Cuando leo lo que escribo y comparto en un medio escrito o digital (como pueden ser las redes) los que más aceptación suelen tener son aquellos donde abordo experiencias personales que promueven fundamentalmente un valor con el complemento de reflexión.
Hecho que también se evidencia en las diferentes
plataformas cuando especialistas en diversas ramas como coaching[1] mediante
frases que te permiten vincular a una experiencia propia vivida, e inclusive un
reto con un respaldo de aliento y positivismo.
¿Acaso esta aceptación, nos conlleva a auto
considerar, que se requieren de la búsqueda constante de como ser cada día
mejor emocional y sentimentalmente, cuando una vez fue responsabilidad de
nuestros padres -porque crecimos-, y de los docentes cuya atención en el plano
de valores suelen verse mermados en la medida que nos vamos trasladando de la
enseñanza media, media superior y universitario?
Hay quienes pudieran considerar que cuando nuestros
jóvenes con el pasar de los años, su formación depende de ellos/as exclusivamente
de una ¿madurez que se consolida?, sobre la base del ensayo-error, hecho que
entran en contradicción con lo que les relataba al comienzo en los dos primeros
párrafos.
Por supuesto, en las redes, no están todos, ni
todo debe girar a la información que pulula en un mundo que nos hace pensar que
todo está al revés (guerras, exclusión, violencia, etc.) donde al parecer «siempre
gana el mal sobre el bien»
Una computadora, una tableta, un celular,
cualquier medio, no nos puede proporcionar un abrazo cálido presencial -sincrónico
en el ámbito educacional-, (muy lejos del virtual), hecho que por el momento no
lo garantiza el metaverso[2]
como realidad alternativa, ni tampoco la inteligencia artificial[3].
Cambiar conductas, comportamientos, constituye un
proceso, el cual nos trasciende a la velocidad que quisiéramos sobre todo a los
que “jugamos” el rol de padre-madre-docente, porque se requiere la inclusión de
sentimientos, de dar amor, de provocar una sonrisa en el momento que tu hijo/a,
estudiante, tú compañero/a de trabajo lo requiere, más cuando “se tropieza”,
para que en ese mismo instante, le escuches, le comprendas, le brindes tu mano,
para que se levante, y que le abras una “nueva puerta”, en aras de formar a una
persona de bien.
En el caso particular para aquellos que ejercemos
la docencia[4],
resulta tangible, que son muchas, muchas las ocasiones en que parte de nuestro
tiempo extra clase, lo dedicamos a atender a los problemas de nuestros
estudiantes -aquellos que cada día vemos sentados y participando, delante en el
aula de clase y porque no frente a la pantalla de nuestra computadora.
Los que somos docentes no estamos programados, para trasladar automáticamente mediante alguna aplicación nuestras emociones; las mejores, que son las que impactan en quién las recibe.
Atender a nuestros pupilos es un compromiso
emocional, lo cual nos daría el valor agregado, que ellos sean felices al menos
en los ratos cortos que dura una clase.
[1]
Personas que poseen habilidades de comunicación y de liderazgos cuya relación
profesional continuada fomentando el autoconocimiento y el contacto de la
persona con su entorno.
[2] Mundo
virtual, al que te conectas utilizando una serie de dispositivos que te hará
pensar que realmente estas dentro de él, interactuando con todos sus elementos.
[3] Su
principal objetivo es la réplica de los procesos cognitivos en máquinas
[4] No
queda duda que otras profesiones la llevan a cabo como son los médicos
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