lunes, 15 de marzo de 2021

La barba un elemento contemporáneo.

En determinados ratos de ocio, suelo apreciar medios audiovisuales como series, películas, documentales, entre otros y me ha llamado la atención el uso de barbas extendido a jóvenes y adultos. ¿Acaso una nueva moda, un ciclo más?

Para mencionar el uso de la misma me remito un tanto al Medio Oriente región situada al sudoeste de Asia, que reúne a países como: Arabia Saudita, Armenia, Azerbaiyán, Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Georgia, Irak, Irán, Israel, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Palestina, Siria, Turquía y Yemen, pero también para dos países cercanos: Chipre y Egipto.

Sin embargo, la Real Academia Española (RAE) define a Oriente Medio como una región intermedia entre Oriente Próximo y el Lejano o Extremo Oriente, reservando este término para países como: Afganistán, Bangladés, Bután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán, Sri Lanka y zonas aledañas.

Que en el caso particular que nos atañe - la barba o vello facial - en el mundo árabe y en el musulmán tiene una importancia que va más allá del estilo y el acicalamiento y para muestra un botón: Mosul, ciudad del norte de Irak, ubicada junto al río Tigris, con unos 1,4 millones de habitantes, siendo la tercera ciudad más poblada del país.

En la misma, la barba es obligatoria para los hombres donde les está prohibido afeitarse siendo considerada como “un signo de virilidad y afeitarla o cortara la pone en entredicho”. Hecho que se convierte polémico en otras comunidades religiosas.

Existen instituciones del estado que también resulta prohibido su uso al menos como parte de la cultura occidental también considerado como europeización, americanización o euro americanización donde están presentes sociedades de base poblacional no occidentales - como es Centroamérica - que han entrado en contacto o quedaron bajo la influencia de dicha cultura en elementos como: la moda, la arquitectura, la literatura, la tecnología, el derecho, la política, la economía, el estilo de vida, la dieta, el idioma, el arte, el alfabeto, la religión o los valores y tradiciones de Occidente.          

Recuerdo hace muchos años siendo joven (y tal vez un tanto rebelde), siendo docente - en la enseñanza media y bachillerato o preuniversitario - comencé a usar barba, lo cual no me era permitido (¿?) establecido a partir de determinados estatutos en el campo de la Educación, hecho que me ocasionó un llamado de atención por parte de una autoridad, que conllevó a la eliminación de los vellos faciales. Contradictoriamente el bigote a pocos milímetros de la barba, sí era permitido

Años después pasé a laborar a la Educación Superior, manteniendo el cumplimiento del vestir y el cuido personal con la formalidad requerida, surgiendo la posibilidad en un semestre de alejarme del aula por otros compromisos laborales y nuevamente “me salió la barba”.

Llegó la adultez mayor – y tras la “occidentalización y lluvia” de imágenes audiovisuales – generando el espacio para dejar de rasurarme y darle vida a un número de vellosidades que luchaban entre sí por el predominio, entre el negro y el blanco (sin evidencias de racismo alguno)

¿Lucía mayor de edad?, ¡Soy mayor!; ¿Mostraba una apariencia de suciedad o persona descuidada? Considero que no, ya que cuido que esté ordenada, pulcra; es más que combine su color casi blanco entre un 85-90 %, en contraste con el vestir.

En fin, no es más que un gusto de una persona que muestra un tanto de rebeldía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario