Para ganar ha de vencerse al rey, apoyándose en el reto de
las piezas (peón, caballo, alfil y la reina), que dé inicio los peones – que se
sitúan en primera fila – suelen ser los que comienzan la “batalla”.
Hoy nuestro planeta – estableciendo un paralelismo[2],
entre el juego y la pandemia COVID-19, que nos afecta a todos por igual – se ve
excesivamente golpeado por las pérdidas humanas, que salen “del juego”, como
piezas que “desaparecen” (¿peones, alfiles, reinas, caballos, torres =
niños, jóvenes, personas adultas, ancianos?) causando un daño inimaginable en
los familiares y amigos.
Daño de la persona consciente que posee la enfermedad – estrés,
miedo, angustia -; daño de la persona que acompaña a la persona afectada o contagiada
que se apega tanto o más que la persona que posee el virus; daño en la
sensibilidad humana de quienes le rodean o lo conocen.
Da pesar, conversar con una persona, dándole o brindándole
optimismo “vas a salir de esto…, estoy seguro de ello”, “Te queremos”,
inclusive de verlo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y hablarle,
aunque no te escuche, llorar, aunque no te vea. Eso nadie te lo puede robar de
tu conciencia, ni de tu corazón, NADIE.
Si bien el ajedrez – considerado en sus comienzos como un
juego de batalla -, hoy la batalla de los seres humanos es contra el SARS-CoV-2,
cuyas armas descritas hasta la saciedad por los organismos, ministerios,
secretarias y sin embargo no hay una respuesta lo suficientemente sólida por
parte de la población, que la haga reflexionar, ¿o es necesario que se afecte
el miembro de una familia, para que en ese momento se tomen las medidas
pertinentes?
¿Qué impartir? Lo básico y priorizando la consolidación; ¿Qué evaluar? NADA, bajo la modalidad tradicional, entiéndase exámenes escritos o virtuales. Pocos realmente tendrán la
capacidad adecuada de prestar atención, en estos momentos. No hablo de suspender
o detener clases, hablo que las clases deberán estar acompañadas de reflexiones
– más allá de los contenidos - por docentes tolerantes, prudentes, comprensibles,
pacientes, creativos.
[1] La
leyenda cuenta que el rey Belkib, de la India, le pidió a uno de sus sabios que
inventara un juego para no aburrirse.
[2]
Curiosamente en la historia del ajedrez, reyes o dirigentes de algunos países
les gustaba jugar al ajedrez humano. Es decir, con personas y caballos de
verdad. Ejemplo Rusia 1924.
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