lunes, 10 de junio de 2019

¿Por qué ser agresivos cuando hablamos?


Dando respuesta a solicitudes de varias personas, en que nos recomiendan que ayudemos con algunos temas, de modo tal que tengan un carácter reflexivo y que cuando esa o esas personas se vean “pintadas” traten de cambiar, al menos ceder un "poquito" porque realmente en muchas ocasiones, sus cualidades, sus caracteres, cuestan que sean asimilados por el resto del colectivo. Por lo anterior hoy me referiré a la persona, cuyo lenguaje resulta agresivo.

Primero puede ser un personaje, que por supuesto puede encontrarse en cualquier centro de estudio o trabajo. No resulta excluyente de ningún medio o profesión. Nada, que hay gente que es simplemente así. La idea entonces es tratar, de que esa persona se de cuenta, de su forma de ser y trate de cambiar. Segundo describamos un poco sus características cuando se refiere a algo o alguien: habla de forma impositiva, directa, firme. Es la persona que tiene toda la razón, lea bien, toda, donde nada ni nadie podrán cambiar, esa forma de pensar.

Con su cuerpo, que es lo que se denomina como comunicación no verbal, suele mantener la mirada fija, usar gestos amenazantes, mantener la cabeza y los hombros hacia atrás y tronco derecho (estilo “gallo” de pelea); y moverse de forma que invade el lugar del otro. Si está en una reunión y no le ceden la palabra, cuando la solicita, se haya en peligro de “estallar” y así lo delata su cara enrojecida, cuando la presión anda por la “joroba grande”

Resulta elemental que una persona que tenga esta forma de actuar, de comunicarse, podría ser más bien una persona  que de alguna manera u otra podrá ser aceptada, pero posiblemente sin una comunicación adecuada o más bien que no la quieran recepcionar, porque justamente los receptores se sienten golpeados, avasallados. Puede darse el caso que la conducta agresiva puede ayudarle a conseguir sus objetivos, pero sólo a corto plazo, y a menudo sus consecuencias serán tan negativas, que pongan en duda la validez, dado el daño que provoca, al humillar a las personas de su entorno laboral o estudiantil, dañando seriamente las relaciones. Este estilo de comunicación, considerado agresivo, conlleva a una violación de los derechos que todas las personas tienen. ¿Qué tal si fuese de este otro modo? Por ejemplo. Al iniciar el tema de conversación habla de de forma directa y firme, pero no impositiva, usando frases tales como: “deseo que…”, “opino que…”, “quisiera que…”

¿Y en el caso del movimiento corporal, para comunicarse? Respecto a los mensajes que envía con el cuerpo, puede mantener el contacto ocular, entiéndase mirar a la persona a la que se dirige, pero no de forma continua, ni intensamente; sin emplear gestos amenazantes; conservando la cabeza alta, pero no echándola hacia atrás (gesto que añade hostilidad a su comportamiento); moviendo su cuerpo, pero sin invadir el espacio personal del otro u otros.

Debe quedar claro para todos y todas que como seres humanos, esta cualidad u otras sobretodo las negativas, difícilmente puedan modificarse de un solo, pero sí al menos disminuir o reducir la manifestación de la conducta de la persona, es por ello que es necesario ensayar conductas eficaces en situaciones concretas.

¿Es usted en su comunicación agresiva? ¡Cambie!  

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