En las propias redes es común algo así como el reclamo de que tiempos atrás fueron mejores, cuando no nos “enredábamos”, donde los niños a la hora de jugar en el barrio, las relaciones eran muchos más saludables, sin conocer en este tiempo al menos en el campo de la educación, las competencias blandas/habilidades socio-emocionales tales como empatía, comunicación asertiva y efectiva, etc.
Para los varones bastaba con una
pelota de trapo (compuesta de calcetines viejos enrollados), jugando a las 4
esquinas; que decir de la rayuela[1],
y otros. En fin, una vida más sana.
En la escuela bajo el brazo o en
la mochila se cargaba con los cuadernos, libros, donde no podían faltar los
lápices de grafito, de colores, el borrador o goma de borrar, el cartabón, la
regla, etc.; que decir de asistir a la biblioteca para buscar información y solucionar
las tareas -por supuesto nada de asincrónico, todo presencial- donde el trabajo
se hacía ¡EN EQUIPO!
Pasaron los años y llegó la
tecnología, como parte de la revolución industrial 3 (1969), de la mano de la
informática, donde comenzaron a programarse las máquinas, lo que desembocó una
progresiva automatización; en el propio siglo XX, surgieron específicamente computadoras
u ordenadores, celulares y tabletas[2].
Posteriormente y llegamos al
actual siglo – donde solo han transcurrido 23 años – arribamos a la llamada Industria
4.0, o Cuarta Revolución Industrial[3],
donde surgen las fábricas inteligentes y la gestión online de la producción, que
a su vez se integran con las organizaciones y las personas; cambios dirigidos
como mencionábamos, primeramente, a la industria y posteriormente en la
educación.
Revoluciones que suelen generar
mayor productividad en todos los ámbitos (salud, educación, industria alimentaria,
transporte, etc.), una vida mucho más dinámica, rápida, en gestiones, en
resultados (aunque no para todos, productos de las brechas sociales,
económicas), pero que también genera desempleo, donde máquinas suplantan a los
seres humanos.
Pero es una realidad, la cual nos
absorbe a todos y todo; como preámbulo, ¿qué hubiese sido sin la informática en
el período pandémico del COVID-19, dónde prácticamente el planeta Tierra, “dejó
de girar sobre su eje”, y en particular en el campo de la Educación, donde la tarea
de docentes, estudiantes, padres de familia resultaron titánica.
Luego, ¿pelearnos con la
informática?, IMPOSIBLE. La historia recoge que el impacto en las personas con
la primera revolución industrial aparte de generar desempleo, provocó disminución
del trabajo artesanal, uso de mano de obra infantil, migraciones del sector
rural a la ciudad, que por lo visto tres revoluciones industriales después continúan; pero no es todo, la tecnología nos
ha traído aislamiento en niños y jóvenes, falta de comunicación, entiéndase
individualidad y un sinnúmero de problemas sociales que prácticamente estamos
descubriendo.
Nota: esta solución no es nueva, por
cierto, mis padres, profesores, me educaron con ella y no sabían mucho de las
revoluciones industriales, luego… manos a la obra.
[1]
En América Latina, solo por poner algunos ejemplos, se llama Pisé, La Semana o
Avioncito en Venezuela, en Cuba se llama El Pon o Peregrina en Puerto Rico.
[2]
Estas últimas salen al mercado en el año 2001 cuyo prototipo fue desarrollado
por la empresa finlandesa Nokia, la Nokia 510 webtablet, de dos kilos y medio
de peso y una pantalla táctil de diez pulgadas
[3]
La primera revolución industrial (donde se construyó la máquina de vapor
patentada por James Watt en 1769), significó el paso de una economía agrícola a
una economía industrial. En resumen, supuso el mayor conjunto de
transformaciones económicas, tecnológicas y sociales vividas hasta ese momento.
El concepto de Cuarta Revolución Industrial lo acuña en 2016 Klaus Schwab, el
fundador del Foro Económico Mundial
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