Mucho de los vocablos anteriores nos inclinan a pensar la
edad de las personas que los utilizan – revisemos: atractivo/a, interesante,
está de moda –, que sí pensó que eran los jóvenes, no se equivocó, siendo un
argot propio de los mismos y sobre todo en su vida escolar.
En la enseñanza media y bachillerato previo al comienzo del
curso escolar los estudiantes suelen inscribir las clases que le corresponden
según el plan de estudio (todas ellas de carácter obligatorio), así como otras
clases que pudieran ser optativas en el campo del deporte – voleibol, básquet,
ajedrez -, culturales – teatro, música, canto, etc. – e inclusive opcionales
como puede ser un segundo o tercer idioma, lo cual obviamente dependerá de la
institución (estatal o privada) que rigen las mallas curriculares.
En el nivel universitario un tanto que cambia la modalidad
de inscripción, donde el estudiante tiene la opción de seleccionar las clases y
horarios de las mismas que desea cursar en función del año de estudio, así como
de los pre requisitos, siendo estas: asignaturas generales (matemática, español
o literatura y lenguaje, idioma) y básicas y específicas (ya propias de la
carrera seleccionada) las cuales suelen complementarse con un contacto temprano
con el campo laboral, integrando la teoría con la práctica.
También cumple – este nivel – con asignaturas optativas, lo
que facilita al estudiante el “ritmo” que desee cursar, que cuando menciono
ritmo lo asocio a cursar la carrera en más o menos años de lo establecido
formalmente, y que para su selección debe ser apoyado por una instancia
académica de la carrera.
Y en el caso particular de los estudiantes “bisoños” de
nuevo ingreso, ¿quiénes los guían al inscribir sus clases? Lo
común, como indicábamos es acercarse a la unidad académica, diría que lo más acertado,
pero otra opción es que les pregunten a los estudiantes que estando ya en años
superiores (y que proceden del mismo bachillerato o preuniversitario o sea “bro”[1]),
les sugieren que clases cursar, pero con que profesor/a.
Y aquí retorno ¿Cool?, ¡Cool!, que sea afirmación o
interrogante puede traducirse en dos opciones: 1. En un docente buena gente:
comprensible, tolerante, muy exigente, te escucha, te aconseja, ¡Se aprende con
él o ella!, o, todo lo contrario, y pasamos a la opción 2: puedes llegar tarde y
sin problema, entras a la clase o puedes escaparte después del receso o
intermedio de la misma y no te dice nada, y para colmo no necesitas esforzarte
para aprobar la clase (con el mínimo)
Obviamente lo correcto es la opción 1, para el estudiante,
que desea ser un buen aprendiz del conocimiento y de la aplicación de los
mismos; en el caso de la opción 2, tenemos dos problemas: un estudiante
inmaduro, posible repitente o desertor y lo necesario a revisar por parte de
las autoridades, la tenencia de docentes diría que “frágiles”, antítesis de lo
que debe ser un profesional de la academia.
Y para colmo, siendo “la gota que puede rebasar el vaso”,
sería que los padres apoyen a sus hijos en indagar si el o la docente es muy “duro”,
entiéndase exigente en disciplina, envía muchas tareas, etc.
Ya hoy graduada – ¿unos 10 años?, me lo sigue agradeciendo.
[1] Bro
es un término de la lengua inglesa, concretamente una contracción o apócope de
la palabra brother, que significa hermano.
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