Todo ello en medio
de el uso de mascarillas, vaivenes entre clases presenciales o no presenciales,
que puso en juego el adaptarse (o medio adaptarse) de una forma un tanto
acelerada, que diese respuesta a una crisis que aun perdura o trata de
prevalecer.
No queda duda que
la pandemia “tensó las cuerdas”, de todos, conllevando a un esfuerzo
extraordinario de autoridades, docentes, profesores y padres de familia, de dar
respuesta a través de los diferentes “laberintos”, la búsqueda de las mejores
respuestas que no entorpeciesen el aprendizaje lo más posible.
Y, ¿tras esta
experiencia, que no necesariamente pudo haber sido validado su impacto, tras
tan corto tiempo?, ¿sencillamente regresar a las clases presenciales y que las
plataformas educativas y administrativas creadas, se reduzcan solo a la “subida
de notas”?
Para ello,
analizaré de forma breve diferentes escenarios a modo de sugerencia, ante un retorno
cuasi presencial/virtual.
Para estudiantes de
1er año o grado (secundaria – bachillerato – universitario)[1]
·
Análisis
de los programas de estudio o currículo en cuanto a número de horas/clase, que
no ha de ser la misma, teniendo en cuenta la alta carga semanal, priorizando
asignaturas básicas como Lenguaje y comunicación, matemática y otras de cultura
general.
·
Las actividades
orientadas en modo sincrónico – asincrónico, que puede ser presencial o virtual
en cuanto a “peso”, deberán ser balanceadas y no una sobresaturación de
información, para un auto aprendizaje del estudiante, que no necesariamente
está preparado y en muchos casos los padres de familia, aún más indefensos.
·
El
estudiante de primer ingreso, debe asistir presencialmente[2][3].
·
Deberá
tenerse control – a modo de “inventario” – de las condiciones reales del
estudiantado en cuanto a recursos tecnológicos, lo que implicaría más locales de
uso general, convertidos en laboratorios de informática, para aquellos que nos
dispongan de las condiciones necesarias.
·
El
establecimiento de horarios alternos, para que los estudiantes sean atendidos por
docentes tutores.
Para el personal
docente:
o Capacitación, capacitación y capacitación, priorizando herramientas tecnológicas, técnicas de enseñanza – aprendizaje; elaboración de materiales y en la comunicación.
o Los docentes con más experiencias y profesionalidad en su disciplina, pero además con el dominio de las llamadas competencias blandas, para que estas sean transmitidas y aplicadas por sus estudiantes, podrán laborar bajo ambas modalidades presencial o virtual o un híbrido de ambas, laborarán preferentemente en los primeros años o grados.
o Los docentes que por su edad – como grupo de
riesgo de 60 o más años – la prioridad será la modalidad virtual, para el curso
regular o formar parte del grupo selecto de docentes tutoriales.
Se me acaba el espacio, continuaremos, abordando el rol del docente, o
bien en función de las observaciones que consideren los lectores.
[1] Los programas
de estudio / currículo, deberán ascender en el número de horas, en relación con
el grado o año, de forma proporcional, lo cual va vinculado a la adaptabilidad
del estudiante al sistema o subsistema, en función de su edad.
[2] Creando
condiciones adecuadas que cumplan con las medidas higiénicas establecidas, para
evitar el contagio, ante un despunte de la pandemia y pasar a la modalidad
virtual.
[3] Los
estudiantes de grados o años superiores (terminales del bachillerato, o a
partir de 3er año de la carrera), podrían reducir su asistencia a la
institución, excepto en el caso de las asignaturas, que por su naturaleza deban
desarrollar (clases especializadas, trabajos de campo, etc.)
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