Pregunté sobre la gastronomía – en la clase contaba con estudiantes
de diferentes países latinoamericanos y hasta continentes – y la participación fue
extraordinaria, lo que tenía previsto o planificado desarrollar realmente “se
salió de control”, pero en ese momento consideré que no importaba, ya que para mí
un principio ¿Universal? Es que, si logro participación que ayude a profundizar
sobre el tema, a discutir, respetando siempre las opiniones, a la búsqueda de
resultados me siento satisfecho. Por cierto, la tarea para la próxima clase, de
esa clase – que no era la prevista - fue: Presentar una receta de un plato típico;
o imágenes de la misma e inclusive, llevar una muestra de ser posible.
Al llegar a la casa y contar la anécdota de lo sucedido, mi
hija me expresó “…papá de donde se te ocurren esas locuras”, ¿la respuesta? “Se
me ocurrió en ese momento a la luz de la franca conversación con los
estudiantes”
No sé si llamarle a ello creatividad, imaginación, ingenio, o
pasión por algo que a uno le agrada, pero… me gustaba y me gusta, imposible
negarlo. También en un momento determinado por responsabilidades administrativas,
me correspondió observar clases a mis compañeros de clases de primer año, donde
la experiencia resultó ¡espectacular!
Docentes que rompían todo el protocolo de una clase
tradicional: nombre o tema de la clase; introducción, desarrollo, conclusiones
y tarea; ¿Qué hacían para ello? Indagaban sobre: ¿Qué tal de descanso el fin de
semana?; ¿Qué libros leían?; y a partir de ello, buscando un elemento que le
sirviese de punto de partida para comenzar la clase, de la cual les ayudaría a
solventar problemas.
La expectativa era extraordinaria; qué decir cuando otros/as
empleaban estrategias de enseñanza – aprendizaje en la cual, solicitaba trasladar
las sillas a los extremos del local, para los estudiantes interactuaran con el afán
de analizar la solución de las actividades asincrónicas orientadas en la sesión
anterior, para posteriormente realizar una coevaluación de la misma. ¡Increíble,
pero cierto!
Desfavorablemente no todos/as eran así – diría que los menos
– donde recurrían al ¡tradicionalismo radical! No uso pertinente de recursos tecnológicos, donde primaba el habla que te habla (desarrollaba una clase a través de una computadora y una
webcam), visualizada a través de la pantalla de mi celular donde le daba seguimiento a la clase en
sí (con permiso del docente, claro está) en el que predominaban las cámaras y micrófonos
apagados, por lo que podía interpretar – tal vez - que la atención no era la
adecuada, hecho que se demostró cuando el profesor preguntó a más de uno de los
conectados, y primaba el silencio. ¿Habrían “colgado” o salido de la clase
remota?
Si bien los problemas generados por la pandemia han sido
muchos y que han afectado el proceso de Educación globalmente, pero a la vez
han generado múltiples proyectos de soluciones, siempre aprendiendo de las
mejores experiencias, no podemos dejar de pasar por alto, la atención
permanente al profesorado. Una clase que no cumpla su cometido, no solo es un
tiempo perdido, es un aprendizaje que no se logró aplicar.
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