lunes, 13 de febrero de 2023

¡Es una mascota en el dormitorio!

Lector: «¿Profesor no le he entendido bien…?», «¿qué quiere decir con ese título del artículo?»

Articulista: «El problema está que le quería llamar ¡una perr (bip), (bip)… en la cam… (bip), (bip)!»

Lector: «Pero, ¿ese vocabulario…, cuando usted suele abordar en sus artículos, aspectos vinculados a valores?

Articulista: «Si, realmente diría que, un tanto fuerte», «pero si me permite concluir el artículo…, por favor»

Cuando gramaticalmente utilizamos los signos de admiración o de exclamación (¡!) éstos se usan para indicar sorpresa, asombro, alegría, súplica, mandato, deseo, etc., lo que me conlleva a expresar además de asombro, lo que encierra que, de ser referido a una fémina, la frase resulta extremadamente ofensiva, despectiva en grado mayúsculo.

Posiblemente enunciado por alguien que sesga el rol de una persona con epítetos MUY desagradables, evidenciando un deseo y actividad sexual exacerbado innecesariamente más cuando se hace público; ¿acaso `dos amigos’ que por demostrar uno al otro la experiencia de la noche anterior, auto vitorearse, haciéndose el `duro’?, ¿no importa que se denigre a alguien?

Si mencionase el título -no vale la pena repetirlo- en un canal de televisión, posiblemente saldría un bip en señal de censura por un problema eminentemente ético, donde el usuario merece respeto, una familia que se sienta a disfrutar de un programa y de pronto… semejante grosería.

Hoy en día un tanto para limitar estos insultos, suele indicarse con antelación por ejemplo, una serie o película–, `este material presenta un lenguaje obsceno, violencia’, quedando a criterio de los televidentes verlas o no y en el mejor de los casos programar que los menores no puedan visualizarla o esperar a que estos se acuesten.

Hasta aquí pudiera resultar un paliativo de todo lo antes señalado, evitando con ello conductas inapropiadas que no ayudan a un entorno social que requiere y necesita alejarse de lo anti estético, de lo mundano, de lo chabacano que nada tiene que ver con el nivel académico de la persona, siempre y cuando sus padres, abuelos, familiares hayan jugado el rol que les corresponde de velar por una buena educación.

Pero, la historia no acaba y me disculpan, la susodicha oración encerrada entre signo de admiración -al comienzo-, corresponde nada más y nada menos que un estribillo de una canción… ¿qué?, ¡qué!, sí como me lo lee, sí.

Letra que suele ser coreada por muchos, en fiestas, conciertos, que no será la primera, ni la última; no queda duda que hay canciones que resultan populares, pegajosas, cuya letra o coro puede resultar hasta con un doble sentido, muchas de las cuales se convierten en un dicharacho, inclusive que marcan una época, una generación, pero…los extremos siempre son malos.

Si quiere decirle algo a su pareja, dígaselo susurrando al oído… no hay problema y finalmente ya que se me acaba la cuartilla, me hubiese gustado más escuchar…

Esta tarde vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú
La otra noche vi brillar un lucero azul
Y no estabas tú

La otra tarde vi que un ave enamorada
Daba besos a su amor ilusionada
Y no estabas

Esta tarde vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú
El otoño vi llegar, al mar oí cantar
Y no estabas tú

Yo no sé cuánto me quieres
Si me extrañas o me engañas
Solo sé que vi llover, vi gente correr
Y no estabas tú

¡Antes que se me olvide… muchísimas felicidades por el día de la amistad y el amor!

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