El término neo entiéndase “elemento prefijal de origen griego que entra en la formación de nombres y adjetivos con el significado de “nuevo”, “reciente” me hace pensar que la Educación y todo lo que ella conlleva, deberá cambiar ya que no queda duda alguna que la pandemia Covid-19 ha trastocado a los sistemas educacionales (públicos y privados) sin distinción de continentes.
Cierre de colegios e institutos de la enseñanza media y universitaria, buscando como paliativo el desarrollo de las clases en línea, hecho que para algunos países – américa latina - afectados en períodos recientes (2018-2020) por huelgas ante problemas sociales, utilizaron esta modalidad, diría que un primer ensayo, con una cierta masividad recurriendo a plataformas digitales, capacitaciones apresuradas a estudiantes y docentes, personal administrativo y otros. ¿Resultado?
Muy complejo, diría, ¿evidencias o experiencias identificadas? Proceso de transición y comprensión de docentes con mucha experiencia en su campo en modo presencial, pero en desventaja con el uso de herramientas de la tecnología de la información y la comunicación (TIC), por supuesto como todo nuevo fenómeno: resistencia al cambio.
En el caso de los estudiantes la - posible y única - ventaja consistía en el manejo de los recursos TIC, pero no vinculados a la educación con tanta formalidad, lo cual implicaba el traslado de su “silla o pupitre” de la institución educativa a su casa, perdiéndose entre muchas cosas compartir con sus compañeros de clase y otros, el cual podría simplificarse en un cambio radical de entorno: uno abierto a otro cerrado, de una relación social amplia, física, a una virtual.
¿Una desventaja más? Trasladar la impartición de clases en modo virtual en el mismo horario de sus instituciones, (tres a cuatro clases en un estimado de 5 a 6 horas, con cambios para receso, merienda o refrigerio de escasos minutos entre una y otra) y por otra parte la misma durabilidad de la disciplina entre 45 minutos a 90, de 50 minutos a 100 y ¡150 minutos!, modelo que pudo surtir efecto medible a través de los resultados de estudiantes aprobados y desaprobados al menos, pero en lo personal tengo dudas si se dedicó tiempo por las autoridades a validar dicho tránsito.
Con la llegada del COVID (diciembre 2019- actual, porque sigue expandiéndose) se abrió una nueva oportunidad para el desarrollo de clases en línea, para aquellos con cierta experiencia (relatado anteriormente) y para los “noveles”, muestra de la masividad, se refleja en empresas del ámbito digital que a través de ésta vía han ampliado el uso de “verse” con sus estudiantes, por ejemplo Google meet, zoom (que varió de 10 a 20, actualmente hasta 50), Facebook y otros.

Hasta aquí excelente, diría que “todo a pedir de boca”, pero ¿y la forma de impartir la clase – como forma de organización de la enseñanza – a través de conferencias, clases prácticas, laboratorios, trabajos de campo, seminarios, etc. utilizadas en la enseñanza universitaria, con menos variables en la enseñanza primaria, media y bachillerato? ¿Cómo modificarlas a lo virtual?, ¿cambia la estructura de la clase en cuanto la intervención del docente y el estudiante?; ¿el rol del docente sería el mismo?; ¿debe cambiar la organización de clases, horarios a nivel institucional? Continuaremos…
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