lunes, 30 de marzo de 2020

¡El mejor antídoto!


Cuando se trata de prever la muerte de seres humanos, indiscutiblemente es algo que nos alarma, pero que a la vez ayuda a reflexionar – donde hoy por una pandemia – identificando con ello lo bello que es la vida.

Es increíble la sobresaturación de información a través de las redes sociales, televisoras, la cual en lo personal no me resulta agobiante dada la panorámica de como se ve afectado el planeta Tierra, además de los testimonios de mucha personas afectadas, entrampadas a miles de kilómetros de sus hogares o familiares, teniendo en cuenta la suspensión de casi todos los medios de transportes, y lo peor no tener una fecha definida, clara de cuando retornar a casa.

Los hechos demuestran que no todos los países están igualmente preparados (aunque prevalece la desigualdad “de atención médica” entre países del primer mundo y los del tercero - por cierto no recuerdo cuales son los del “segundo mundo”, ¿o es que acaso este último ya desapareció? -) tomando como referencia el nivel de preparación del personal de salud, los recursos de infraestructura, medicamentos, el nivel de concientización de la población, entre otras; otra arista se visualiza en las indisciplinas por determinadas personas, de no cumplir adecuadamente donde se han establecido cuarentenas o no, a pesar de los llamados de los organismos vinculados a la salud nacional e internacionalmente.

Una vez que termine esta situación, será necesario a quienes les corresponde por responsabilidad de dirigir, liderar desde el núcleo familiar, centro de trabajos, empresas (pequeñas, grandes), organismos, e instituciones públicas y privadas, valorar qué falló, que no se hizo bien, qué faltó, por qué no fui solidario con, cuyas posibles soluciones se refugian en los valores de las personas, en su educación, con lo cual se aniquilarían otros virus, como el egoísmo, la individualidad, la arrogancia, el odio, la envidia, la intolerancia, la incultura de no prever a tiempo, de no cumplir con la normas básicas de higiene y saneamiento.

Muchas han sido las pandemias en el mundo, por ejemplo: La viruela, (desde la antigüedad hasta el siglo XX) considerada la más letal en la historia de la humanidad, con una estimación de más de 300 millones de personas fallecidas; el sarampión por su parte con 200 millones; el cólera, según la OMS, la Organización Mundial de la Salud, cada año hay más de 20,000 muertes; El VIH con 32 millones desde el surgimiento de la enfermedad (al cierre de 2018); que no importa que estas hayan tenidos más defunciones, que el virus actual; ¡están muriendo gente! (sin distinciones de edad)

Pensamos que la solución mágica está en manos de la EDUCACIÓN, que si es prioridad de ahí saldrán los buenos valores en los futuros médicos, investigadores, periodistas, economistas, pero, ¿acaso se escapa alguna profesión cuando hablamos de las vidas de las personas, de los seres vivos, del planeta Tierra?; por todo lo anterior no dudo, que si hay una profesión necesaria, es ser maestro, docente, profesor, como el mejor antídoto sobre la faz de nuestro ecosistema, así de sencillo.


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