lunes, 14 de agosto de 2023

Para gusto… incoloro.

Necesitaba desconectar un poco y salirme de la rutina de escribe, escribe y escribe…, esencialmente porque la “musa”[1] no aparecía o bajaba por ninguna parte, por lo que opté por visitar una sala de cine donde se proyectaba una película más de las tantas que oscilaba entre los géneros de terror – fantástico – aventura – comedia – acción – suspenso.

Si bien no soy crítico de cine, pero si (creo que) caigo dentro de la clasificación fans, analizando la misma, la primera hora, cumplió su cometido; tensión; pero la segunda hora de la misma, ya era de levantarme del asiento, porque las exageraciones de lo sobrenatural, ya no daba para más.

Sin embargo, opté por finalizarla, una hora más sentado bajo techo con aire acondicionado, en un asiento extensible, recuperar el costo de la inversión, bien valía la pena; además la tranquilidad de que en esa tanda, nos encontrábamos solamente una familia integrada por una abuela, hija y nieto, los tres mega tiburones y yo.

Le comenté el resultado a parte de mi familia, que no malgasten ni tiempo, ni dinero, pero obviamente era a modo de sugerencia, que tal vez para los nietos era admisible… en fin quedaba a criterio de ellos asistir o no[2].

Al día siguiente, con mi café programado para las 9 am después de 4 horas de haber ingerido el primero de la mañana – daba lectura al periódico (en un mundo complejo donde los seres humanos no logramos ponernos de acuerdo) y en la página donde se mezcla la cinematografía, con la farándula, una película sobre una muñeca, tras 17 días de estrenada superaba en ganancias la cifra de $1000 millones de dólares.

Película anterior, ligado a una fuerte campaña de historias, tráiler o avances, donde primaba el color rosado, es decir todo un mercado de convencimiento – consumo muy bien planificado –, que conllevaba a una asistencia masiva de personas.

¿Realmente estoy equivocado en cuanto a mis gustos, cuando tropecé con la misma piedra una vez más al asistir a una película – la primera - tan incolora (sin color) e insípida (sin sabor) como el agua (a pesar que predominaba un entorno acuático) ?; ¿están acaso equivocados los cientos de miles, millones de personas que han asistido tras el juguete rosado donde a través de la misma se destaca la feminidad?

No queda dudas que en todo esto predomina el elemento gusto (y por lo visto los colores), por una parte y por otra la necesidad del entretenimiento – objetivo esencial del cine y de otros tantos medios audiovisuales –, donde por un momento de dos a tres horas, nos olvidamos de los problemas individuales y familiares, del uso del celular (¡espectacular!), a pesar de tensarnos a la espera que salga de la pantalla “el monstruo marino”.

¿Recuerdan que planteaba que la “musa” había desaparecido? Sin embargo, un “pececito” de 25 metros de largo fue en este caso el causante del presente artículo.

Les soy honesto, casi no he dormido la noche anterior, pero aquí está el artículo del cual usted es testigo.


[1] En la mitología griega, las musas son, según los escritores más antiguos, las divinidades inspiradoras de las artes: cada una de ellas está relacionada con ramas artísticas y del conocimiento.

[2] Las críticas no estuvieron del lado del tiburón gigante, ya que la película fue catalogada por algunos como predecible y carente de emociones auténticas. Sin embargo, a nivel global recaudó un poco más 145 millones de dólares. 

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