lunes, 16 de mayo de 2022

Cronología de una mudanza.

Mencionar la palabra Cronología, es hacer referencia a una de las ciencias auxiliares de la historia cuya finalidad es determinar el orden temporal de los acontecimientos históricos y es fundamental para la historia, que, en mi caso personal, lo remito a las mudanzas, constituyendo por lo tanto un “…orden temporal y personal – con algo de ficción, después de tantos años que han pasado -, referente al arte de mudarse, de residencia.

Resulta elocuente pensar que cuando somos pequeños, que nuestros padres decidan “…recoge, que nos mudamos”, no tengamos ni voz ni voto en dicha decisión, que, dependiendo de la edad, (¿4 – 6 años?) es posible que las primeras pérdidas sean los amigos, inclusive hasta las mascotas, donde posiblemente el dolor sea más fuerte con éstas últimas.

En lo personal, en este último me sucedió y es real; tuvimos que viajar fuera del país (probar un nuevo modo de vida al menos temporal), pero por algunas contradicciones sociales en cuanto al modo de vida, al ser latino – a pesar de mi corta edad - donde la discriminación era muy fuerte (finales de la década de los 50), regresamos a mi país de origen. Tenía un perrito (Rory), nada de raza pura, por lo que era clasificado como “sato” o criollo, que al irnos mis padres se lo dieron a un finquero; unos 3 meses duró la ida y el regreso, y un buen día, cuando me dirigía a la escuela (primaria, 2do grado), al abrir la puerta, ¡allí estaba Rory!, había llegado solo, escapado de la finca.

Hubimos de mudarnos una vez más – siempre sin poder de decisión – a una casa más cerca, que facilitaba a mi padre reducir la distancia a su trabajo, ¿y Rory?, mi madre años después me contaba, que tuvo que quedarse una vez más, y que le perdieron la pista. ¡Triste!

En mi nuevo hogar, pequeño, para una familia de 6 (4 hermanos, papá y mamá), allí crecimos, becados, otros cambiaron de hogar al casarse, otros al emigrar (ya producto de decisiones propias, por diversos motivos o causas)

Al tomar esta decisión (tres décadas atrás), no sabía que era emigrar, ni tampoco convertirme en un inmigrante, poco a poco lo fui aprendiendo, diría que, adaptándome a las costumbres, a la cultura, a los modismos (algunos de los cuales, tuve la necesidad de hacer uso de los mismos, ya que los míos no eran comprensibles, sobre todo para mis estudiantes en las clases y con mis compañeros de trabajo)

Cambió – con la mudanza – la gastronomía, la música, inclusive el tono de voz[1], reduciendo mis decibeles que eran muy altos en una conversación “normal”, así como el ritmo[2], que era abrumador, casi ni me entendían.

Por supuesto, sería mentir que perdí toda mi idiosincrasia, partiendo que el idioma era el mismo (español), aunque la ventaja era el haberme mudado ya siendo adulto, luego olvidar las costumbres era y es poco probable.

Claro, el impacto de cambiar de local, de país, motivó la pérdida de las amistades, que hoy a diferencia de años atrás – donde saber de uno o de otro, podía ser una carta –, basta con sostener una conversación a través de cualquier plataforma propia de las redes sociales.

Donde unos/as no activan su cámara y solo aprecias la imagen ¿por qué será? y al escucharlos solemos tildar la voz, que no has cambiado nada y obviamente nos causa mucha alegría, aunque sea solo para saludarnos y saber un tanto de la familia o en el mejor de los casos, te mudas imaginariamente al apreciar fotos de tu país, donde te expresas silenciosamente, “…allí estuve… si lo recuerdo, gratos e inolvidables momentos”

¿Una nueva mudanza? Siempre como opción podrá ser, ¿adaptarte?, es recomendable, y ¿olvidar lo vivido?, es imposible. Disfrute la vida, eso sí, un consejo: no deje de recordar su terruño.


[1] El tono se define como la altura o elevación de la voz que resulta de la frecuencia de las vibraciones de las cuerdas vocales. Si estos músculos vibran un número elevado de veces por segundo, aumenta su tensión, la altura es mayor, la voz se eleva y, en definitiva, se escucha más aguda.

[2] Cantidad de palabras o sonidos que pueden emitirse durante una misma respiración, esto es, qué tan rápido o lento se produce la voz, así como los intervalos de variación respecto a dicho patrón.

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