Una de las medidas tomadas en su momento fue el
distanciamiento (1.5 – 2 m) entre cada silla o pupitre en el aula de clase, lo
cual implicaba que los grupos en cuanto a cantidades fuesen reducidos,
dependiendo del área del local, ¿15 – 20 estudiantes?, lo cual dicha cantidad
para los colegios e instituciones (públicos o privados), en general constituyó
un reto dada la disponibilidad de más locales o bien una reorganización de
horarios con el afán de dar respuestas a grupos pequeños de estudiantes.
Acciones que fueron evidentes para dar una respuesta al
virus, por lo que mencionaría que hasta aquí excelente; otra medida resultó
clases en línea, entiéndase modalidad remota (mal llamada virtual) que, si bien
el propósito fue dar una respuesta al estudiantado para todos los subsistemas
de educación, no queda duda que afectó la calidad de la enseñanza, siendo obvio
el dolor de cabeza creado fundamentalmente para los niveles de primaria y
secundaria básica.
La problemática que surge en este momento – tratando de proporcionar
posibles preguntas - respuestas a la
profesora - con el retorno a clases son varias: ¿retroceder a grupos numerosos?,
¿reducir el uso de las TIC, en cuanto a su uso, regresando a la simplicidad de clases
meramente expositivas, apoyándose en un data show o proyector?, ¿prohibir el
uso de celulares dado el uso como un elemento de distracción por parte de los
estudiantes?
Pareciera ser que el tiempo de “prohibición” del uso de
celulares, pudiera retornar, pudiera, dado que si bien el uso de dicho
dispositivo primaba en los jóvenes para (mal) comunicarse y no para el uso en
clases, no logró su objetivo, ¿por qué se preguntará? No necesariamente los
docentes fueron capacitados para ellos, por lo que cada cual, posiblemente su
actuar fue independiente (“cada profesor tiene su librito”) – tratándolo de
hacer lo mejor posible – no así donde hubo trabajo de colectivos de disciplina
o asignaturas, con la elaboración de un sílabo o plan-clase, cuyo resultado
debió ser mucho mejor.
Capacitados (o incapacitados) para elaborar materiales
complementarios y subirlos al chat; el no establecimiento de horarios fijos
para la atención a los estudiantes, lo que se convierte en una encrucijada para
estos últimos cuando son de 6 a 7 clases, su propia organización.
No necesariamente -lo cual era necesario, aunque fuese
temporal – se realizaron las revisiones correspondientes a la actualización de
reglamentos y normas, que respaldasen al docente y también al estudiante en esa
etapa. Lo cual no culpo, ya que el virus trastocó a todos los seres humanos, a
las instituciones, empresas, negocios (de toda naturaleza), moviéndonos “el
piso”, cuando el resultado podía ser la muerte del individuo.
De no analizar a quienes correspondan los pro y contra de un regreso a la normalidad con el uso racional, organizado de las TIC – lo cual es una herramienta real, existente, imparable – que favorezca el proceso de enseñanza – aprendizaje, vinculado a nuevas estrategias para su uso, podrías retrocederá algunos años atrás y por ende nuestros estudiantes pudieran graduarse siendo menos competentes y no dejo detrás a los docentes.
[1]
También llamado nasobuco, barbijo, cubre boca,
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