y universidad); comenzó la vida profesional, estudiando magisterio y que yo recuerde a partir de ese momento comencé a tomar ansiolíticos.

La profesión de magisterio – lo sabrán mis colegas – conlleva a una alta responsabilidad, no solo en ser transmisor de contenido, según la especialidad, sino sobre todo en la educación de valores, lo que le exige a uno, tratar de ser un ejemplo en la vida cotidiana (a pesar de ser humanos y tener el derecho a equivocarnos, pero…)

Siempre, mis padres me enseñaron la puntualidad (dentro de otros tantos), ser el primero, hecho que implicaba dejar las cosas lista para mañana (vestuario, materiales de la escuela, por supuesto la clase preparada, estar a tiempo en la parada del bus; que años después (muchos), llegar a “abrir” la universidad, ya que debía estar mucho antes que comenzaran las clases, ya que los problemas iniciaban (siendo administrativo) y debía atenderlos, hecho que concluía después de unas ¿14 horas diarias?, “cerrando” el recinto universitario.

Conciliar el sueño, resultaba imposible, refugiándome en mi ansiolítico, que por cierto no era una panacea, ya que prácticamente toda la noche, seguía “revisando mi agenda del día siguiente”; inclusive los mal llamados sueños (ya que dormía pésimo) todo lo que sucedía – la mayoría - estaba vinculado a la docencia.

Cuando indago, acerca de los factores, que me conllevan a un mal dormir, encuentro:

·         Agenda ocupada. Las actividades nocturnas, ya sean laborales o sociales, son una de las razones principales por lo que no se duerme lo suficiente.

·         Electrónicos. Las tabletas y los teléfonos móviles, relojes inteligentes, que emiten sonidos durante la noche pueden afectar el sueño.

·         Afecciones médicas. La depresión, la ansiedad…

·         Estrés por dormir. El simple hecho de estar en la cama puede hacerlo sentir ansioso y despierto, incluso si se siente muy cansado.

Indagando una vez más, encuentro que, cada persona puede soñar hasta 5 veces cada noche, a lo largo de 8 horas de sueño, cuya duración puede ser hasta 20 minutos de tiempo de vigilia[1].

¿Se afecta la calidad del descanso cuando sueño? Literalmente NO, cuando se sueña no se afecta la calidad del descanso. De hecho, soñar es una de las fases más importantes del sueño, y en la que se logra un descanso más profundo.

Luego, no me queda de otra, reducir los ansiolíticos (al menos bajar la dosis) y a tratar de soñar, lo cual me ayudará a dormir mejor.



[1] Se le llama el ciclo de sueño-vigilia a la alternancia entre los estados de “estar despierto” (vigilia) y “estar dormido” (sueño).

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